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El pelinegro llamó por el teléfono de la oficina al número en la agenda, un tanto tocado por lo que acababa de suceder. No era oficial pero tenía el empleo, se mentalizó en demostrar sus talentos, ahora ver al señor Jungkook defenderlo le había dado una razón para hacerlo confiar en sus habilidades.

Cuando pudo comunicarse con la aseguradora, está le aclaró que el embargue ya había salido pero que había tenido problemas en la entrega porque el camión se había averiado. Entonces Jimin pidió que alguien se encargara de completar el envío, y habían quedado en que un camión aparte lo haría cuanto antes. Cruzaba los dedos porque fuera hoy mismo, o si no su jefe se fastidiaria más.

No supo que más hacer, sí quedarse ahí parado o irse, ya que Jungkook estaba ocupado con sus padres y su prometida.  Sin embargo la duda no le duró mucho cuando el azabache cruzó las puertas encontrándolo con el teléfono en la mano.

—¿Ya llamaste?—. Preguntó buscando su maletín.

—Si, señor. El camión que lo traía se averió pero ya lo trae otro.— explicó por lo bajo. El azabache asintió— ¿Ya no me necesitará más?

Jungkook se lo pensó, pero luego negó.— Puedes irte, mañana aclararemos tu puesto a primera hora.

—Esta bien, señor.— le dedicó una reverencia y empezó a alejarse de él, antes de cruzar la puerta se devolvió mirando como organizaba unas cosas en su maletín— Y... G-gracias por defenderme a-antes...— el azabache lo miró— Ha-haré mi mejor trabajó para no defraudarlo.— dicho esto sonrió un poco y se fue corriendo con el rostro rojo. Lo había dicho, y aunque sintiera vergüenza también un peso menos de encima.

Al bajar por el ascensor salió a la recepción consiguiéndose con el chico lindo hablando por teléfono, con una sonrisa pequeña se sintió un poco mejor al decirse a si mismo que lo había conseguido, entonces salió de la empresa despidiéndose del portero y tomó un bus que lo dejó frente a su casa.

Ya quería contarle todo a Taehyung.

Su madre lo recibió expectante.— Venga mi niñito, le hice comidita.— lo guió a la cocina.

—No tengo mucha hambre mamá.

—¿Cómo que no? Sientese a comer o se va poner flaco.— pidió esta vez su padre, quien también esperaba la comida de su mujer. Jimin asintió tomando asiento frente a él. Entonces se quedaron callados esperando por Jimin, pero el chico no habló— ¡Diga pues! ¿Lo contrataron?

Se mordió el labio y asintió de nuevo, por puro reflejo.— Oficialmente soy el asistente de presidencia.— mintió a su padre, quien sonrió.

—¡Ese es mi hijo! No esperaba menos de ti, y es que para eso estudiaste toda tu vida.— se jactó el hombre. Mientras tanto su madre le daba una mirada de preocupación, ella sí sabía la verdad.

No podía decirle a su padre que era un simple secretario, no entendería que nadie lo contrataba por feo y que esa había sido su última opción para poder ayudarlos. Era su padre, pero era demasiado terco y obstinado cuando se trataba de él, tenía veintitrés años pero lo trataban como un niño pequeño. No se quejaba, sólo necesitaba un poco de libertad.

Cuando terminaron de comer pidió permiso para subir a su habitación, tenía tantas ganas de desahogarse. A penas se acostó en su cama sacó su diario y empezó a escribir lo que vivió en su día; cuando el señor Jungkook lo contrato, cuando lo defendió delante de tantas personas. Escribió a cerca de hacer todo lo posible por dar lo mejor de él, escribió y describió absolutamente todo sus confusos sentimientos, describió lo que sintió cuando hablaron y al final, aclaró que era una pequeña atracción de agradecimiento, porque el hombre tenía mujer y sería imposible que se fijará en su rostro horrible.

Patito feo➫Kookmin©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora