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Capítulo dos.

||Dedicación: Ustedes <3||

||Dedicación: Ustedes <3||

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Narra Hera Zabat.

Pasado.

Justo después del epílogo...

   Llevé ambas manos a mi rostro, cubriéndolo para evitar que todos vieran aquellas lágrimas que comenzaron a expulsar mis ojos sin yo poder evitarlo.

Acababa de anunciar mi regreso a mi trono, ese que me pertenece por matrimonio. Y el que le pertenecerá a mi hijo por derecho de nacimiento.

   Pero había algo raro en todo ésto que no podía descifrar lo que era, al menos no hasta que noté mi corazón latir con una fuerza extraordinaria al nombrar a ese niño o niño que llevo dentro, lo último que me quedaba de Amon. Mi respiración se cortó en seco cuando me dí cuenta de lo que había hecho y lo que tendría que hacer ahora, todo por la corona que decoraba mi cabeza, porque eso se había vuelto: una decoración.

   Mis manos se alejaron de mi rostro lentamente, analizando los sonidos, lo que veía, lo que sentía y lo que pensaba, dándole sentido a todos mis pensamientos y dándome cuenta de la razón. Giré sobre mis talones, mirando fijamente a Echo y Cristel fuera del castillo, protegiendo las puertas hasta que la gente se calmara y se marchara del lugar a sus hogares, pero fue mi grito el que las hizo reaccionar.

—¡Cierren las puertas! —exclamé con fuerza y voz firme. La mirada pesada de Myles y mi hermano eran mi perdición, pero eso no me evitó volver a gritar cuando ví que la Bruja del Norte y la generala no acataban a mis órdenes—. ¡Cierren todo el castillo de Arce y no dejen entrar a nadie! ¡A nadie!

   Dicho aquello, cuando mi mirada se encontró con la azulada de Cristel, dí la vuelta y comencé a caminar para adentrarme completamente al castillo de Arce y revivir todos aquellos viejos recuerdos dolorosos. Mientras caminaba oía las órdenes que gritaba la generala, ordenando a sus hombres para que no entren ni ellos ni nadie más al castillo; sólo nosotros. Oí las puertas cerrarse, esas que jamás volvería a abrirle al mundo, no para volver a cometer los mismos errores que los Petrov, mucho menos para cometer los mismos errores que mi yo pasada. Así que caminé con prisa por los pasillos, evitando la sala del trono dónde aún yacía el cuerpo sin vida del general Rasmus, ese que ordenó la muerte de mi esposo y el legítimo rey de Futuro. Mi camino se detuvo en la sala de planificación, donde empujé las puertas con ambas manos y me adentré allí, observando los mapas y la cantidad de papeles demás que había allí, sabiendo de antemano que habría algo raro de lo que no querría enterarme ahora ni nunca.

   Sentí los pies de Hades y Myles derrapar detrás de mí, entendiendo que corrieron para no perderme de vista.

—Quiero que quemen todo eso —dije firme, señalando.

Mayor Verdad © [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora