El final

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¿Cómo una historia tan bonita puede comenzar por el final?...

Tal vez sea porque el final todavía no está escrito.

***

En los foros de una famosa cadena de televisión en México, se llevaba a cabo una grata despedida entre música y comida en uno de los salones del lugar. Todo el equipo de producción de la telenovela "Soy tu dueña" se había trasladado hasta la sede principal de dicha televisora.

Estaban los actores, camarógrafos, productores, entre otros. Pero hacían falta las dos personas más importantes en el proyecto.

Los protagonistas.

¿En donde podían estar?

- Una buena despedida para un buen proyecto, ¿No crees.. bonita?

- Recuérdame que eres Fernando y no Jose Miguel...

- Tu hace mucho tiempo olvidaste que eras Lucero y no Valentina..

- Creo que los dos lo olvidamos.

- Exactamente. - Esbozó una sonrisa cálida que derretía a cuanta mujer tenía en frente. Incluso a ella.

¿Quién lo diría? Fernando descamisado, con su traje costoso tirado en algún rincón de aquella cocina, sonriente y risueño en medio de las piernas de una compañera de trabajo. Una demasiado cercana a decir verdad.

¿Quién lo diría?

¿A donde había quedado el hombre serio y con fama de altivo que todos respetaban? Seguramente se había desvanecido en cuanto miró la sonrisa de ella, había sucumbido ante sus encantos, y ahora no quedaba nada del Fernando al que él mismo se había acostumbrado. Pero temía que en cuanto la luz de aquel Lucero dejase de alumbrarlo a él, volvería a su aburrida y apagada vida.

Ella parecía un sueño, era una estrella, y era fugaz.

Lucero.

Ella era toda una lumbrera y figura descomunal en la industria del espectáculo, no era sólo una actriz como todas sus antiguas compañeras de foro, era una gran cantante también. Apenas empezaba a caer en cuenta de la magnitud de mujer a la que había ligado.

Porque siempre la había visto con cariño, fraternidad, amistad, y hasta ternura. Ahora se sentía abrumado por su grandeza, se sentía intimidado por una mujer.

- ¿Qué va a pasar después? - Creyó preguntarse mentalmente, pero lo hizo a voz alta. Ella lo escuchó.

Subida en aquel mesón y con una tenue luz entrando por una ventana rota, sonrió con la tranquilidad que la caracterizaba.

- La pregunta es.... ¿Qué quieres que pase después? - Lo miró sugerente, pasando sus manos por el pecho descubierto del actor.

El miró con cuidado cada uno de sus movimientos, jugaban con fuego.

- Olvidas de nuevo que no eres Valentina.. - Él llevó sus dedos a la boca femenina, acariciaba sus labios con reverencia, adoración.

Cada día la encontraba más hermosa de lo que ya era.

- ¿Quien te dijo que quiero olvidarlo? - Le preguntó mirándolo a los ojos, con aquella sonrisa pícara que era la perfecta mezcla entre ternura y perdición. - Es más, esta Valentina quiere que Jose Miguel le de su última noche de amor.

- A la bonita lo que pida... - Replicó Fernando pasando su mano por la nuca, profundizando el beso.

Era un beso voraz, hambriento, pasional, arrasador, y vital; el beso de un Jose Miguel que se reconciliaba con su Valentina después de una discusión de días, el beso que Bárbara Greco y Franco Santoro tuvieron que aguantarse durante toda la novela, el beso que Luis tenía guardado para Hipólita después de haber estado lejos de ella por semanas...

El beso de Lucero y Fernando despidiéndose una última vez, sin esperanzas de verse de nuevo, y con ganas de no separarse nunca más.

Era todo un cúmulo de emociones guardado allí.

- Bonita... - Dijo él admirándola de nuevo, en ropa interior y con la camisa de Valentina puesta. Aún ni siquiera se vestía para el evento de allá afuera.

No pensaban en nada más.

Los ojos de ella se iluminaban cada vez que le escuchaba decirle así, siempre le llenaba de ilusión lo que podía seguir luego de aquella palabra... Pero él jamás decía eso que ella esperaba.

La camisa voló, y el pantalón de él igual. Las grandes manos masculinas se deslizaron por la espalda de ella, se quedaron en su cintura, mientras ambos con besos se terminaban de alistar para la faena. Pero también, se admiraban, se sentían, se amaban... Habían muy pocas palabras, pero en el fondo de su corazón ella empezaba a sentir la debilidad, esa debilidad, la que hace meses le había costado superar en su última relación.

Era el corazón latiendo fuerte, y sabía que no eran nervios, no era miedo. Era amor.

Pronto dejó de pensar en amor y en sentimientos puritanos, se cegó por la satisfacción, el placer la embriagaba, su cuerpo se contraía. Los labios de Fernando quemaban sobre su cuello, sobre su oreja, también en su rostro, en donde dejó un beso sobre su mejilla. Eso le pareció tierno.

También tierna la manera salvaje en la que él se sentía dueño de sus pechos y los acariciaba con propiedad, le apretaba y manoseaba para luego irse a su rostro y sostenerlo suavemente mientras sus estocadas no paraban. Fernando suspiró denotando una tremenda satisfacción, era una sensación más allá de lo que él siempre había experimentado, y empezó a preocuparse por sus sentimientos.

Pero rápido desechó cualquier idea en su cabeza.

Las manos de la mujer se aferraron al mesón, mientras sus ojos empezaban a lagrimear, sus uñas no tan crecidas querían a toda costa rasgar los azulejos viejos de la estructura, sintiendo como aquel hombre la hacía de él por milésima vez. Ya había perdido la cuenta.

Literalmente en ese momento había olvidado todo.

La brusquedad de él la hacía delirar, llorar, gritar... Pero jamás arrepentirse.

Era un pecado al que accedía con gusto, y una tentación en la que caía sin rechistar. Sobretodo si se trataba de una despedida que podía ser para mucho tiempo.

Tal vez para siempre.

Fernando la miró sonriendo y acomodándose la ropa, se acercó rápidamente y le plantó un beso minúsculo sobre los labios, ella también sonrió. Y en silencio comenzó a vestirse de nuevo.

- Ahora más que nunca pienso... Que jamás me voy a ir de ti.

Escuchó decir a la voz masculina, mientras acariciaba su mejilla y cuidadosamente salía de la cocina. Le sonrió como sólo él sabía hacerlo, y se fue.

Lu terminó de arreglarse, y pilló una pequeña nota en el bolsillo de su pantalón.

Te veo pronto...

- F.

Lucero y Fernando [Relatos]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora