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JiMin

Había pasado exactamente semana y media desde que habíamos regresado del estreno de la película en Londres. Semana y media desde que había aparecido una foto mía en la portada de todos los medios, una foto de la que nadie parecía dejar de hablar. Si bien YoonGi nunca había mencionado su existencia, LeeSeo se había cabreado mucho, y me había llamado varias veces solo para asegurarse de que estaba al tanto de cómo le estaba jodiendo las cosas al pelinegro. Después de esa conversación, esperaba recibir una llamada de él en la que me haría saber educadamente que nuestra boda falsa estaba cancelada.

Pero esa llamada no llegó nunca.

Aunque apenas nos vimos durante la semana siguiente, me mantuve ocupado empaquetando y escribiendo las primeras páginas de mi nueva novela. Por mucho que satisficiera que mis musas hubieran vuelto, me sentía infeliz por el hecho de que no podía contarles a mis padres ni a JiHyun lo que me estaba sucediendo. Al principio, no se habían creído que hubiera algo entre YoonGi y yo, y decidieron no hacer caso a la prensa, pero después de ver las fotos del estreno, me llamaron y me preguntaron si todo era verdad. Odiaba mentirles, pero no tenía otra opción si quería tener la oportunidad de que todo llegara a ser real con el pálido.

No hace falta decir que ninguno de ellos estaba contento conmigo. Mientras mi padre solo me habló conmigo unos segundos, mi madre estaba... estaba triste, y le preocupaba que estuviera cometiendo un error. Dado que estaba a punto de empezar el rodaje de Mi alma al descubierto, ni siquiera podía ir a verlos hasta que YoonGi tuviera tiempo libre para venir conmigo, porque no existía forma humana de que me enfrentara a ellos solo.

Luego, esa mañana, en la casa de varios millones de dólares que Min YoonGi poseía en Bel Air, me había convertido oficialmente en Min JiMin. Aparte de TaeHyung, HoSeok y LeeSeo, no hubo testigos que oficiaran en nuestro matrimonio. Ni siquiera HyoRi pudo venir, porque tenía exámenes durante todo el día.

Dos horas después de nuestra «boda», YoonGi me había dejado con Tae porque se iba al set para ensayos y cosas así. Poco después, el peligris había tenido que irse a clase, lo que me dejó recién casado y solo en la casa del tez nívea. Cuando empezaron a pasar las horas, me di una vuelta por su casa y descubrí con alegría que había una gran sala de prensa con asientos de cuero increíblemente cómodos. Después de pasearme sin rumbo, dentro y fuera de la casa, me obligué a sentarme junto a la piscina con el portátil y escribir algunas palabras.

Cuando el cielo empezó a ponerse oscuro y vi que seguía solo, decidí que sería una buena idea comenzar a celebrar el día de mi boda con una copa. Luego tomé otra, y luego otra.
Fue una buena idea. ¡Feliz luna de miel!

Lo siguiente que supe fue que estaba marcando el número de TaeHyung.

—Ser el esposo de Min YoonGi no es... —hipé— tan glamuroso como pensaba.

—¿Estás borracho? —preguntó.

—¿Y qué? ¿Qué más da si lo estoy? ¿Estabas con JungKook? Porque si así fuera, bien por ti.

TaeHyung se rio durante un buen rato.

—Creo que deberías bajar el ritmo de la bebida. Pensé que YoonGi ya habría vuelto. —Hubo un susurro al otro lado de la línea y Tae le murmuró algo a alguien.

—¡Estabas con JungKook! ¡Lo sabía!

—¿Quieres que vaya? Y solo para que conste, recién casado: en realidad, él está durmiendo.

Me incorporé de golpe, y casi tiré la copa de champán.

—¡Te estás enamorando de él!

—Bien, ya está bien, ahora te da por soltar tonterías. Estaré ahí tan pronto como pueda.

—No —murmuré, tomando el último trago de champán—. Yo iré allí. Estoy a punto de ir a su habitación y frotarme contra sus sábanas. No puedo quedarme aquí más tiempo.

—Parece como si ya lo hubieras hecho...

—No exactamente. Así que ¿no te gustaría contarme que estás enamorado de JungKook pero que te asusta albergar esperanzas?

Silencio.

—Aguanta un poco. Voy a buscarte.







—Tae, huele muy, muy bien. He olido su habitación. Y ha sido tan, tan bueno... ¿Por qué no hueles como él? —Me eché hacia adelante e intenté olfatearle el pelo—. Sigues sin oler a él.

—Creo que en este momento es lo mejor. ¡Intenta quedarte quieto un minuto o nos vamos a caer por las escaleras y nunca más volverás a olerlo! Coopera un poco para que pueda ayudarte a dar los últimos pasos hasta una cama.

Tarareé una canción que se me había pegado y logré llegar a la puerta del apartamento con la ayuda de TaeHyung.

—¡Lo he hecho! —grité, levantando los brazos—. ¡Lo he hecho! Ahora dime: ¿qué he ganado? ¿Algún premio?

El peligris me puso la mano en la boca.

—Cállate, por el amor de Dios —siseó, y en lugar de sacar la llave, llamó a la puerta.

WonBin la abrió.

—¿Que está pasando...?

—¡WonBin! —grité, e intenté avanzar pero casi tropiezo de no ser por él, que en el último segundo me agarró, y miró a TaeHyung antes de bajar la vista hacia mí.

—Me he casado —anuncié poniéndole el anillo en las narices—. ¿Ves?

—Ya veo —dijo, levantándome en brazos cuando comencé a deslizarme hacia abajo—. ¿Qué le pasa? —le preguntó a alguien por encima de mi hombro. Seguí el rumbo de su mirada y recordé que había sido Tae quien me había traído de vuelta a casa. Entonces noté que había piel desnuda debajo de mis manos.

Fruncí el ceño al ver el pecho de WonBin.

—¿Por qué no llevas nada encima?

—WonBin, ayúdame a meterlo, o sal
de mi camino para que pueda hacerlo yo.

Antes de que hubiera terminado de decir las palabras, WonBin me cargó entre sus brazos.

—Guauuuu... —me reí entre dientes—. Nunca me habías llevado antes en brazos... Creo que me encuentro mal —añadí, apoyando la cabeza en su hombro.

HyoRi estaba apoyada contra el marco de su puerta con una expresión ilegible.

—Hyo, te he echado hoy de menos —le dije, tendiéndole la mano, pero ella negó con la cabeza y cerró la puerta.

—¿A dónde vas? —preguntó Tae, siguiéndonos a toda velocidad—. Llévalo a mi habitación.

—¿Qué le pasa a HyoRi? —pregunté, más no tuve respuesta.

—WonBin, ¿me estás oyendo? —repitió el de hebras plata.

El nombrado abrió la puerta de su habitación, me llevó a su cama y me colocó suavemente encima.

Me acurruqué en el medio.

—Mi estómago está haciendo algo muy raro...

—¿Qué te crees que estás haciendo, WonBin?

—Me estoy ocupando de él. Alguien tiene que hacerlo.

—¿Qué demonios crees que estaba haciendo yo?

—Estan haciendo demasiado ruido —dije, encogiéndome y agarrando las sábanas para que todo dejara de girar.

—Ven, JiMin. Vamos a mi habitación.

—Déjalo aquí —intervino el más alto—. JungKook todavía está en tu cama y la habitación de JiMin está prácticamente vacía. Necesita dormir. ¿Dónde diablos está su supuesto marido?

—Eso no es de tu incumbencia —escuché decir al peligris.

Alguien se sentó a mi lado y comenzó a quitarme el pelo de la cara.

—Creo que lo es. No parece que esté haciendo un buen trabajo cuidando de él, TaeHyung.

Gruñí y les di la espalda. Estaba demasiado cansado para escucharlos discutir.

Cine y letras | YMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora