Era aun de madrugada cuando Zil sintió escalofríos. La sensación de sentirse observada le llega de repente. Siente temor por Andrés y por toda la familia. Había intentado apartar de su mente lo ocurrido hoy, pero una vez que el hombre que ama se quedó dormido boca abajo abrazando la cintura de ella, no pudo dejar de pensar en que la situación fuera muy diferente si Carlota hubiera decidido terminar con su vida.
Tiene que hablar con Luca, es necesario que le pongan una escolta a Andrés, ya no es seguro que viaje o que ande por ahí solo. Quizás ella no pueda aportar mucho para el sueldo de la escolta, pero siente que debe hacer algo. Metida en si comentarlo con Matteo o su suegra María a quien vio a pesar de la situación de manera muy serena.
Las voces de Tita e Itzia le llegan a través de la tienda que los cubre. Se desliza de entre los brazos de su amado y se viste para salir con ellas. Cuando revisa el teléfono se percata que se ha quedado sin batería así lo mete de nuevo a la maleta, de todas maneras, toda la familia está ahí con ella y no cree necesario usarlo.
—¡Buenos días, princesa! —saluda extendiendo los brazos para que su pequeña camine a ella.
Itzia la escucha y gira abruptamente. Camina directo a ella sin tropezar ninguna vez y eso emociona a su joven madre. Tita sigue a su bisnieta hasta llegar donde Zil.
—¿Cómo pasaron la noche? —pregunta la joven a la anciana.
—Al menos nosotras dormimos... es claro que no has pegado ojo y por tu cara no ha sido una buena noche —intuye como siempre—. ¿Quieres hablar de ello?
Zil sostiene a su hija en sus brazos y la envuelve en el chal que traía encima.
—Estoy preocupada por Andrés —responde en voz baja—. Siento como si alguien nos observara.
Ambas mujeres miraron a su alrededor solo para comprobar de que eso no fuera así.
—Es lógico... has vivido tantas cosas que tu sentido de alerta es muy distinto al de cualquiera otro —divaga acertadamente Tita mientras toma del brazo a su nieta y la encamina hasta el área dónde dispusieron una tienda como cocina—. Te daré un té y luego desayunarán tranquilamente con la abuela.
—Sí, necesito comida... pero sabes, mejor un café. Necesito activarme —aclara Zil mientras se sienta en una de las sillas de plástico que yacen alrededor de la mesa plegable—. Beba, ¿te sientas aquí mientras mami le ayuda a Tita con el desayuno?
La pequeña asiente con la cabeza mientras ve como su madre y su bisabuela se desplazan por la improvisada cocina.
—¡Buenos días, hermosa! —saluda Fer a su sobrina y esta le sonríe ampliamente.
—¡Tillo! —la nena extiende sus brazos para que este la abrace y él lo hace.
—Creí que despertarías mucho más tarde —expresa Zil con un deje de broma detrás de sus palabras.
—Eso quería, pero los ronquidos de mi papá no me dejaron dormir. Por eso están despiertas ¿verdad Tita?
Tita lo mira en complicidad haciendo que me ría de la situación.
—Ya sabía yo que no andabas tan madrugadora —le refiere a su nieta.
—Es que es de más, roncó como oso en el bosque... No sé cómo tu mamá puede dormir junto a él —señala Tita haciendo que sus nietos se rían.
—¿Y Maggie? —pregunta Zil.
—Dormida —responde escuetamente Fer sentando a su sobrina para luego acompañarla a su lado—. Venía trasnochada, no creo que despierte hasta tarde.
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Seducida por el italiano
RomansaÉl conduce hacia su escape, pero un aparatoso accidente le cambia los planes y el destino. Conoce la historia de este apuesto italiano y la chica que cree que no merece ser amada. Prohibida su reproducción total o parcial. Cuento con todos los der...