Epilogo

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Era una mañana soleada. El aire era fresco y tenían un extraño cosquilleo en el cuerpo. Se iban a graduar, lo que era más o menos una prueba de lo que se avecinaba.

Louis había planchado las togas que les habían dado dos días antes, y estaba listos para irse. Harry tenía los rizos bien peinados y él se limitaba a mantener el fleco intacto sobre su frente. El claxon del coche de Niall los apresuraba desde el pórtico.

Los niños sabían que se iría para siempre, y a pesar de eso no sentían tristeza en sus corazones, ya no necesitaban a alguien que los cuidara porque los malos tiempos habían pasado ya. Todo aquello que les hizo daño estaba ya muy al interior de una caja de alta seguridad. Maxime, que no era ni buena ni mala les prometió que dejaría que los chicos se pusieran siempre que quisieran en contacto con ellos. Vicky si que estaba algo triste, pero no la culpaban, como era común en esas situaciones, su ojos estaban rojos y su nariz irritada.

—No pasa nada, cariño. Nos vamos, pero siempre puedes ir a buscarnos. Sabes que sólo tienes que llamarnos y nosotros vendremos.

—Lo sé.

—¿Entonces por qué estás triste?— la niña se alzó de hombros.

—Sé que todos están felices de que se vayan por fin, y yo me siento también muy contenta— cerró los ojos y sollozó—. Pero eso me hace sentir como una traidora.

—¡Oh!— Louis se apresuró a abrazarla— Para nada— le dio un beso en la mejilla llena de lágrimas—. Gracias por todos, incluso por eso felicidad que no te gusta. ¿Sabes? Nosotros cuando llegamos aquí éramos mucho más pequeños que tú— los enormes ojos de la niña buscaron a Harry, que asintió—. Y es tiempo de que nos vayamos, ya hemos estado mucho tiempo aquí, ¿no te parece?

—Si, claro que han pasado ya mucho tiempo aquí— le dio un beso a Louis en la mejilla—. Necesitan un descanso.

—Prometemos que vendremos después de la fiesta que dará Niall, además, me parece que él también quiere despedirse de ti— dijo Harry.

—Está bien— sorbió la nariz.

Entonces en la mañana, los nervios se hicieron presentes una vez que pusieron los pies fuera de la construcción. Louis llevaba a Harry de la mano, mientras que con su otro brazos las togas descansaban también un poco nerviosas a juzgar por como se balanceaban. Los niños los miraban por la ventana.

—Tienen publico— dijo Niall en el asiento del conductor con una sonrisa de lado a lado.

—Parecen ídolos.

—No nos miran, sólo miran a Harry— las mejillas del rizado se sonrojaron.

Era normal que dijera eso. Harry había sido obligado a construir una personalidad que se amoldara a la perfección con lo que sucedía dentro de ese lugar. Había sido totalmente sometido a ser parte de ese lugar. Fue pañuelo, hierro, protección, había sido todas esas promesas que se cumplieron sin dificultad. Había sido un héroe.

Dolía, y nadie lo iba a negar. Dolía dejar que Harry se fuera. Valia la pena mantenerlo lo más cerca posible, pero no ahora que por fin dejaba a atrás una vida asquerosa. Y es que por mucho tiempo sus alas habían estado heridas de gravedad, estuvo a punto de perderlas para siempre y ser condenado a una vida dentro de una jodida jaula. Pero ahora sus alas estaban listas para abrirse y hacer que Harry se elevara por los cielos.

Louis también era un héroe, pero era uno muy diferente. Él se dedicaba a dar paz, calmar las aguas violentas que de repente se alzaban sobre los niños. Él no había hecho ninguna ofrenda para los monstruos que ahí gobernaban, él se dedicaba a que la locura del héroe principal no se expandiera ni fuera contagiosa, aunque estaba seguro de que su cuerpo estaba ya muy infectado de todo aquello que Harry emanaba.

Cuarteles de invierno 🌨️Larry S.🌨️ LTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora