Todo pasa, todo comienza y luego, cuando menos piensas, tiene un final.
Zil se desangraba de a poco, los médicos fueron los primeros en intervenirla e ingresarla a cirugía de inmediato. Por otro lado, a Andrés tuvieron que estabilizarlo para después ingresarlo también. Dos personas, dos familias que se reunían en una sala de hospital con la misma fe, la misma esperanza de que ellos salieran bien de la operación.
A pesar de que eso era la prioridad en ese momento, para otros miembros lo era también atrapar a la culpable.
—Creo que debemos largarnos en cuanto Zil se recupere, deberíamos mudarnos lejos, donde nadie la conozca para que por fin esté a salvo —sugiere con un tono resolutivo Fer a sus padres.
—Hijo...
—No mamá, ¿cómo es que a ella la siguen todas las desgracias de la vida? ¿Qué acaso debemos algo a la vida para que le siga pasando lo peor? —inquiere en lo que ha venido meditando—. No sé ustedes, pero estoy cansado de vivir, preocupado de que algo le pase, y ahora que por fin quisimos darnos un respiro, llega la loca esa y les dispara.
Memo no dice nada porque en el fondo sabe que su hijo tiene razón, ellos mismos han tenido que vivir anclados al temor por mucho tiempo en espera de que las cosas mejoren tanto para su hija como para ellos. A la larga eso se ha vuelto en la gran peyorativa, ¿hasta cuándo? A pesar de que han hecho lo imposible intentando llevar una vida normal, saben que no ha sido así. Menos desde que se dieron cuenta de que uno de los atacantes fue liberado.
—¿Y qué esperas que hagamos? Tú no eres responsable ni estás en la obligación de cuidar de tu hermana, si te preocupas es porque la amas, no porque alguien te lo haya impuesto. Me parece muy mal que reclames eso cuando la vida de tu hermana está en peligro en este momento. Si lo que quieres es ya no preocuparte, pues quédate a vivir en la capital y punto —la ira en la voz de su madre no guarda reparos a la hora de regañar a su hijo.
Es cierto que todos viven así, pero no por culpa de su hija, no por culpa de ella, que solo es una víctima en todo este lío. Por dentro siente una gran impotencia, ya que al igual que su hijo ha pensado en un nuevo comienzo, pero no por un sentimiento egoísta, sino por qué quiere que su hija y nieta alcancen la felicidad, estabilidad y paz que sabe tanto necesitan.
—Todos estamos preocupados, es claro, lo menos que podemos hacer es pelear entre nosotros —pide Memo a su familia— Debemos estar unidos por el bienestar de Zil.
Fer desesperado asiente con la cabeza y murmura un suave "si apá" para luego dirigirse al lado opuesto de sus padres. Está enfadado, sabe que no se expresó de la manera correcta, y a su vez, se siente impotente, pues desea poder hacer más para ayudar a su familia y sencillamente no tiene los recursos para hacerlo
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Seducida por el italiano
Storie d'amoreÉl conduce hacia su escape, pero un aparatoso accidente le cambia los planes y el destino. Conoce la historia de este apuesto italiano y la chica que cree que no merece ser amada. Prohibida su reproducción total o parcial. Cuento con todos los der...