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Había sido un día largo. Harry estuvo algo fastidiado durante la tarde, entonces alguien, no recuerda quién, le dijo que los chicos estaban jugando voleibol en las canchas del patio trasero. Había que admitir que lo más gay que tenia Harry era que le encantaba ver deportes, adoraba los quejidos y los hombres sudorosos.

A penas apretó el paso, no deseaba verse urgido por presencia masculina, aunque todo mundo ya sabía que si había algún evento que estuviera relacionado con el deporte e implicaba hombres con ropa pequeña, él estaría ahí.

Eso por un lado, por el otro, Louis a penas tenia ropa. Llevaba sólo un short diminuto que le marcaba esas curvas de las que tanto se sentía orgulloso. Su trasero posaba pomposo y respingado, sus piernas, siempre hinchadas, atléticas y definidas comenzaban a marcarse de forma coqueta con el elástico de la prenda, y su camisa... la camisa era inexistente. Sus pezones, que muy pequeños eran, estaban erector por el sudor y el sol, su piel se puso roja en los puntos más altos, como en los hombros, el resto estaba tostado, dorado. Su cabello se pegaba a su frente y chisporroteaba como el fuego. Sus mejillas estaba rojas y sus pupilas hace ya un rato que habían apaleado al azul de su iris.

Harry no perdió el tiempo, se sentó, sin embargo, no duró demasiado ahí. No soportaba la belleza que Louis irradiaba. Podía imaginar el sudor, el olor de su piel, el calor de su cuerpo, el peso de sus piernas sobre las suyas. Se puso de pie sin importar nada más, caminó con su mochila en el centro de su pelvis, ocultando un secreto.

El autobús iba vacío, lo que le ayudaba a pensar mejor. No quería pensar en lo sexy que Louis se veía, ni en lo caliente que su piel parecía. No quería pensar en lo mucho que le vendría bien a los labios de Louis un poco de su saliva... Estaba yéndose por el camino que juro nunca ir.

Sacó su viejo móvil, en la pantalla se leía el anuncio de una llamada perdida de Niall. Puso el buzón de voz.

«—Vimos que corrías, ¿a dónde? Como sea, Louis se fue inmediatamente detrás de ti.»

¿QUE?

No podía ser, él sabía el motivo por el que había huido, iba a arruinar todo. Cerró los ojos y pensó. Le llevaba de ventaja casi media hora, lo que indicaba que tenia que hacer todo lo que imaginaba más rápido de lo normal, que si reproducía esa imagen una y otra vez en su mente, no se tardaría demasiado.

Llegó más rápido de lo que creyó. Bajó corriendo, ignoró a las hienas y sus risas malvadas, subió las escaleras a zancadas. Se quitó el suéter, la camisa, los zapatos y entró al baño. Miró el reloj. Tenía media hora. Era tiempo suficiente.

Louis entró a la habitación con una sonrisa, la mochila en los hombros y el cabello lleno de sudor. Últimamente Harry estaba muy raro, así que cuando estuvo en el centro de la habitación no le pareció extraño que no estuviera acostado en esa cama que, a pesar de los años, seguían compartiendo.

Lo que si se le hizo extraño fueron los jadeos que salían desde la orilla inferior de la puerta del baño. No parecían jadeos de cansancio, o dolor, parecían los jadeos de alguien que se la estaba pasando muy bien.

—¡Oh!— hubo un golpeteó, entonces las mejillas de Louis comenzaron a enrojecer.

Por un momento pensó que Harry estaba ahí con alguien más, que se había atrevido a meter a un chico.

—¿Hazz?— dijo con temor.

Tanto el golpeteo como los jadeos cedieron. Nació un silencio sepulcral.

Se sentó en la cama, como si esperara a que de la nada la puerta se abriera y saliera un chico totalmente diferente a su rizado.

Los jadeos se reanudaron.

Cuarteles de invierno 🌨️Larry S.🌨️ LTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora