Alguien, nadie sabe quien osó dejar una pequeña canasta fuera de aquella puerta, ahí donde empezaba el infierno, ahí donde Dios nunca había puesto un solo pie, ahí donde los sueños no volvían a ser de color rosa, ahí donde todo estaba mal. Pero Dios si que sabía que esa mujer era adicta al crack y que había hecho bien en dejar al bebé, lo había hecho con buenas intenciones, sin embargo, las cosas no salieron como ella hubiera querido.
Lo último que la gente vio fue a una mujer de cabellos oscuros, con una chaqueta gigante, una que parecía ser de hombre, al menos eso dijo la vecina chismosa. La mujer tocó el timbre y sin importar la lluvia, bajó corriendo los escalones del pórtico.
Una mujer ya entrada en años abrió la puerta y lo único que encontró fue a un bebé envuelto en una cobija vieja, con una pequeña nota de color amarillo con letras feas:
«Ayúdame, por favor»
Torció el gesto y entró con el bebé en brazos.
Era hermoso, eso había que reconocerlo, tenía la piel sonrojada por el frio, los cabellos rubios, los ojos hinchados, había estado llorando, no había duda, también tenía una nariz muy bonita; era todo un ángel, o quizás más hermoso que uno. La horrible mujer a penas pudo sentir compasión por el bebé, al cual le calculaba seis meses, y que quizás lo habían dejado porque iniciaba su etapa de destete, pero ¿eso que importaba? ¿Por qué lo habían dejado?
—Mira, Agatha— dijo entrando en la oficina de la directora—. Uno más— casi rodó los ojos.
—Maldita gente, se reproducen como putos conejos, y luego esperan a que nosotras nos hagamos cargo de sus malditos engendros— se levantó para mirar al niño—. Mmm... ¿No dice nada más la nota?
—No sé...— abrió el pequeño sobre y vio, con la misma fea caligrafía el nombre del bebé— Se llama Harry Styles— hizo una mueca ante el extraño apellido. También encontraron documentos oficiales como su acta de nacimiento y aquella cartilla donde se revisan las vacunas que el bebé necesitaba.
—Al menos no tendremos que esforzarnos en ponerle un jodido nombre— asintió—. Llévalo con las más grandes, que ellas se hagan cargo de él.
La mujer llevó al pequeño en brazos, de mala gana, eso si, al final del día no podían dejar a la deriva a un bebé. Subió unas feas escaleras de baldosas gastada. Entró sin tocar a la habitación, encontró a quince niñas, once pequeñas y cuatro adolescentes.
En parejas compartían recamara, pero era la habitación de Helena la cueva donde todas se sentían a salvo.
—Tú— le llamó en medio de un gruñido a una chica de cabellos castaños claros y ojos avellana.
—¿Qué?— respondió de mala gana.
—Mira lo que tengo: un nuevo cachorro. Se harán cargo de él.
—¿De él?— alzó las cejas con fastidio.
—Si, lo acaban de dejar. Duérmanlo y duérmanse, ya estoy cansada de verles la cara— casi lanzó al bebé.
La chica tomó al pequeño y destapó su bonito rostro, el cual mostraba unos enormes ojos verdes, de pestañas rizadas, pero cortas, era un bebé precioso, nadie, absolutamente nadie podía negarlo.
—Se llama Harry— dijo la chica, las demás se arremolinaron cerca de Helena.
—¿Quién carajos se atrevió a dejar aquí a este bebé?— dijo una chica que se llamaba Nefertiti. Tenía rasgos exóticos, era muy guapa. A penas tenía catorce años y ya podía adivinarse que venía de buena familia, buena entre comillas, claro.
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Cuarteles de invierno 🌨️Larry S.🌨️ LT
FanfictionPor fin fueron libres. Y esa libertad se sintió bien. Tan bien que poco les importa no mirar a atrás.