Casados

341 26 27
                                    


Advertencia de contenido explícito y delicado. ⚠️

En un matrimonio de más de 15 años, y en una relación prácticamente abierta.. Así vivían Rebeca Montero y su esposo Eladio Gómez, una pareja sólida y millonaria que se había hecho un lugar en el gremio licorero.

No se amaban, no sentían afecto ninguno del otro, no les importaba lo que cada quien hacía con su vida. Pero no podían vivir separados. No era amor, era costumbre, apego, y un sentimento que iba más allá de lo que ambos podían entender y que les hacía estar juntos siempre.

Lo de ellos incluso había sido un matrimonio arreglado, Eladio tenía 55 años, y su esposa 40, ambos habían contraído nupcias cuando ella era joven aún. Rebeca a sus cortos 20 años se casó con aquel hombre por influencia de sus papás, todo se manejaba de esa forma, debían acrecentar la fortuna, y seguir el linaje. Ellos jamás habrían aceptado que ella se involucrara con cualquiera.

Los hacendados y dueños de viñedos a los meses murieron en un fatal accidente, Rebeca se hizo heredera de una fortuna enorme, que terminó administrando su esposo, hasta que ella tomó las propias riendas de sus negocios. Pero a pesar de que era una persona muy estable, a veces encontraba la vida aburrida.

- ¡Rebeca! - Exclamó una voz que por fin ansiaba escuchar.

- ¿Qué pasó? - Ella se acercó viendo a su galante esposo, tenía una sonrisa de oreja a oreja, pero él no debía saber el motivo. Se molestaría.

- ¿Qué? ¿No puedo preguntar por mí mujer ahora? - Le dijo acercándose mientras abría los brazos para abrazarla. La sonrisa inusual dibujada en su rostro decía muchas cosas, una de ellas era que no estaba muy sobrio. - Mi Rebeca que cada día se pone más hermosa..

Ella rió mirando hacia el piso, se llevó la mano a la boca tapando su disimulada risa. Sabía que estaba borracho, pues muy poco solía decirle cosas así. Era un frío y seco de primera.

- Eso no es ninguna novedad. - Replicó la rubia mirándolo. - Al igual que no es novedad verte ebrio.

- Ay, sólo fueron unos tragos mujer.. - Dijo abrazándola fuerte. - Ahh, que rico huele ese cabello..

- Deja de comportarte así Eladio, por favor... - Contestó fastidiada Rebeca. - Menos aquí.

- Te has acostumbrado tanto a tus amantes que ya no me quieres. - Le dijo él separándose de ella, y mirándola con la expresión dura.

- Sabes que nunca nos hemos querido.. - Soltó ella dándole un beso en la comisura de los labios. - Si seguimos juntos es por los chicos, por negocios, y sobretodo... Por el buen sexo que tenemos juntos.

- ¿Cómo puedes ser tan frívola?

- El señor Eladio hablándome de frialdad, que irónico. - La mujer sonrió y se mordió el labio inferior. - Es lo que usted me ha enseñado querido esposo.

- Mentirosa... - Le decía Eladio volviendo a abrazarla. El hombre miró hacia la planta de abajo y vio que no se asomaba ni una persona por ahí. Se volteó hacia su esposa y esta vez atrapó sus labios, encaminándola a la habitación.

Pronto llegaron a la recámara que compartían juntos, o que compartían a veces, pues la mayoría de las ocasiones Rebeca se iba a dormir a otro lado. La puerta sonó estrepitosamente al estrellarse con la pared, y ambos entraron como una turba luchando cada uno por tener el poder y dominar el otro pero más bien parecía que estuvieran forcejeando. Los besos eran ansiosos y las caricias torpes y sin juicio, las manos de los dos trataban de quitar la ropa del otro a ciegas, estaban absolutamente entregados al deseo.

La rubia de un empujón mandó al hombre a la cama, él cayó sentado y absorto por la actitud poco sutil de ella.

-- Espérate.. - Le dijo mientras la miraba. -- No siempre tiene que ser así..

Lucero y Fernando [Relatos]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora