Capítulo 47

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Zil sintió que todas sus emociones resurgían, le emocionaba verlo, pero también, se sentía nerviosa cuando al bajarse del auto y pararse frente a ella casi que lo abraza. Su instinto le pedía que lo hiciera, pero su conciencia se lo impedía. Andrés había recibido la llamada de parte de su hermano, Fer le había avisado con la única intención de preguntarle que ruta le podía dejar ahí cerca o bien si le recomendaba un sitio de taxis cercano.

Ellos no estaban familiarizados con los servicios de Uber, Didi o parecidos, así que les era más fácil pedir un servicio de taxi. Aunque nunca los habían usado en su pueblo, Fer si los había usado en Durango. Afortunadamente ellos contaban con su antigua camionetita, que, aunque era un modelo Datsun de 1982. Muy "cueruda" como solían decirle, dando a entender que aguantaba el ritmo de trabajo durante años.

Fer nunca se imaginó que Matteo le diría que ellos (refiriéndose a él y Andrés), irían por Zil ya que no estaba en una zona muy buena que digamos. Fer se asustó y aunque le hubiera gustado acompañarlos, sabía que no debía. Quizás Matteo ni siquiera lo iba acompañar, era una buena oportunidad para que esos dos hablaran. Y así fue, nada más recibir la llamada de su hermano, Andrés se subió a su auto pasándose algunas luces rojas para llegar lo antes posible donde su ahora ex novia.

Al verla sintió alivio, estaba bien, al menos no estaba sola. Sin embargo, al irse acercando se dio cuenta de que la persona con la que estaba acompañada no era una muy protectora compañía.

—¿Estás bien? —pregunta nada más bajarse y al igual que ella casi abrazarla. Levanta su brazo para quitar un mechón de cabello sobre el rostro de ella, pero se detiene en el momento.

—Sí ¿qué haces aquí? —pregunta al pensar que sería su hermano el que venía—. Fer no ha de tardar en llegar —explica antes de que él diga algo más.

—Buenas noches —saluda él a la chica que yace ahora con la boca abierta al ver lo apuesto que es.

—Buenas noches... —responde ella sin despegar la vista de su silueta.

Zil no pasa desapercibida la acción de la chica y sabe que le ha gustado su ex novio... «Ojalá ella encontrase un día el amor y saliera de esa situación tan nefasta» piensa ella mientras regresa su atención a el hombre frente a ella.

—Fer nos avisó, quería saber que ruta tomar o como podía venir hasta acá, pero tardaría al menos una hora el llegar... —explica mirando frente a frente a la mujer que le arrobado el sueño, el aliento y que provoca todas las ganas de besarla—. Espero no te haya molestado que yo viniese por ti, solo quería que estuvieras segura.

Zil aprieta los labios, solo para asegurarse de no sonreír estúpidamente. Se siente de vuelta una mujer enamorada, mejor dicho, recuerda lo que es estar enamorada. Ese hormigueo, esas ganas de estar junto a él, de que la abrace, de que la bese y por supuesto de compartir el tiempo.

—Está bien, en realidad estaba preocupada cuando se hizo de noche —se sincera ante él—. Muchas gracias, Lily, por permitirme hacer esa llamada y por quedarte a esperar conmigo.

Zil se acerca para abrazarla cariñosamente y la chica se sobresalta ante lo expresivo de la acción. No era una mujer a la que precisamente le dieran cariño.

—De nada... —menciona antes de que Zil se aleje con un nudo en la garganta.

Piensa en alguna forma en la que pueda ayudarla para que salga adelante y no tenga que recurrir al oficio antiguo. La chica se aleja en cuanto la joven suelta el abrazo.

—Me tengo que ir, ya sabes, si te vuelves a perder, no dudes en llegar —asegura y le lanza un beso mientras se aleja toda prisa hacía la esquina que antes había señalado como su lugar de trabajo.

Seducida por el italianoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora