30

16 3 0
                                    

Entonces sucedió lo inevitable. Todos los chicos del orfanato estaban vestidos de negro, con los ojos hinchados y la nariz roja. Frente de ellos estaba un ataúd, con montones de flores que Louis había comprado. Todos lloraban, incluso una que otra hiena, y como no, Violeta había muerto. Todos menos Harry. Sus ojos estaban fijos en la foto que Agatha, a pesar de todo, eligió con tristeza.

No podía creerlo, mucho menos podía creer la causa por la que había muerto. Durante tanto tiempo les ocultó que había estado en una lucha constante contra el cáncer. Lloraba por la noche, esperando a que una cura llegara de la nada, sin embargo, había ocultado todas y cada unas de sus penas.

Harry siempre bromeaba con ella, el tiempo parecía ir diferente para Violeta. Harry y Louis decían que la habían conocido vieja y que seguiría así por quién sabe cuanto tiempo. Nadie sabía con exactitud cuantos años tenía Violeta. Harry y ella habían hecho una linda relación desde que se conocieron, y es que era casi inevitable no formar lazos con alguien que te ha visto sangrar.

Estaba helado, sus ojos dolían y a penas era capaz de parpadear. Las cosas habían pasado muy rápido. Maxime, una vieja arpía de Francia había bajado corriendo las escaleras, al parecer había ido hasta la habitación de Violeta para pedirle La Biblia, entonces la encontró: estaba pálida, con los labios secos, las ojeras marcadas y su pecho quieto, no había más latidos, ni más sangre circulando, todo en su cuerpo se había detenido.

Habían pasado a pesas dos días de la paliza que Agatha les había dado a Louis y Harry, nadie estaba bien, todos se sentían tan mal como les era posible, pero ella no dijo nada. Harry consideraba que eran mejores amigos y que se contaban todo, pero al parecer Violeta le ocultaba algunas cuantas cosas.

Louis sobaba su espalda, esperando a que su tacto por fin le diera paz a Harry y soltara ese nudo que en su garganta se hacía visible. Todos en la gran sala le lanzaban miradas curiosas. ¿Por qué no lloraba? No tenía que hacerse el valiente como con Agatha, estaban seguros de que si Violeta lo viera en ese momento le diría que llorara, que se relajara, que soltara todo lo que habían en su pecho, porque los únicos que no lloraban eran los monstruos. Pero eso a él no le importaba, porque él era uno, hecho y derecho. Todos esperaban el momento en que se rompiera y sollozara, perdían su tiempo con crueles imaginaciones.

Era media noche, sólo quedaban ellos dos en la habitación.

—Harry, ¿estás bien?— el chico asintió.

—Si, Louis. Ve a dormir si quieres.

—No, me quedaré contigo.

—Nunca nos dijo que estaba enferma.

—Yo tampoco lo entiendo, Hazz— se recargó en él—. Supongo que pensaba que ya teníamos mucho problemas.

—Ella nunca hubiera sido un problema para mi, no después de todo lo que ha hecho por mi.

—Bueno, pero quizás ella no lo veía de esa manera— le dio un pequeño beso en el hombro—. Ven, vamos a descansar.

—Ve tú, debes estar cansado después de haber cuidado de los niños. Perdón por no haberte ayudado, pero creo que...

—Es difícil creerlo, Hazz, no te preocupes.

Se puso de pie y salió de la habitación.

El silencio adornaba la habitación, pero a pesar de ello, sin nadie mas ahí, era un silencio incómodo. Harry quería llorar y lanzar todo por los aires. Estaba seguro de que Violeta reprobaría esa actitud, pero ¿qué otra cosa podía hacer? Miraba la foto. Algunos, como Louis y Maxime se habían despedido de ella, la habían visto por última vez antes de que cerrarán para siempre el ataúd. Él se negó rotundamente, al igual que Agatha. Le jodía saberse igual a ella incluso en esos rituales.

Cuarteles de invierno 🌨️Larry S.🌨️ LTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora