—Antes que nada, quiero decirles que esta idea se me ha ocurrido desde hace mucho tiempo. Desde la primera vez que comí y bebí algo preparado por ustedes —aclara Andrés al empezar—. Así que todo lo dicho y expuesto aquí, tómenlo de una persona que lo pensó subjetiva y objetivamente, estando no involucrado y luego sí.
Toda la familia al oír aquellas palabras no se imaginan a que se refiere, pero Zil sí. Él ya le había comentado sobre su idea, mientras estaban en Cancún y aunque le emocionó en el momento, ahora no sabe si sería o no una buena idea.
—Bueno, como les comentaba —explica retomando su discurso—. Esta idea la pensé hace mucho, ya la había discutido con Zil en algún momento, pero pues dados los recientes acontecimientos todo quedó en pausa. Ayer, recién hable con mi madre y mi mano derecha en todos los negocios, Matteo. Ambos concuerdan con la idea y por eso es que hemos pedido que vengan para dárselas a conocer. Quiero advertirles que no están obligados a aceptar, pero si aceptan, serán muy beneficiados.
—Está bien muchacho, pero habla ya que nos tienes en ascuas —pide Don Memo ya muy nervioso por tanta introducción.
Tita que concuerda con su hijo solo asiente la cabeza mientras que Lucía yace más atenta a su nieta que a lo que Andrés describe.
—De acuerdo, entonces prosigo —dice él también nervioso—. La idea prácticamente me le dio Tita.
La anciana se sorprende de que él diga tal cosa y todos se voltean a verla extrañados pensando a que se refiere.
—Cuando probé su café, me encantó. Luego, cuando fue mi familia y les dio a probar e incluso nos proveyó de su propia mezcla todos quedaron encantados —Los García pensaban en todas las posibilidades por saber a qué se refiere él, pero ninguno puede acercarse mínimamente—. Pensé luego y lo comenté con Zil, que se podría envasar, con su receta por supuesto, y distribuir en todos los negocios posibles.
Los García estaban estupefactos y Zil aguardaba la esperanza de que ellos fueran receptivos ante la idea.
—En su momento le pregunté a ella por la procedencia del grano, y me dijo que usted lo conseguía ¿Es así? —pregunta a Tita y esta afirma con la cabeza.
—Pues sí pero allá en la sierra, con una amiga que tiene una pequeña plantación —responde abrumada.
—No importa, el grano podríamos conseguirlo en muchas partes, incluso he contactado con un amigo que es barista que nos ayudará a patentar la receta, ya que será a base de sus instrucciones —informa Andrés emocionado.
Matteo al ver que poco se les informa decide intervenir.
—La intención es que ustedes y nosotros seamos socios en este negocio, con la receta de Tita, la mano de obra de todos nosotros podríamos sacar el proyecto adelante —afirma él con entusiasmo—. Es una idea, aun, hay muchas cosas que se deben hacer, como bien dijo mi hermano, Tita debe patentar su receta para que sea solo de ella y por supuesto que obtendrá ganancias de eso.
—¿Ganancias, por una receta que bien puede hacer Zil o Lucía, o Memo y Fer? —pregunta incrédula—. Si quieren yo misma les enseño, no es nada del otro mundo.
—No Tita, tu receta es única, bien nos enseñaste, pero a ninguno de nosotros no sale tan buena como a ti —recalca Zil.
Don Memo ansioso se levanta y se pone de pie junto al sofá, aturdido por la idea. Que, aunque parece buena es mucho trabajo por delante.
—A ver, esperen —dice él ante la pregunta del millón—. Por lo que he entendido, sería patentar la receta de mi madre, de ahí producir un café soluble me imagino y distribuirlo al por mayor en los negocios ¿es así?
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Seducida por el italiano
RomanceÉl conduce hacia su escape, pero un aparatoso accidente le cambia los planes y el destino. Conoce la historia de este apuesto italiano y la chica que cree que no merece ser amada. Prohibida su reproducción total o parcial. Cuento con todos los der...