Idea loca que se me ocurrió con ayuda de @soylahiena, tqm bestie.*
Sus ojos oscuros empezaban a llamarle mucho la atención, su traje impecable, su loción tan fascinante, y aquel aroma que soltaba su cabello cuando lo peinaba con fijador. Él era una oda a la masculinidad.
Pero era prohibido.
Nunca había sido amiga de pecar, tanpoco le gustaba caer en tentaciones, odiaba el engaño, pero por él era capaz de ir hasta el mismísimo infierno, si así le tocaba. Sentía que era su obsesión... Y que no podría estar tranquila hasta no estar entre sus brazos.
No sabía como carajos había conocido a ese tipo, tan serio, tan impoluto, tan de otra. Y tan parecido a su amor, a su verdadero y puro amor...
Porque aquel era el bueno, y este sólo la corrompía. Le sacaba su lado más instintivo, y animal, deseaba que él la hiciera suya de todas las maneras existentes, deseaba sentirlo... Era como si olvidara todo cuando estaba cerca de él, olvidaba sus principios, olvidaba que era una dama.
Olvidaba que era Valentina Villalba.
***
La castaña miraba recostada en el marco de la puerta al elegante y perfumado tipo, estaban en su casa, mirando algunos papeles, pero sabía que el vino se le había subido a la cabeza. Y no dejaría ir la oportunidad.
Franco Santoro guardó algunos papeles en el cajón, sintiendo sobre él una mirada intensa, empezaba a sentirse nervioso, pero lo sabía disimular. El hombre alzó la mirada, topándose con los ojos color miel de la señora Villalba, ella lo observaba desde la puerta de su despacho. Ella le recordaba siempre a alguien, pero no podía identificar quien....
Se sentía tan intimidado con su mirada sobre él, bajó la cabeza.
- Señor Santoro. - Dijo la mujer.
Él volvió a mirarla, se castigaba por desear de aquella manera a la nueva socia, y además sabía que ella estaba comprometida. Pero enseguida los sentimientos puros y de remordimiento salieron de su mente, al mirarla de arriba a abajo, enfundada en esas botas camperas, y los jeans vaqueros apretados, mostrando sus generosas piernas. Los ojos rápido se le fueron a la cintura ataviada con un cinturón negro con arnés, y la camisa blanca que llevaba debajo, con unos cuatro botones desabrochados que dejaban ver todo su escote, e incluso más.
Franco suspiró.
Él no había tomado vino, pero estaba prendido ya.
- Oiga... - La mujer se acercó, tan peligrosa y dominante como siempre era. Seduciendolo sin siquiera hacerlo, sólo siendo ella. - Quiero revisar la cláusula, saquela de ahí y muestrela.
El moreno sonrió caminando hacia el escritorio.
- ¿Eso quiere?
Ella asintió.
Y él se devolvió con entusiasmo, y la devoró en un beso, llevándola hasta el mismo escritorio, y sentándola sobre el mismo.
En un pestañear de ojos, la tuvo con el torso medianamente descubierto, tenía la camisa abierta dejándole ver el sostén que traía puesto. Franco volvió a besarla por el cuello, llenándola de húmedos besos, mientras ella sonreía extasiada y llena de regocijo.
Dejándose envolver por aquel hombre que siempre había soñado.
Devoró sus labios con fuerza y necesidad, mostrándole lo mucho que lo deseaba, al momento que él deslizaba sus manos por la cintura de ella, hasta llegar a sus pantalones. Le miró a los ojos sonriendo como un travieso, pero sin dejar la seriedad y elegancia que a ella la enloquecía, Valentina le regresó la sonrisa y lo abrazó, besando su hombro. Ahogó un gemido en su piel cuando lo sintió tocándola por encima de la ropa, tocándola con maestría y demasiado erotismo, como jamás alguien lo había hecho. Sintió sus pantalones deslizarse por sus piernas, y los dedos de él haciéndole ver las estrellas, mientras ella desahogaba su placer mordiendo sus hombros.
En menos de lo que pensó se derritió sobre sus manos, y se abrazó a él.
Pero aún la llama seguía encendida en su cuerpo, y él cosquilleo en su vientre con el calor entre sus piernas, se hacían insaciables.
- Señor... Sa.. - No pudo terminar cuando él la interrumpió, callándola con sus dedos y haciéndole saborear de su propio jugo.
- Shhh... Señora Villalba. - Decía él ahora acariciándola con fijación, y terminando de quitarle la camisa. - Déjeme hacer las cosas a mi modo..
Ella sonrió llena de complacencia.
Y él la cargó hasta llevarla al sofá, besándola en los labios húmedos con sabor a vino, y a otras sustancias... Apretando su cintura mientras ella lo abrazaba con fuerza, y se ayudaba a quitar el sostén. Su mente no podía albergar nada más que la imagen de Franco Santoro encima de ella tirándola como un loco.
Y así mismo fue, cerró los ojos para guardar aquello en su cabeza, y distraer a su mente en ese momento en que él se movía en ella con frenesí, justo como muchas veces lo había imaginado, soñado, y hasta alucinado. Sentía la mano de él forzarla a callar, cuando el placer le hacía gritar algunas cuántas cosas no muy decentes.
Sus manos se hundían en la espalda morena de él, incluso podía jurar que sus cortas y pequeñas uñas estaban logrando rasguñarlo. Mientras él se enterraba con más necesidad y ella comenzaba a moverse también.
La mano en donde llevaba su anillo de compromiso haló el cabello del hombre, y él llevaba sus manos a las piernas femeninas para adentrarse más y llenarla de él.
Pronto cayeron muertos por la agotadora faena, y sus cuerpos bañados en sudor se abrazaron el uno con el otro. Sintiendo de nuevo la necesidad de volver al ruedo, a pesar del cansancio.
Franco subió con la mujer enredada entre su cuerpo, como hiedra venenosa, apenas en su ropa interior, y con el cabello vuelto nada.
Ambos siguieron la fiesta en la habitación, sin notar que un brillante anillo había quedado olvidado en el sofá.
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Lucero y Fernando [Relatos]
FanfictionRelatos y One shots LC / Lucero y Fernando Colunga.