XXI. Enfermería

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Frat era (2013)


Todo parecía volver a estar en orden. Le habían traído a un chico sorprendentemente joven con un profundo corte en la espalda que comenzaba a cicatrizar con éxito y todo gracias a la ayuda de Louis aunque a él no le gustaba echarse flores solo por hacer su trabajo. 

Estaba un poco inquieto por no saber nada del rizado, aunque al mismo tiempo le tranquilizaba pensar que llevaba más de una semana sin pasar por enfermería. No era un tipo que se metiera en problemas o al menos no tenía la iniciativa. Las veces que acudía a que le cosiera alguna herida o simplemente le ayudara a cortar la sangre de su nariz era porque, según él, se defendía de quien le tocara demasiado los... 

Louis se giró sobresaltado tras escuchar un fuerte grito del patio donde dejaban a los presos salir unas horas antes de la cena. Se asomó a ver qué había sucedido, dejando las jeringas en el pequeño escritorio lleno de papeles. Para tranquilidad suya, solo fue el grupo que jugaba al baloncesto que al parecer tenían muy mal perder. 

La puerta se abrió rápidamente y el rizado apareció cerrando tras de sí con una enorme sonrisa en el rostro y una mirada aliviada al mismo tiempo que su respiración se mostraba alterada y su frente mostraba indicios de sudor. Seguramente habría llegado corriendo. 

-¿No sabes llamar a la puerta? -dijo Louis con sorna, alzando ambas cejas. 

-Me acabo de escapar del gorila que vigila mi pasillo solo para verte. -explicaba ofendido, recuperando el aliento- ¿Así es cómo me recibes?

Ahí fue cuando Louis se percató de las gotas de sangre de su uniforme. La risa cesó de pronto.

Harry notó dónde miraba el ojiazul.

-No te preocupes, él está peor. -seguía carcajeándose, haciendo un ademán indiferente con la mano.

-Ahí, siéntate. -señaló con un dedo la camilla junto al escritorio, enseriándose.

El de rizos miró al techo divertido, caminando hacia el sitio asignado. Se sentó obedientemente y Louis se acercó suspirando. Raro era el día que Harry no traía sangre en la ropa.

-¿Con quién ha sido? -decía el ojiazul desabrochando el horrible uniforme naranja.

-Atrevido... -murmuraba coqueto, mordiéndose el labio inferior mientras sujetaba las caderas de Louis.

Este reprimió una risa, obligándose a mantenerse sereno. 

-Cállate y dime. -deslizó la parte de arriba por sus hombros, permitiéndose rozar sutilmente su piel.

-No sé cómo se llama. -le quitaba importancia- Solo he escuchado que le llaman El Gato.

Louis no estaba concentrado en la conversación sino en los arañazos en su pecho que serían los causantes de la sangre.

-¿Y esto?

-Te he dicho que le llaman El Gato, por algo será. -se encogió de hombros. No le dolía, había llevado heridas más profundas, aquella solo sería algo pasajero no como la cicatriz de su pierna.

-Perdona, no estaba pendiente de lo que decías. -negaba lentamente con la cabeza, girando para dirigirse al pequeño botiquín en la pared.

Cogió una gasa médica de forma cuadrada y la humedeció en agua oxigenada. Retrocedió sobre sus pasos hasta volver frente a Harry.

-¿Ese es el que escuece? -decía con sus ojos verdes mirándole como los de un niño asustadizo.

-Claro que no. -curvó los labios en una sonrisa tierna- Este no, confía en mí.

OS LarryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora