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Capítulo quince.

||Dedicación: mashvalpe its_viviaaann ||

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Narrador omnisciente.

   Los días corrieron para Aegon y Amerie en la aldea de Futuro, donde Ethilyn no les permitía salir al exterior de la casa si no era con capuchas y largas capas oscuras, ya que probablemente los soldados de Presente están buscándolos. Ninguno se negó a hacer lo que ella dijo, pero ambos salían por la mañana antes del amanecer para entrenar esos frágiles músculos. En realidad, no hacían más que darse palizas mutuamente para demostrarle al otro qué tan fuerte puede ser. Así que esa mañana, la chica lanzó al peliblanco de la cama en la que dormían juntos, uno de cabeza y otro a los pies solo para molestarse mutuamente, y lo arrastró fuera de la casa de familia antes del amanecer, queriendo demostrar lo contrario a lo que él siempre decía.

—Eres tan débil aún —no se cansaba de repetirle Aegon.

   Amerie sonrió de lado, volviéndose bastante astuta cuando se trataba de manipular a Aegon. Su sonrisa hizo que el chico fijara profundamente sus claros ojos en su rostro, sin prestar atención a cuando ella se preparó y lanzó una fuerte patada a su estómago con tal fuerza que pensaría que bebió algo para incrementar su energía. No le dió, ya que Aegon lo esquivó con aquellos reflejos que seguía repitiendo que no sabía de dónde salían. Pero cuando el pie de Amerie cayó, ella se deslizó por el suelo cubierto de nieve, casi cayendo en seco. Él no pudo evitarlo, porque cuando vió que aquél lindo trasero golpearía el suelo por enésima vez en lo que va de su día, enredó sus manos alrededor de su cintura para evitarle el golpe. La risa de Amerie por lo que acababa de pasar fue hueca, sin diversión alguna. La chica fue ágil, acercando su rostro al de Aegon en un tris, logrando que su nariz rozara la suya y sus labios se rozaran los de él. No podía borrar su sonrisa de satisfacción, porque aunque no lo crea, él estaba cayendo en su trampa. Amerie meneó su cabeza hacia varios lados como una serpiente, rozando su piel con la de su compañero de muerte, tentándolo hasta el punto que la respiración suya temblaba en sus pulmones.

—Eres bastante predecible, ¿no lo crees, Aegon? —susurró ella en sus labios.

   Él tuvo pensamientos impuros, apretando de más el agarre que tenía sobre ella para acercarla a él, a su cuerpo frío. La calidez del suyo chocando con la frialdad de este, fue casi como una fricción perfecta, por lo que ambos soltaron un suspiro pesado.

—No me tientes —advirtió él.

—¿Por qué? —preguntó ella, juguetona.

   Aegon de Las Nieves miró hacia todos lados, pero no había nada a plena vista, no a esta hora de la mañana. El amanecer aún era oscuro, más estando en Futuro. Podía ver el sol asomarse desde una parte lejana del pueblo, esa parte que daba directamente al castillo de Arce, el castillo de los reyes de Futuro. O reina, en este caso. Pero se aseguró que nadie estuviera viendo, escuchando o deambulando por allí cuando respondió:

Mayor Verdad © [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora