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YoonGi

Ochos años después

+18

Empujé la puerta trasera de la discoteca con el hombro llevando conmigo a la chica, que no dejaba de reírse. Como estaba ocupada manoseándome con esos dedos en forma de garra, trastabilló, aunque recuperó el equilibrio en el último momento, lo que hizo que volviera a reírse con más fuerza. Mientras la agarraba por la cintura para que no se cayera con aquellos tacones de aguja, miré hacia el callejón y me aseguré de que estábamos solos. Tan pronto como se cerró la puerta y el ritmo de la música se convirtió en un zumbido, aparté su mano de mi polla y la puse contra la pared de cemento para devorar su gemido con un beso hambriento.

«Espera, ¿cómo se llamaba?».

—Llévame a casa, YoonGi. —Arrastraba un poco las palabras, pero no estaba borracha; si así hubiera sido, no habría estado allí con ella, pero por alguna razón prefería actuar como si lo estuviera. De todas formas, no me importaban sus juegos—. Llévame a casa y te mostraré algunos trucos nuevos.

Más risas.

«¿Es "SunBi", tal vez?».
«¡Mierda!».

—Aquí es mejor, nena. ¿No te pone estar aquí conmigo? —le pregunté
en voz baja mientras deslizaba los labios por su garganta—. Cualquiera podría descubrirnos. ¿No te excita eso?

«¿Cuál es maldito nombre?». No había tenido un papel importante en la película, pero habíamos compartido set durante aproximadamente un mes. Daba vueltas a mi alrededor y pegaba saltitos cada vez que me encontraba a solas en una esquina, observando trabajar al equipo. Me susurraba guarradas al oído —al menos eran guarradas en boca de una chica de su edad— cuando no había nadie cerca. Por fin, después de que me lanzara innumerables «¡Fóllame!» con la mirada, había ido a por ella en la fiesta de despedida de la película, estaba a punto de echar un polvo contra un muro de hormigón en el callejón trasero de un club.

Cuando me fijé en su piel enrojecida y en sus ojos nublados, supe que no le molestaba lo más mínimo que fuera a follarla a la intemperie.

—Ayyy, te mueres de ganas de meterte en mí, ¿verdad? Yo también. Sabía que estabas loco por mí, YoonGi—me susurró al oído justo antes de lamerme la oreja, excitándome todavía más con los movimientos de su lengua.

«¡Dios!».

Le aparté la cara.
Su voz aguda hizo que me zumbara la cabeza y que fuera demasiado consciente del alcohol que había ingerido.

Oí que seguía murmurando entre besos salvajes, pero desconecté y me perdí en su cuerpo.

—Sabías que te iba a follar esta noche, ¿verdad..., nena?

¡Maldición! Todavía no podía recordar su nombre.

—Sí. Sí. Sabía que no podrías mantenerte alejado.

Retrocedí un paso, liberándome de sus brazos de pulpo, y bajé la vista para encontrarme con aquellas bragas sin entrepierna; si se las podía llamar «bragas», claro.

—Vaya... —murmuré—. Creo que eso me facilita las cosas.

Le levanté el muslo tanto como pude para rodearme la cintura con su pierna y la penetré con un rápido y profundo envite mientras ella jadeaba de alegría.

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