XII. Tatuaje en el cuello.

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Tw: Acoso sexual.

2013

Le costaba mantener el equilibrio sobre la tabla, pero al menos llevaba el neopreno y no sentía el helor del mar más allá de la que caía en sus pies.

Se acercaba con lentitud hasta la orilla. Aunque no quería salir del agua, había prometido a su madre que la llamaría antes de la hora de almorzar, es decir, antes de que ella entrase a trabajar, por lo que tendría que volver a la furgoneta ya que se había olvidado el móvil allí. 

Louis llegó a la zona cálida de la arena y clavó la tabla en el suelo. Buscó al resto de los chicos con la mirada, pero estaban demasiado alejados y el bullicio de la gente apretada frente a unas barreras metálicas que los de seguridad habían colocado desviaba su atención.

Caminó entre la gente, pero entre las bajas vallas de barrotes había mínimo un medio metro de distancia. El grupo de fanáticos no parecía interesado en escapar por aquel hueco, pero a Louis no le daba ninguna confiaba. 

Intentó andar lo más rápido posible, mas en el momento en el que pasó frente a la zona sin seguridad, un brazo tiró de él pillándole desprevenido. Lo echaron dentro de las vallas mientras un enorme grupo de chicas se abalanzaba sobre él. Tanta gente al rededor con la locura en la mirada hacía que le faltase el aire y la vista se le nublara. Lo único que notaba eran las manos de las fans sobre su cuerpo; sobre su cuello, cintura y lo que pudieran rozar. 

-¡Qué mierda haces? -le gritaba presa del pánico a una joven que se había pegado a su torso-¡Quita! -la empujó tirándola al suelo, sin embargo, no pareció rendirse ahí- A la próxima... -se cayó sin querer gastar saliva.  

La chica omitió sus palabras y, aprovechando su posición a pies de Louis, fue deslizando una pícara mano por la pierna de este, acercándose a su entrepierna. 

Louis no podía moverse; estaba completamente paralizado mientras observaba su actitud. Lo miraba directamente a los ojos al mismo tiempo que conseguía rozar su miembro con los dedos. El ojiazul, conducido por su instinto, abofeteó la mejilla de la chica torciéndole el rostro y haciendo un sonido seco.  

Su gesto consiguió que la gente se preocupara por ella así que salió velozmente de entre la multitud, cubriendo su entrepierna con una mano con el miedo de que alguien más aprovechara para tocar. 

Corrió hacia la furgoneta y enseguida se sentó en la parte trasera dejando la puerta abierta y las piernas fuera del vehículo. 

-¿Necesitas algo? -preguntó el conductor amablemente.

-Vete. -ordenó, pero después pensó que había sido demasiado seco- Por favor. -añadió luchando para que no se le notara el acongojamiento de la garganta. 

-Dejo el coche con la llave puesta. -avisó antes de salir con una mirada preocupad que Louis no percibió. 

Louis se acodó en sus rodillas, mirando a la arena. Todo lo que había comido en el día se agrupaba en su garganta al recordar a aquella chica. Sus ojos lujuriosos no salían de su mente y, dejando a un lado su desquiciada sonrisa orgullosa, lo que aumentaba esas ganas de expulsar lo que fuera que llevase en el estómago era su áspero tacto que había traspasado el grueso neopreno. 

Saltó de su asiento, se escondió frente al vehículo y, apoyándose con una mano en el capó, vomitó  arqueándose  como espasmo ante la acidez que recorría su garganta. 

OS LarryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora