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Capítulo veinte.

||Dedicación: VictoriaVelez8 ||

||Dedicación: VictoriaVelez8 ||

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Narra Aegon.

   La hermosa mujer frente a mí se desvaneció de un segundo a otro. Y temí por mi vida, porque si pensaban que le había hecho algo a la reina de Futuro mi cabeza acabaría en una pica en menos de un minuto. Logré atraparla antes de que su cuerpo chocara de manera abrupta contra el suelo. Mis fuertes brazos la tomaron por su espalda baja encuerada con ese corsé, que mostraba cada curva de sí como si no llevara nada. Mis manos temblaron de los nervios y su cuerpo me fue arrebatado de los brazos cuando el hombre de claros ojos y blanco cabello se acercó para tomarla él mismo. Inmediatamente retrocedí, volviendo a mi posición y ayudando a levantar a Lux del suelo, sin darle la espalda a toda esta gente. Amerie se colocó a mi lado, temiendo por nosotros al tomar su espada entre sus manos, tan firme que creí que sería capaz de asesinar a alguien. Pero no había tiempo que perder, no cuando también ví a una dulce niña detrás de una mujer.

—Buscamos a la generala de guerra —me apresuré a decir.

   A paso vacilante, una mujer de altura intermedia y cabello amarrado en una alta coleta que resaltaba sus facciones, se acercó. Sus claros ojos como el agua me miraron con sorpresa, pero respondió antes de que algo más escapara de su boca sin previo aviso:

—Soy... yo. ¿Por qué me...?

—Don nos envió —hablé antes de que perdiéramos más tiempo—. Están rodeando el castillo de Arce. Don tiene un plan para evitar que eso suceda, pero necesitamos su aprobación para eso y...

—La tienes —no dudó en decir, confiando plenamente en el hombre.

   Mis claros ojos golpearon los suyos de una forma familiar, pero no perdí más tiempo y giré hacia Amerie y Lux. La chica liberó su mano derecha de su bolsillo, sacando de allí un pequeño espejo que Don nos había dado. Me lo entregó de inmediato, y antes de que alguien se negara a lo que estaba por hacer, corrí hacia la puerta por la que entramos con ambas mujeres a mis espaldas, listas para defenderme. Observé el lugar, el exterior, buscando el cuerpo solitario de Don entre los bosques. Visualicé ambos ejércitos posicionándose en forma circular alrededor del castillo, lo que me hizo entender que estaban encerrando el lugar y ahora era imposible escapar sin morir en el intento. Amerie tocó mi hombro y volteé a verla. Sus ojos indicaron que faltaba algo para que la señal a Don funcionara. Asentí en su dirección cuando comprendí. Caminó con prisa hacia atrás nuevamente y arrebató una de las antorchas incrustadas en la pared. Corrió a mí y cuando lo hizo, elevé el pequeño espejo y Amerie elevó la antorcha, de esa manera la brillosa luz amarillenta rebotó en él y nos expuso ante tanta gente en el campo, donde cualquiera vería. Seguí buscando a Don con la mirada, temiendo haber fallado en el único trabajo que se me asignó.

Mayor Verdad © [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora