STD / En la cabaña

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Y esas escenas nunca eran fáciles de hacer, no lo eran nunca con ninguna actriz, pero con ella... Con ella me dolía el alma el saber que todo lo que sucedía entre nosotros era ficción nada más.

Los directores y demás le indicaban lo que debía hacer, ya ella estaba lista para empezar, justo con la ropa que tendríamos, que a decir verdad era muy poca. Nos habían dicho que esta escena estaría un poquito más subida de tono y entonces por eso se nos exigía más, enfatizaron que la química debía ser palpable, y tan atrapante como siempre. No podía decirles que era algo que sólo nos fluía naturalmente, que simplemente olvidamos que estábamos actuando.

Ella se acercó, y supe que la escena ya debía empezar. Me miró a los ojos y los encontré más brillantes que siempre, seguramente así también estaban los míos. Sentí una sonrisa en su mirada, a pesar de que su expresión facial se mantenía normal.

- ¡Acción!

Empezaron las caricias, los besos, el suave tacto. Me hice detrás de ella, y le desarmé la coleta mientras tocaba con suavidad y delicadeza la piel sensible de su nunca, seguía besándola y todo iba tan naturalmente, hasta que recordé que el director nos había pedido darlo todo esta vez, pues se suponía que era una despedida de los personajes. Llevé mis manos hacia sus caderas, me deslicé por sus muslos, y acaricié su abdomen plano y marcado. Sabía que ella lo estaba disfrutando tanto como yo, aunque en esos momentos las palabras no se escucharan.

La escena se ponía cada vez más candente, y por un momento me olvidé de todo lo que nos rodeaba, de las personas y de las cámaras, de los micrófonos, de todo. Abrí los ojos y la vi solamente a ella, con ese cabello suelto y la cadenita que traía brillando sobre su pecho bronceado y lleno de pecas, su rostro era más que bello, era perfecto, y la mirada serena y sensual de sus ojos cafés me hizo perder el norte. Volvimos a besarnos, y sí, habíamos olvidado que estábamos actuando, ese era el fin.

Disfrutar de ambos y hacerles creer a los demás que era todo fingido.

En sus besos encontré paz, encontré pasión, y amor... El que yo sin duda alguna sentía por ella desde hace tiempo, tal vez desde el momento en que empezó todo esto, y que no sabía a ciencia cierta si ella también sentía por mí.

Vino una parte bastante fuerte que nos había pedido el productor, y que parece que hasta el momento habíamos olvidado. El cuadro de la cámara no lo dejaría ver, pero sí lo dejaba a la imaginación del televidente, y era que yo, o mejor dicho Jose Miguel tendría que hacer que Valentina se tocara.

Lo mejor, era que tenía que hacerlo de verdad, lo peor, que sería enfrente de toda esa gente.

Pues en la televisión no se veían algunas cosas, pero ellos si se daban cuenta de todo.

Tomé las manos de ella y las aproximé a su cuerpo, más exactamente a sus pechos, que en estos momentos estaban totalmente descubiertos, a excepción de sus pezones que estaban protegidos por un pequeño parche con forma de flor. Cuando sus manos juguetearon un poco por media fracción de segundo, ella hizo su cabeza hacia atrás, no sabía si estaba improvisando o en realidad sentía aquello. Pero por la mirada sincera y satisfecha que luego me dio, pude deducir que sí.

Sentí desmoronarme por completo, y es que con su sola mirada ya podría tener a un hombre muerto a sus pies. Nunca me había apasionado nunca por una compañera de esa forma, es más, nunca me apasioné con ninguna mujer así.

Lucero me dominaba, sin siquiera ella saberlo.

- ¡Corte! - El director nos detuvo, y enseguida nos tumbó de nuestra nube en menos de un segundo. - Estuvo increíble...

Ambos sonreímos, y a ella un asistente de producción se acercó para ofrecerle algo para cubrirse mientras tanto. Afortunadamente era una mujer, y pude notar que no se sintió intimidada.

- ¡No no! Espera... - Le dijo el director a Lu. - Ya vamos a seguir..

- ¿Ni un descanso merecemos? - Preguntó ella riendo.

- Sí, pero estas escenas son mejor hacerlas rápido. - Decía. - A mi me gusta que sea así, porque luego se enfría todo.

Solté una carcajada y ella rió igualmente. Los demás nos miraron con gracia.

- Bueno, ya saben que hacer... - Dijo. - Vayan, como sigue ahora.

- ¿En la ventana verdad? - Preguntó ella aún con jocosidad.

- Así es, listos...

Asentí y le tomé la mano a ella, la magia parecía volver a empezar. Otra vez tendría que tocarla mucho, y eso aunque sonara maravilloso, siempre resultaba difícil para mí.

- Sonido, luces, cámara, ¡Acción!

No sin antes pedirle perdón delicadamente y al oído, la empujé con fuerza a la ventana, esta vez sentía que sería mucho más complicado, y más subido de tono.

Mi mano se posó sobre uno de sus pechos mientras apretaba con delicadeza, la escuché gemir suave, y aquello me prendió demasido. Todo lo que me había estaba conteniendo se había salido de mis manos en estos momentos, y pude sentir mi cuerpo reaccionar al instante.

Lo peor, creo que ella también lo sintió. Estábamos muy pegados.

Me tocó besar su cuello mientras seguía fingiendo algo que realmente deseaba, y mis manos no dejaban su pecho, que a decir verdad también estaba disfrutando mucho tocar. Pero sentía que ya no podía más, que iba a perder la cordura, así como había perdido el control de mí y ahora estaba erecto detrás de ella.

Quería salir corriendo por la vergüenza, pero sentía que la escena iba tan bien que si la paraba, el director era capaz de vetarme indefinidamente se la televisora.

No sabía que hacer, menos cuando escuché claramente como jadeó excitada, y más luego yo la seguí.

Al parecer, el cielo se apiadó de nosotros y el director gritó el corte.

Pero yo no era capaz de moverme, estaba apenado y sentía mucha vergüenza, tanto con ella como con todos los que estaban ahí.

- Empiecen la otra ya.. - Dijo mirándome fijo, podía jurar que se dio cuenta de la situación.

Lucero aún respiraba un poco sofocada.

- Ya es la última, pero se tendrán que quitar los pantalones.. - Vi como el rostro de ella se ponía rojo. - La ropa interior que tienen debajo es especial para estos casos, es de color carne... Así que con algunos trucos de cámara y efectos, va a parecer que están sin nada.

Lo que venía estoy seguro que no seria capaz de explicarlo, ni narrarlo. Sólo sabía que lo iba a disfrutar con todo.

Lucero y Fernando [Relatos]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora