๑​𝐓𝐇𝐄 𝐖𝐈𝐓𝐂𝐇🪻๑'-╰─── • ⁽ ˢʰᵘᵘᵐᵃᵗˢᵘ ⁿᵒ ᵛᵃˡᵏʸʳⁱᵉ ⁾

Capítulo 57

──Y bien, ¿A que conclusión has llegado?.

El aparente infante frunció el ceño, seguía atado a esas cuerdas doradas, una jaula de oro.

──¡No!.

──Escucha. ──se arrodilló para estar a su altura.── se que no te caigo bien, también ves mis planes crueles pero... ──Acuno el rostro del profeta con sus manos, dando leves caricias en cada mejilla con las yemas de sus dedos, manteniendo siempre una sonrisa.── nesesito hacerlo, nesesito saber que puedo darles una lección, nesesito saber que puedo seguir siendo una buena madre.

Nostradamus se mantuvo en silencio por un momento.

──Destruir todo no va a ayudarte, todos queremos hacer lo que sea por tu bienestar. ──apoyó por unos segundos su mejilla entre esas caricias.── hay otras maneras, déjanos todo a nosotros y podrás sonreír.

──¿Sonreír?. ──apartó abruptamente sus manos después de preguntar, su expresión se volvió neutral.── no soy una muñeca para colocar una sonrisa en mi boca.

──Iona... ──la miró darle la espalda.── ¡No lo hagas! ¡No vas a conseguir nada! ¡Hacerlo no te dará una recompensa!.

──Te equivocas, si lo hará. ──volvió a verlo, entre sus dedos danzaba un brillo que el infante falso detectó como magia.── porque, el karma cobra dulcemente.

«Gracias mi niño.» apretó su mano diestra confiada, recordando que después de tomar su poder solo le bastó doblar su cuello para eliminarlo. «era finalmente lo que nesesitaba.»

Escuchó las risas estrepitosas de las deidades, esas deidades que maquinaron su vida, estuvo ligada a un extraño, asesinaron a su amado, le quitaron a sus hijos luego de recuperarlos, querían casarla con alguien que no ama, le obligaron a asesinar bastantes seres de distintas razas, la convirtieron en un juguete y ahora sus hijos habían muerto.

«¿Esto será lo único que van a decirme?.»

──Sí. ──brindó a todos la más brillante de sus sonrisas.── mi reina.

«Entonces lo tomaré como sus últimas palabras, pedazos de mierdas.»

Tomó el arma, en sus oídos resonó una melodía que reconocía, parecía buscar imitar el silbido de su amado dios. Empezó a moverse, recordando las noches donde bailaba junto a él hasta ver el amanecer oceánico mientras movía la espada que le seguía y sus pies dolían al igual que cuando terminaban la última pieza de baile. Tenía sus ojos cerrados, así que no podía ver como a cada paso que daba dejaba una mancha de sangre, muchos se mostraban atónitos por como seguía moviéndose sin importarle del todo.

Por qué era así, ya no importaba nada.

──¿Qué?. ──Hera dejó de sonreír.

Su corazón ya no podía ser manejado por otros.

──¡Deja de bailar! ¡Detente!.

Iona alzó el filo del arma, finalmente abrió sus ojos que brillaron a la sombra de la espada.

Hera lo supo en ese momento, no podía jalar de una cadena de oro que ya no existía. Porque ella ya era libre, libre de hacer cuánto quisiera.

«Voy a matarlos.»

La música se detuvo al resonar gritos de deidades que empezaban a correr por todo el salón despavoridas, mientras el corazón de los elegidos por la bruja despiadada explotaban sin remordimiento, muriendo al instante. Nadie podía detenerla.