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YoonGi

Disfrutamos de una cena rápida en la que TaeHyung y JiMin lograron hacerme reír varias veces con sus historias antes de ir al bar donde se reunían el elenco y el equipo. Más que una fiesta, era una manera de entrar en contacto y conocer a la gente nueva antes de que el rodaje acaparara todo nuestro tiempo. Si JiMin estaba triste porque HyoRi no había podido venir, no lo demostró, pero noté que la falta de su amiga en su vida le estaba empezando a preocupar. Aun así, no hice preguntas.

JiMin llevaba unos pantalones negros algo holgados con una camisa blanca informal. Todavía tenía el pelo húmedo por la ducha que se había dado después de la sesión de fotos, y apenas se había maquillado. Para mí estaba perfecto.

Por mi parte, casi no me había recuperado de la sesión, y tenía problemas para apartar la mirada sobre él. Cada pequeño detalle parecía importante por algo. La forma en que sus mejillas se pusieron rojas de tanto reír, la forma en que lo había pillado mirándome con las pestañas bajas, la manera en la que sus ojos brillaban cada vez que le tomaba la mano... Empezaba a resultarme imposible no notar cada pequeño detalle de él.

Era imposible que no me gustara todo lo que estaba viendo.

Me había obligado a dormir solo en mi habitación desde que JiMin se había puesto a llorar entre mis brazos aquella noche antes de mandarlo a la bañera, pero mi paciencia estaba empezando a agotarse.

Cada mirada inocente, cada roce, cada sonrisa secreta... Todo nos estaba acercando a lo inevitable.

Con la segunda cerveza de la noche en la mano, seguí a JiMin y TaeHyung con el rabillo del ojo. Quería darle tiempo a solos con su amigo, porque incluso yo podía ver cuánto se echaban de menos. No habían dejado de hablar desde que el peligris había puesto un pie en el coche. No había querido que mi agenda lo mantuviera alejado de sus amigos, pero, dado mi trabajo, acababas acostumbrándote a no tener libertad.

Estaban tomando chupitos de tequila y regándolos con cervezas. No parecía que estuviera borracho, y ciertamente no estaba actuando así, pero no podía estar seguro. Si pedían otra ronda, iba a interferir. Por mucho que me encantara volver a tener entre mis brazos a un JiMin borracho, quería que estuviera sobrio cuando llegáramos a casa.
Una hora después de la fiesta, algunos de los miembros del equipo habían decidido instalar la máquina de karaoke y se pusieron a cantar; se convirtieron en el foco de atención de la noche. De vez en cuando, saltaba alguien al escenario para torturar los oídos de todos. Por lo demás, nadie más había cogido el micrófono, lo que consideré una bendición.

Estaba sentado en la barra con el asistente del director, Shin KwanLi, un tipo con el que había trabajado antes y al que respetaba en el trabajo, cuando escuché por primera vez la voz de JiMin a través de los altavoces.

—Hola a todos, soy JiMin. —Carraspeó y dio un golpecito en el micrófono con el dedo.

Alguien dejó escapar un fuerte silbido.

—Creo que es tu esposo, YoonGi—dijo KwanLi, mirando por encima de mi hombro. Había sido la primera persona de la fiesta a la que le había dicho que estábamos casados. Shin no era un tipo que se lo fuera a contar a nadie más, en especial después de que le hubiera pedido que no lo hiciera.

«Mi esposo. Sí, correcto... Estoy casado».

Me giré en el asiento para mirar al escenario.

—Eso parece —confirmé, recreándome en las curvas de su cuerpo. Me incliné hacia delante y apoyé el codo en la barra mientras tomaba un trago de cerveza.

—Acabo de perder una apuesta con mi amigo Tae —dijo en tono risueño, mientras señalaba a un radiante peligris, y recibió un silbido de su amigo—. Así que, como perdedor, se supone que debo darles dolor de oído durante un rato. Espero que tengan paciencia conmigo. Es una lenta, así que no deberían sufrir mucho.

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