Rumores II

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Segunda parte pq sí.

Jose Miguel salía de su hacienda, suspiraba profundamente mirando todo a su alrededor. Las cosas habían cambiado tanto, el ambiente era distinto, se sentía tan sólo, la casa estaba cayéndose encima de él. Y no porque estuviera en mal estado como hace un tiempo, sino que la soledad lo carcomía.

Su madre se había ido hace un par de meses a vivir a México, dejándolo solo allí. Nunca tuvo la mejor de las relaciones con ella, pero era su mamá, y le hacía falta.

Cómo había pasado el tiempo.

Miró a su caballo y se subió en él, iba a montar un buen rato, a ver si de esa manera podía despejar su mente un rato. Quería pasearse de nuevo por Los Cascabeles, como solía hacerlo todos los días, sólo para observar aquella casa y recordar cuando estaba enamorado. El amor, hace rato no sentía lo que era eso, había pasado tanto tiempo desde la última vez que había visto a Valentina.

¿En donde estará? ¿Qué sería de su vida?

La recordaba con nostalgia, como ese amor bonito y puro que uno solía guardar para toda la vida aunque ya sólo fuese un recuerdo. Desechando los motivos por los que se habían separado, y quedándose sólo con las cosas buenas.

Detuvo su caballo frente a la hacienda, seguía todo igual... Los trabajadores de aquí para allá, carretas y caballos. Habían cambiado de capataz, Rosendo desapareció de la faz de la tierra de un momento a otro, él suponía que tal vez había huído de su responsabilidad con Valentina, y aquel bebé que ella decía que esperaba. Encogió los hombros, le daba igual.

Le costaba creer que de un momento a otro la mujer de su vida, la persona que más amaba y que pensó que lo amaba también, había resultado ser tan astuta, y vivaz. Esa ya no era la Valentina que él amaba y que recordaba con cariño.

Esa no existía para él.

De pronto, vio llegar una camioneta que parecía ser costosa, hace algunos meses había escuchado que estaban pensando vender Los Cascabeles porque Valentina finalmente ya no volvería a la hacienda. Ahora mirando el panorama, seguro esos eran algunos compradores, o en su defecto, los nuevos dueños.

Pero que equivocado estaba, del auto negro se bajó una mujer de cabello relativamente largo, cortado a capas, y que alcanzaba un poco más arriba de la mitad de su espalda. El corazón de Jose Miguel se emocionó al ver por fin su rostro, al ver esa sonrisa espléndida que lo había enamorado hace tanto tiempo, estaba tan radiante..

Y no era por él.

La sonrisa en su rostro se había desvanecido.

- Valentina....

Ella salió del carro y le dio la vuelta, sólo para abrir la puerta del copiloto, y meter su cuerpo a la mitad. Jose Miguel sonrió al ver la grandiosa vista que tenía desde allí. Pero después espantó los pensamientos en su cabeza.

Pero fue más el asombro que el gusto, cuando vio que sacaba del asiento a un pequeño niño, lo miraba embelesada y sonriente mientras el bebé jugaba con un león de peluche. Valentina cargó al pequeño, y con el pie terminó de cerrar la puerta del auto. Saludó a algunos cuantos trabajadores, y entró a la casa halando una maleta con el brazo que tenía libre.

Y él seguía sin procesar nada de lo que había visto.

Pero por alguna razón que hasta él mismo desconocía, terminó bajándose del caballo, dispuesto a entrar a la casa. Y así lo hizo, rápido caminó tras los pasos de la castaña, sin siquiera saludar a algunos jornaleros que estaban por ahí. Los nervios lo estaban asfixiando, y no estaría tranquilo hasta no verla de cerca.

Lucero y Fernando [Relatos]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora