Porque hace rato no las hacía sufrir.
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El pitido lento y secuencial de aquella máquina no le dejaba conciliar el sueño. Seguramente ya tenía unas enormes ojeras y su cuerpo estaba físicamente agotado, habían sido tantas horas en vela, tantos días inestable, tantos meses sufriendo. Pero aún así no se quejaba, quería estar cada segundo junto a ella.
Su amada estaba desde hace diez meses en aquella cama sumida en un estado de coma. Dormía, con la esperanza de un despertar que era incierto.
No tenía corazón para despegarse ni un minuto de ella, vivía a su lado esperando alguna señal de vida, esperando ver sus ojos claros como la miel, oir su voz suave. Pero sólo esperaba, pues día con día las esperanzas eran menos. Muchos decían que la dejara ir, que ya no había nada que hacer, pero dejar de tenerla en sus brazos y ver su sonrisa en las mañanas no era algo que tenía contemplado jamás. A ambos les faltaba muchísimo por vivir juntos, y él no terminaba por aceptar que pudiera seguir sin ella.
- No madre.. No voy a desconectar las máquinas. - Dijo reacio ante la petición de su mamá. - Todavía puede suceder un milagro..
- Hijo... Tienes que continuar con tu vida, yo se que es difícil.. Pero mírate, te estás acabando tu también. - Ella puso su mano en su hombro. - Además, debes dejarla descansar.. Fernando, para ella también debe ser un martirio tener todas esas cosas en su cuerpo, tantos medicamentos, tanto dolor.. No seas egoísta.
- ¡No soy egoísta mamá! Yo se que ella va a despertar, ¡Yo sé! - Gritó. - Por Dios, no ha pasado ni un año... Han habido pacientes que luego de dos tres años reaccionan.. ¡No voy a dejarla!
- ¿Y tú si vas a esperar esos dos, tres años? ¿Vas a estar aquí desgastándote cada día más en la espera de algo que lamentablemente es más imposible que posible?
- Yo esperaría por ella hasta mil años. - Fernando miró hacia su esposa, y sonrió, mientras las lágrimas rodaban por su rostro. - Un amor como este, ni el tiempo ni la muerte, lo podrán acabar.
Se puso de pie y se acercó a la mujer que aparentemente dormía tranquila, claro, con excepción a los cables y el entubamiento que la mantenía viva. Tomó su mano acariciando su piel, y le dio un beso. Luego puso la mano de ella contra su mejilla y sonrió.
- Te amo Lucero. - Dijo a la castaña. - Te amo tanto, incluso en otra vida volvería a amarte. Te amaría hasta el fin de los tiempos, hasta que mi último halo de vida me lo permita.
Acarició sus mejillas pálidas, mientras trataba de contener las lágrimas. Pero ellas salían una tras otras sin cesar
- No voy a irme de aquí, no te dejaré sola, estaré a tu lado siempre mi bonita. - Ahora acarició sus rizos dorados sonriendo. - No te preocupes.
- Hijo... Tanto dolor no te hace bien..
- A mí me hace bien estar junto a ella y eso es lo que haré. No me importa cuanto tiempo tenga que esperar, yo se que ella volverá.. - Añadió Fernando. - Yo soy lo único que tiene, no puedo abandonarla.
- ¡Ella ya no está! Tienes que entenderlo y dejarla ir por Dios! - Exclamó la señora. - Donde quiera que esté Lucero te lo agradecería. Ella no querría verte así.
- Ya vete mamá, déjame con ella. - Ordenó él. - Tu no entiendes, nadie lo entiende.
La señora negó con la cabeza y se fue a regañadientes.
- Mi bonita... Mi Lu. - Dijo acariciando su mano de nuevo. - Yo se que vas a despertar y te levantarás de esta cama. Nos iremos a casa lejos de estos aparatos fastidiosos y tendremos el bebé que tanto queremos..
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Lucero y Fernando [Relatos]
FanfictionRelatos y One shots LC / Lucero y Fernando Colunga.