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JiMin

Siete años después

—Gracias por dejarme tu teléfono, DaHyun —susurré mientras me escondía en el armario.

—¿Por qué hablamos con susurros?

—Para que JiHyun y YoonGi no puedan escucharme.

—¿Estás seguro de que quieres hacer esto? ¿Y si se da cuenta de que eres tú quien está enviándole los mensajes?

—Quiero que se dé cuenta de que soy yo. —Lo pensé durante un segundo, y luego cambié de opinión—. Bueno, quizá no sea lo mejor al principio, pero al final lo sabrá.

Ella suspiró al otro lado de la línea.

—No sé si será una buena idea. ¿Y si se lo dice a tu hermano? —Contuvo la respiración—. ¿Y si reconoce el número y piensa que soy yo?

—Oh, basta... ¿Cómo van a reconocer el número de tu primo? Si no abres la boca, nadie lo sabrá. Y es solo por esta noche. No le volveré a enviar más mensajes. Mis padres han salido y él se queda a dormir, es el momento perfecto.

—¡JiMin! —Mi hermano dio un golpe en la puerta de mi habitación—. Ha llegado ya la pizza, y si no bajas ya, acabarás encontrando la caja vacía.

—Claro, rómpeme la puerta —murmuré por lo bajo antes de abrir la puerta del armario—. ¡Ya voy! —grité—. Tengo que bajar. ¿Qué hora es? —pregunté a DaHyun, levantándome del suelo.

—Las nueve. ¿Cuándo le enviarás el mensaje? Tienes que decirme todo lo que te va poniendo.

—No puedo enviarte ningún mensaje mientras me escribo con él. Estaré demasiado emocionado. Te llamaré mañana para decirte cómo ha ido todo.

—No, entonces iré a desayunar a tu casa; quién sabe cuándo se te ocurrirá llamarme. Además, tengo que devolverle el teléfono a mi primo. Se va mañana por la tarde.

—Esta bien, entonces nos vemos mañana. Deséame suerte.

Lancé el teléfono sobre la cama, respiré hondo y me miré en el espejo. Mi pelo, de color rubio oscuro, me caía un poco sobre la frente formando suaves ondas, me brillaban los ojos y tenía la cara roja ante la posibilidad de lo que podría llegar a suceder más tarde, esa misma noche.

Bajé la vista a mis manos temblorosas y me reí para mis adentros.

Lo único que iba a pasar esa noche era que le enviaría a YoonGi un mensaje y chatearía con él como si fuera otra persona, como un admirador. Llevaba días planeándolo. Iba a enviarle un mensaje manteniendo, por supuesto, mi identidad en secreto, a ser posible cuando JiHyun no estuviera con él, y luego me limitaría a hablar con él. Quizá podría preguntarle quién le gustaría que fuera... ¿No sería genial que me dijera que yo?

Hasta ese momento, el plan estaba funcionando a la perfección. Dependiendo de cómo fuera el resto de la noche, haría mi siguiente movimiento.

—¡JiMin! —rugió mi hermano desde abajo.

Respiré hondo, cerrando los ojos, escondí el teléfono debajo de la almohada y salí de mi habitación.

—¿Por qué gritas? Ya te he dicho que bajaba ahora —solté cuando vi a mi hermano sentado a solas frente al televisor.

—Sirve las bebidas y saca la pizza —me respondió, sin siquiera mirarme.

—¿Y no puedes levantarte y hacerlo tú mismo? —repuse.

—Hazlo de una vez. Está a punto de empezar la película.

Abrí la boca para...

—Hola, JiMinnie —me susurraron al oído, haciéndome pegar un brinco.

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