Capítulo 32

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La familia García se preguntaba por qué Matteo y Dante los acompañaban hasta su hogar. En vano fueron las insistencias de la familia pues ellos estaban tercos en ir con ellos. El alegato que presentaban era que para su seguridad y estar al tanto de su bienestar. Lo que nunca imaginaron era lo que encontrarían al llegar.

Desde que pasaron el pequeño arroyo se dieron cuenta que el puente de este había sido reparado y restaurado, cosa que llamó poderosamente su atención. De igual manera se dieron cuenta que a partir de ahí el camino que guiaba hasta su hogar ahora no estaba formado de tierra, hierba y algunos palos a sus orillas. Sino que una lujosa herrería decoraba la senda ahora empedrada y pavimentada.

A lo lejos podían ver los pinos que cercaban su hogar, pero no reconocían del todo la fachada detrás de este ya que el atardecer estaba en el horizonte y el anochecer estaba por llegar.

—¡Dios santo! ¿Pero qué es lo que ha pasado? —pregunta Tita mirando todo el cambio igual que su familia alrededor.

La camioneta se detiene.

—Antes que nada, debemos explicarles... —dice Matteo girándose en su asiento para explicar—. Esto, lo que verán es de ustedes, es su casa solo con algunos detalles extra. Es un regalo de parte nuestra, de Andrés, Dante y mía.

—Pero.

—Nada, Don Memo. Mi hermano nos dijo que en caso de que alguno de ustedes renegara les recordáramos que cuando se hace algo se hace sin esperar nada a cambio. Lo que ustedes han hecho sobrepasa todo cuando nosotros podamos hacer por ustedes y esto lo hemos hecho de corazón.

Lucía y su familia se sienten conmovidas. Zil toma la mano de su pequeña y abre la puerta de la camioneta para caminar el resto del camino, no espera a que nadie la siga. Sabe que esto que han hecho ya es demasiado y por supuesto que sobrepasa todo lo que ya han hecho, pero también sabe que es de corazón por lo que lo valora.

Un cerco rodea su casa, este hecho de ladrillo y herrería. No puede imaginar que hayan hecho esto en tan pocos días. Le parece asombroso. Nota la presencia de su familia detrás de ella y camina lento para que estos se acerquen. Ninguno tiene palabras, lo que antes eran dos cuartos hechos mitad de material y la otra mitad de distintas cosas ahora se ha convertido en una hermosa cabaña de dos niveles.

Un jardín rodea la casa.

La puerta se abre y sale Fer de la mano de Maggie.

—¿Pero ¿qué haces aquí? —pregunta Lucía caminando hasta su hijo.

—Muchachos, esto es hermoso —dice Tita acariciando el rostro de los chicos—. Han construido nuestro hogar, gracias, muchas gracias.

A Tita se le salen unas pocas lágrimas de felicidad mientras que Matteo la abraza con cariño. Esa mujer se gana el corazón de las personas que conoce.

—Es para nosotros un gusto, además tuvimos la ayuda de Fer —señala Dante al nieto mayor de esta.

Fer sube y baja los hombros.

—Nos tuvo que decir algunos detalles sobre la fachada para que esta fuera al gusto de ustedes, y por supuesto, tuvieron que venir a acomodar todas sus pertenencias —informa Matteo.

A Don Memo se le remueven todas las emociones como nunca antes, es un sueño hecho realidad para ellos. Incluso sus animalitos ahora tienen mejor hogar. Él piensa que como le hubiera gustado poder haber hecho eso él por su familia sin necesidad de una caridad.

—Papá —le llama Zil al verlo tan pensativo admirando el lugar—. Tú nos has dado todo, esto, solo es una casa. Tú nos has dado un hogar.

Ella abraza a su padre que al saber de sus sentimientos no puede dejar de ponerse en su lugar, ya que ella también tiene una hija y ha pensado lo mismo. Don Memo la abraza lo más fuerte que se le permite y llora, de alegría y a la vez de frustración por sentirse incompetente. Siente que ha fallado como proveedor de su casa, aunque la intensión de los chicos no fuera esa.

Seducida por el italianoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora