XXII. Camino fácil

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Intento de suicidio

2012

Quizá eso era lo correcto; quizá correr bajo la lluvia sin un destino en concreto era lo mejor; y quizá huir de casa cada vez que las cosas se complicaban era su nueva costumbre.

Se había olvidado de coger la sudadera y ahora se sentía expuesto con sus feas marcas en los brazos.

Las cicatrices en su piel hacían que Harry se llenara la boca de palabras llenas de orgullo sobre lo bien que lo estaba haciendo y lo mucho que Louis se esforzaba por seguir adelante. Pero no parecía suficiente.

Louis sabía que tenía el apoyo de Harry para todo, aún así, enfrente del viejo puente del pueblo y viendo el río fluir, muchos pensamientos hacían borrosa la imagen del ojiverde.

Cuando comenzaron de manera formal con su relación ninguno tenía los problemas no las obligaciones que en ese momento, casi tres años después, y aunque se conseguían ver muy seguido, saber que Harry se relacionaba con otra gente solo aumentaba la incertidumbre de Louis.

Su madre se había encontrado con Anne unas semanas atrás y esta le había comentado que Harry había comenzado a hablar con una tal Lía y habían congeniado muy bien. Y aunque Louis no se consideraba muy celoso y mucho menos tóxico, debía admitir que una ráfaga de rabia y tristeza le invadieron por culpa de la inseguridad.

Por lo que ahí estaba, escuchando al río golpear las rocas que lo adornaban, subido sobre la ancha barandilla del puente, haciendo equilibrios por no caerse antes de lo previsto.

Quizá eso era lo correcto; quizá así sus padres no tendrían que preocuparse por alimentar una boca más; y quizá Harry no tendría que vivir preocupada por una persona inestable.

Respiró el frío aire de la noche, procesando lo que iba a hacer y en el momento en el que más preparado estaba, una voz masculina le tira abajo todos sus planes. No quería que Harry lo viera allí con una decisión tomada y los ojos hinchados de llorar.

-¡Qué mierda haces ahí arriba? -corría hacia él, llegando a su lado.

Louis no se giró a verle, no sabía cómo explicarle aquello.

-Haz el favor y baja. -suplicaba con angustia.

-No quiero. -pudo balbucear lo suficientemente alto para que le oyera.

-¿Cómo que no? Lou, mi amor, en serio, con esto no arreglamos nada. -intentaba mantener la compostura, pero la angustia le asfixiaba.

Harry había llegado a tiempo gracias a la madre del ojiazul, quien le había llamado preocupada porque había saltado por la ventana. Por suerte sabía a dónde ir, pero no se esperaba esa escena.

-¡Y qué harás si bajo? -gritó con la voz rota- ¡No quiero seguir pensando!

-¿Pensar en qué? -se mantenía tras él, preparado para cogerle en cuanto la cosa se destensara.

-¡En todo! ¡Estoy harto de pensar que molesto en casa, que te molesto a tí y que molesto a todos! -chillaba con el corazón en un puño, soltando todo por primera vez en bastante.

-¿Cómo vas a molestar?  -se acercaba más hasta estar junto a sus zapatillas- Una persona como tú no molesta, todo lo contrario, ilumina por donde pasa. Créeme cuando te digo que no hay nadie con la misma imagen del mundo que tú y eso es precioso.

OS LarryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora