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Ese día Jimin se levantó con algo de nostalgia por el tiempo que llevaba fuera de casa, tenía semanas en Busan, extrañaba a sus padres y el calor de su hogar. Claro que diariamente estaban comunicándose mediante llamadas, pero a fin de cuentas no era lo mismo.

Le quedaba un par de semanas más y ya podría volver a la realidad fuera del mundo del espectáculo y la belleza. Fuera del cuidado de Angelina.

Durante todo ese período en Busan Angelina lo ayudo mucho, ella estuvo pendiente de él en todo momento y lo guió en los momentos donde él no sabía que hacer, también lo orientó en diferentes partes del trabajo que ella hacía brindandole un conocimiento más amplio sobre la organización bien hecha de un evento y la publicidad del mismo.

Angelina era una mujer muy popular debido a todo lo que estaba haciendo en el país siendo una extranjera. Era parte de la embajada américa en Corea y una mujer independiente que había creado una de las mejores empresas en la capital, además de tener pequeños negocios en el ámbito público; cómo lo era este. Jimin realmente la admiraba y apreciaba todo lo que estaba haciendo por él, ella era una persona que se había ganado su confianza entera. Y es que la mujer siempre quería ayudar a todos con su gran corazón y hermosa sonrisa.

—¡Jimin!— dijo la susodicha tocando la puerta de su habitación con leves toques. El pelinegro sonrió, cuando las cosas son ciertas sucede eso.

—¡Voy!

Se dirigió a la puerta con su pijama más cómoda y le abrió, su sonrisa se amplió al verla, era una mujer realmente hermosa y agradable.

Ella también le sonrió y pasó por la puerta sin preguntar mucho más que un 'cómo estás'. Él quería contarle la verdad, que además de extrañar a sus padres también extrañaba a cierto azabache.

—De acuerdo, quizás te preguntes por qué estoy aquí, ¿Cierto?— él dió un cabezazo, asintiendo— iremos a dar un paseo con Hoseok, ¡Nos invitó a un restaurante! Sería muy malo de mi parte decirle que no así que le dije que lo pensaría y le respondería luego. Pero le dije así solo por si tú no querías.

Jimin sonrió sintiéndose tímido, que lo involucraran en ese tipo de cosas lo hacía sentir importante y que tomaban en cuenta su presencia y opinión. A pesar de sentir cierta ansiedad, asintió suavemente.

—Eso me gustaría.

Ella sonrió aún más y Jimin pensó que se veía tan radiante.

—¡Genial!— canturreo alegre— Toma una ducha y cuando estés listo nos vemos en el restaurante del hotel.

—De acuerdo.— ella estaba por salir de nuevo cuando él la detuvo— Y... Angelina— ella lo miró, alentadolo a seguir hablando— Gracias por todo lo que estás haciendo por mi.

Algo en los ojos del pelinegro inspiró mucho en la mujer ya que sus ojos se cristalizaron y se adelantó para envolverlo en sus brazos suaves y protectores. Ella no dijo mucho, solo le regaló ese abrazo y luego se retiró limpiando delicadamente sus lagrimales.

Jimin sintió paz en su interior y aquella nostalgia había quedado en segundo plano. Fue corriendo a la habitación en busca de ropa bonita que ponerse. Una de las primeras cosas que había hecho Angelina había sido botar toda su ropa, por lo que casi no tenía. Así que optó por una camisa de vestir suelta y unos pantalones negros suaves con unas zapatillas de goma.

Se peinó un poco el cabello y acomodó sus lentes listo para salir.

Ella lo esperaba junto con Hoseok en una de las mesas del restaurante, ya habían pedido aperitivos pero le hicieron saber que esperaban por él para pedir la comida. Eso sin duda lo hizo sentir bien.

Patito feo➫Kookmin©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora