Capítulo 33

8.1K 728 153
                                    


Narrador Omnisciente

Camila respiraba profundamente.

Intentaba controlar los sentimientos que la embargaban. 

Eran intensos.

Las sesiones con su psicóloga eran cada vez más difíciles, pero al mismo tiempo catárticas. 

Durante mucho tiempo la castaña pensó que tenía el control de su vida, pero poco a poco estaba analizando más a consciencia el daño que había sufrido a lo largo de los años, especialmente en los primeros. 

Poco a poco estaba reconociendo los traumas de su pasado y caía en cuenta de que había sido una víctima de las circunstancias y de una sociedad que ve a las mujeres como objeto. 

Por muchos años, Camila había pensado que ella estaba en control de quién era, y que hacía lo que hacía por que era buena para ello, porque ese era su sitio, pero todo había sido producto de una serie de abusos. 

Del abandono de sus padres.

De ser vendida por Dariel. 

De ser violada por Bill. 

De quienes la compraron. 

¿Eso incluía a Lauren? 

"Lauren es algo diferente" dijo Camila con seguridad.

"¿Por qué lo crees?" preguntó la doctora Griffin, su psicóloga.  Una mujer de tez clara y cabello corto y castaño. "También pagó por ti ¿No es así?" 

"Lauren llegó en un punto en el que yo era quien decidía venderme. Lo de Lauren no fue abuso, fue un acuerdo. Incluso puedo decir que muchos antes de ella tampoco encajan en el papel de abusadores. Yo me puse precio y ellos lo pagaban"

Su receptora la escuchaba atentamente y sin interrumpirla. 

"Pero incluso, tomando en cuenta eso, Lauren sigue siendo diferente, es decir, ella nunca antes había pagado a alguien por sexo, su decisión de hacerlo se originó por el despecho y el dolor, pero incluso con esas emociones nublando su mente, siempre buscó que me sintiera bien, que estuviera cómoda. Se interesó por mí incluso antes de que nacieran sentimientos entre nosotras"

La psicóloga escuchaba atentamente sin emitir ningún juicio al respecto. Lo cual era bueno, especialmente en este caso en el que ella misma tenía una opinión dividida sobre a la situación. 

Después de todo, consideraba que cada vez que se pagaba por el cuerpo de una mujer, se contribuye a que el abuso continúe, de manera directa o indirecta. 

Es decir, si bien había quienes que se prostituían por voluntad propia y eso era respetable, consideraba que pagar por ese tipo de servicios abonaba a la percepción de que las personas, especialmente las mujeres, eran objetos y por lo tanto, había quienes usaban a niñas como moneda de cambio, como lo había hecho Dariel y quienes creían que por pagar por el cuerpo de una mujer tenían derecho de ejercer abuso físico y psicológico. 

"¿Cómo te sientes ahora? ¿Desde que estás con ella?" continuó cuestionando la doctora. 

"Libre" contestó Camila. "Me siento protegida y eso me da la oportunidad de pensar en mí como un ser humano" 

Era una sensación extraña, podría parecer obvio, el simple hecho de ser un ser humano y saber los derechos inherentes a él, el respeto a su integridad, espacio, la dignidad... Pero Camila había crecido sin ellos, a  tal punto que su percepción sobre si misma se distorsionó al grado en que siendo muy joven creyó que vender su cuerpo era la única manera de sobrevivir.

Vendedora de Caricias - Camren G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora