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En lugar de llevarme a casa, fuimos a la suya, al paraíso de su hogar.

—¿Quieres beber algo? —preguntó tan pronto como estuvimos dentro.

—No, gracias.

—Serviré entonces algo para mí.

Y se sirvió... Ni siquiera me importaba lo que era en ese momento. Me quedé quieto en medio de la sala de estar, abrazándome a mí mismo y sintiéndome desganado.

—Quizá deberías haberme dejado en casa, YoonGi —le dije cuando me dio la espalda—. No creo que haya sido una buena idea salir esta noche. Deberías haberte limitado a llevarme al set de rodaje, o, demonios, no sé..., a decirme que piensas que el libro es una porquería... O tal vez sea por algo de las fotos, eso tendría más sentido...

—Basta, JiMin. Para un segundo —me interrumpió.

Por fin, dejó la botella de licor y se acercó a mí. Ahuecó las manos sobre mis mejillas al tiempo que me miraba a los ojos.

—Tu libro es increíble. Tú eres increíble. Deja de pensar mal de ti mismo. Tengo que... No, necesito decirte o preguntarte algo. ¡Joder! —Me soltó la cara y me dio la espalda—. Estoy complicándolo todo mucho. Pero es que no sé cómo decirlo... , ni por dónde empezar.

—Bien. —Me hundí en el cómodo sillón—. Estoy medio convencido de que estás tratando de decirme que tienes que matarme, así que no puede ser nada peor que eso. Dímelo y ya.

Se pasó la mano por el cabello, ya despeinado, y soltó un profundo suspiro.

—Tienes razón. Bueno. Creo que la última vez te gustó mucho sentarte ahí fuera, así que salgamos —Me agarró de la mano y me llevó al exterior.

—Si hay sillas reposeras —comenté cuando salimos. Eran seis, y quedaban ideales al lado de la piscina. También había unos cuantos cojines gigantes sobre los que uno podía acurrucarse y dormir cómodamente—. No tenías todo esto la última vez que estuve aquí.

—Ya, le pedí a ChangMo que buscara algo cómodo que sirviera de asiento para cuando tuviera invitados que quisieran sentarse cerca de la piscina en lugar de en la mesa.

¿Los había comprado por mí? No pude contener una sonrisa.

Llevamos los cojines más cerca de la piscina y nos sentamos uno enfrente del otro.

—Ya he dado demasiadas vueltas al tema, así que allá vamos — comenzó. Me enderecé, lista para lo que fuera que estuviera a punto de contarme. —Mi publicista quiere que me case, JiMin.

«Espera... ¿Qué? ¡No estaba preparado para eso!».

—¿Puedes repetirlo?

—Después del escándalo que produjo el vídeo del callejón, perdí algunos trabajos; al parecer, no creen que me tomo mi profesión lo suficientemente en serio, y ningún estudio importante quiere cargar con eso. No querían que los artículos centrados en mi vida privada y mis malas costumbres afectaran a la película, así que han cancelado algunos contratos. HoSeok opina que eso solo es el comienzo si no cambio de actitud.

Apenas escuchaba una palabra de lo que decía.

Hacía mucho tiempo que había renunciado a mi amor platónico de la infancia, pero ahora, después de verlo de nuevo, de pasar tiempo con él otra vez..., ¿ahora se iba a casar?

—Espera un segundo. —Negué con la cabeza—. No entiendo nada. ¿Qué tiene eso que ver con que te cases?

—Es lo que hacen en el mundo del cine, JiMin. Te inventan una vida idílica para el público. Te transforman en algo nuevo, algo que se ajusta a los estándares. Todo es una ilusión. A veces, incluso en tu vida privada, tienes que seguir actuando. Cuando tienes una nueva pareja; tus especialistas en marketing se sientan y redactan un contrato. Todo consiste en un contrato. Todo es vinculante. Por supuesto, hay parejas reales, pero es difícil encontrar el amor con alguien de esta industria.

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