XIV. Su maestro

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Los niños en escena: 8 años.
Harry: 26.
Louis: 28.

La mano de la niña se mostraba nerviosa bajo el roce de Harry. Este se fijó en que el recogido que le había hecho hacía menos de quince minutos estaba desordenado y con las pinzas colgando de los mechones sueltos. 

Harry apartó a la niña del centro de la calle para no estorbar y se acuclilló tras ella. 

-Darcy, ¿estás nerviosa? -hablaba deshaciéndole el peinado y sujetando las pinzas en la boca. 

Era su primera clase de boxeo después de la etapa del baile, aunque esta se le pasó rápido. Estaba claro que Harry no tendría una bailarina, pero al menos la niña era feliz y eso lo hacía feliz.

-Un poco. -jugó con sus manitas, enredándolas en su camiseta corta. 

-Pero está también Luka, ¿no es tu amigo? -analizó el nuevo recogido conforme. 

-Sí, bueno, es como mi hermano y... -se dio la vuelta hasta mirarle- su padre es el profe de boxeo ¿a que no sabes quién es? -sonreía mostrando la falta de ambos dientes frontales. 

Harry se puso en pie y le tendió una mano a la niña.

-No lo sé, a ver, dime. -comenzó a caminar.

Darcy se quedó pensativa un largo tramo del camino.

-¿Cómo se llama el hombre este con el que hablas en el parque y que te gusta, papi? -preguntó agarrándose a él.

Los ojos del de rizos se abrieron de golpe y su rostro se pintó de rojo. Miraba a su alrededor mientras caminaba a paso ligero, vigilando que nadie notara su estado.

-No recuerdo nunca cómo se llama. -mintió con una sonrisa boba en los labios- Ni me gusta, ni me interesa. -dijo autoconvenciéndose.

-Entonces, ¿Por qué estás tan nervioso? -insistió sabiendo la respuesta. Había visto a su padre quedándose mirando a aquel hombre de ojos azulados, pero no entendía por qué nunca se había acercado a hablarle.

-Yo no estoy nervioso.

-Mientes. -le miró sacándole la lengua.

Llegaron a la puerta y la niña se emocionó al ver que solo estaban ella y Luka. Se soltó de su mano para alzar ambos brazos en su dirección, abriendo y cerrando las manitas a la espera de que le reconfortara los nervios.

Harry se agachó para abrazarla.

-Te va a ir muy bien. -le decía separándose de ella.

-Pregúntale el nombre. -le intentó guiñar un ojo discretamente, pero acabó haciendo una exagerada mueca.

-¿Por qué estás tan preocupada por eso? -reía volviendo a tener un nudo en el estómago.

Darcy cogió su rostro con ambas manos.

-Quiero que encuentres a alguien que te ame y seáis felices y si es él, ya tendré otro papá.

Harry casi lloraba en ese momento. Volvió a abrazar a la niña y cuando se volvieron a distancia, ella volvió a hablar.

-¿Te vas a quedar a verme?

-Claro que sí, pero vete ya que Luka te está esperando. -le sonrió viéndola alejarse. Se puso en pie- Ten cuidado no te despeines demasiado, por favor. -suplicó recordando lo que le costaba atar su fino pelo.

-Va a ser difícil. -comentó una voz por detrás.

El de rizos se giró para ver quién era y entonces murió; o casi lo hace, pues el de ojos azules estaba allí en la entrada del local con un cigarro en la boca y la mirada en el interior del sitio. Solo supo reír incómodamente, desviando la mirada de él de inmediato.

OS LarryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora