007

291 53 2
                                    

YoonGi

Después de llevar a un reacio JiMin a mi auto, rodeé el vehículo y entré por el otro lado mientras él murmuraba algo sobre matar a alguien.

—¿Vas a comenzar una oleada de asesinatos? —le pregunté divertido. Todavía no podía creerme lo que veía, que el menor estuviera realmente allí. Me miró con el ceño fruncido al tiempo que tiraba bruscamente del
cinturón de seguridad.

—¿Qué?

—Tranquilo, JiMinnie. —Sonreí y me incliné sobre él para solucionar su apuro.

Mi nariz casi tocaba su mejilla. Mmm... Olía a manzanas frescas y dulces.
Noté que se ponía tenso.
Mi pequeño JiMin.
Le abroché bien el cinturón, me eché hacia atrás y mis ojos se centraron en sus labios abiertos.

—Ya está...

—Gracias —murmuró, mirando a cualquier parte menos a mí. Yo también miré hacia otro lado.

—Me ha parecido oírte musitar algo sobre matar a alguien.

—A TaeHyung. Mi amigo.

—¿Y qué ha hecho para merecer la muerte?

Encendí el motor mientras lo miraba de reojo. El niño que siempre me había brindado las sonrisas más grandes del mundo había desaparecido. Aunque por otro lado parecía que no había cambiado en absoluto, sabía que todo era distinto. Ya no era el receptor de ninguna sonrisa.

—No soy tan mala compañía, ¿sabes? —pregunté antes de que pudiera hablarme de su amigo.

Esbozó una pequeña sonrisa; no era una de esas que solían iluminar sus ojos y teñir de rojo sus mejillas, pero, aun así, era sincera.

—No, no eres tan mala compañía. Puedes dejarme en la universidad; quiero buscar a mis amigos.

—¿Estudias allí?

—Sí.

—Vamos, JiMin. No seas así. Ponme al corriente de lo que has estado haciendo. Todavía no puedo creerme que nos hayamos encontrado aquí con lo grande que es Seúl.

—Hubiera sido más lógico en una cafetería o algo así, ¿no?

—Exacto. Pero ¿en el despacho de un ejecutivo? ¿En un estudio? Nunca lo hubiera imaginado.

JiMin se rio entre dientes.

—Es un poco raro, sí...

—¿Raro? Es probable. Sin embargo, nunca has sido un chico normal.

Me detuve en un semáforo en rojo y lo miré directamente. Estaba con los ojos clavados en la ventana, con los puños apretados en el regazo. Le tiré de un mechón de su cabello rubio, que parecía mucho más claro que años atrás, y me miró.

—Te he echado mucho de menos, JiMinnie. Ni siquiera sabía cuánto hasta que te he visto. —Su sonrisa vaciló un poco, pero se las arregló para convertirla en una mueca torcida, que me pareció demasiado atractiva.

El semáforo se puso en verde y tuve que prestar atención a la carretera. Pasaron varios minutos sin que ninguno de los dos dijera nada, y luego hablamos al mismo tiempo.

—Has tenido...

—Puedo...

Me reí.

—Tú primero.

—Solo quería saber por qué dejaste de llamar a JiHyun. Durante un tiempo, se ponía sensible si alguien te mencionaba. Creo que no deseaba demostrar lo mucho que le molestaba. Sé que no es asunto mío, y, sin duda, no tienes que responder si no quieres, pero siempre me lo he preguntado.

Cine y letras | YMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora