IX: «No tengo fiebre»

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Harry 16
Louis 18

El timbre de casa le resonó con dureza. El dolor no le permitía siquiera tener los ojos abiertos, pero pudo escuchar a su madre ir a ver quién era.

-Hola, Harry, cariño, ¿Qué haces aquí? -le preguntaba la mujer con su delicado tono.

Louis sonrió inconscientemente al oír que era su mejor amigo. Su amistad remontaba a años atrás cuando se encontraron en la fiesta de cumpleaños de una amiga en común y desde entonces habían sido inseparables.

-¿Qué tal, Jay? Mi madre me dijo que Lou está malo, así que vine a verle. -explicaba Harry junto al sonido de la pesada puerta al cerrarse.

-Está en su cuarto. Ten cuidado no hagas mucho ruido que dice que le duele mucho la cabeza.

Louis abrió los ojos teniendo que parpadear repetidamente para acostumbrarse a la luz, esperándole.

La puerta de la habitación fue repiqueteada de forma delicada.

-Pasa. -dijo Louis con voz pastosa tras estar todo el día sin hablar.

Harry asomó primero la cabeza para observar el ambiente, viéndolo tumbado de cara a la puerta abrazándose a sí mismo.

-Tienes todo hecho un desastre. -comentó sin más, mirando la ropa por el suelo y los pocos libros todos desordenados.

-Hola a tí también.

Harry sonrió marcando su hoyuelo. Cerró la puerta, caminó hasta él y se sentó delante, en el suelo.

-¿Qué tal? -preguntó el de rizos cruzando las piernas.

Louis resopló antes de responder, escondiéndose en la almohada.

-Fatal. -murmuró en un gimiteo. Acto seguido, se reincorporó quedando boca arriba.

-¿Has tomado algo?

Asintió con la cabeza.

-¿Qué te duele? -seguía preguntando, apoyando la barbilla en el filo del colchón.

Louis observó su rostro, tan cerca del suyo. Se acercaba el frío y Harry ya llevaba al cuello el largo pañuelo que le había regalado dos años atrás.

-¿Me has oído? -tocó con un dedo el brazo del ojiazul.

-Tú sabes que te quiero, ¿Verdad? -habló como si no hubiera escuchado la pregunta de Harry. Estaba concentrado en sus palabras para no decir algo que se arrepintiese.

El de rizos se incorporó y frunció el ceño por un momento, sin entender a dónde quería llegar.

-Sí, yo a tí también. ¿A qué viene eso?

A Louis le costaba respirar. Se tuvo que sentar para centrarse mejor, cruzando la spiernas. Ya que había empezado, no iba a dejarlo a medias; ya era hora.

-Hazz, -le clavó los ojos en los suyos verdosos- llevamos siendo amigos desde casi cinco años y... -se cortó para coger aire y tragar saliva con dificultad- Y sabes que siempre te he visto como un niño al que proteger. -Harry se veía cada vez más confuso, pero su mirada se había iluminado ante los recuerdos.

-No entiendo a dónde quieres llegar. -comentó con franca incredulidad.

-Hace un tiempo que dejaste de ser un niño para mí y ha sido entonces c-cuando  te he... -suspiró ahogándose en el pudor. Bajó la mirada- Te he dejado de ver como un amigo. -admitió en un murmullo con las mejillas ardiendo y el estómago del revés. Por un momento, el dolor de cabeza había pasado a ser algo secundario.

OS LarryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora