024

309 45 5
                                    

JiMin

—¿Cómo no me lo has dicho antes?

—LeeSeo me lo ha comunicado en el último momento, JiMin. No te preocupes, será divertido. Lo pasarás bien.

—¿Estás seguro? Te veo muy seguro de que me va a gustar, YoonGi. —Entrecerré los ojos y lo observé mientras se concentraba en su teléfono. Escuché una risita a mi lado, así que volví la mirada hacia ChangMo y arqueé una ceja.

Había conocido al asistente del pálido solo unos días antes, cuando literalmente nos topamos el uno con el otro en la casa. No sabía mucho sobre él, pero parecía un buen tipo. Sin duda estaba pendiente de todo. Por lo que había visto en los últimos días, prácticamente organizaba él solo la vida de YoonGi.

«¡Bien por él!».

—¿Lo sabías? —le pregunté.

—Por supuesto que lo sabía, JiMin. Es quien organiza mi agenda.

—Exacto —corroboró su asistente.

—¡Genial! Es increíble. ¿Y a ninguno se le ha ocurrido que sería útil mencionarme de antemano que íbamos a tener una sesión con una revista? Igual..., tal vez, no sé..., ¿unos días antes? —Seguí moviendo las manos con inquietud.

—No te pongas nervioso. Además de estar nervioso, como en este momento, ¿de qué más habría servido? —preguntó el pelinegro.

Le lancé una mirada de incredulidad.

—Si hubiera podido empezar a ponerme nervioso unos días antes, ahora estaría mucho más tranquilo, YoonGi. Además, ¿no es necesario que LeeSeo me instruya, me refuerce o algo así? ¿Cómo se supone que voy a saber qué puedo decir y qué no?

Por fin levantó los ojos para buscar mi mirada.

—No necesitas instrucciones para una sesión de fotos. Sé tú mismo, y yo me encargaré del resto.

«Sesión de fotos». Cada vez que oía esas palabras, comenzaba a temblar de nuevo.
Al parecer, la idea de su publicista de comunicar nuestro feliz matrimonio al mundo era anunciarlo a través de la revista de Lo más popular. Sabía que se había hablado de hacer una entrevista en vivo, pero, por suerte, esa idea no había prosperado. Una sesión de fotos era un mal menor para mí, pero tampoco significaba que estuviera encantado con ese resultado, en especial cuando me enteraba de ella la misma mañana que tendría lugar.

—Ya hemos llegado —anunció ChangMo cuando el coche se detuvo frente a una nave industrial relativamente pequeña.

Solté un enorme suspiro y salí del coche detrás de ellos.

—¡Joder! —susurré cuando entramos en el edificio. Era un loft completamente amueblado, y me parecía espectacular, si dejábamos a un lado a todas las personas que correteaban por allí. Mientras asimilaba todo lo que me rodeaba, me olvidé de estar nervioso. YoonGi me puso la mano en la parte baja de la espalda para guiarme al interior.

Unos segundos después, antes de que pudiera recrearme en la sensación, su asistente se acercó a nosotros con pasos rápidos acompañado de una mujer.
¿Cuándo se había apartado de nuestro lado?
Olvidé cualquier cosa sobre el loft y me concentré en la mujer. Cuando se detuvieron frente a nosotros, ella tenía una sonrisa provocativa dirigida hacia cierto pálido.

—Hola, señor Min. —YoonGi estrechó la mano extendida de la mujer.

—Por favor, llámame YoonGi. Eres SunGyeo, ¿verdad?

La sonrisa de la mujer se volvió más deslumbrante al darse cuenta de que el más alto recordaba su nombre.

Ella asintió.

Cine y letras | YMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora