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LUCÍAN

Zafiro jadeaba fuertemente al estar sentada sobre la cadera de Ethan el cual le apretaba la cintura mientras gruñía pues ella movía su pelvis de manera suave contra su erección y sonreí lascivo ante esa escena. No había penetración, aún, pero si un roce constante que humedecía la erección del alpha, mismo que luchaba por no ceder ante su instinto para darla vuelta y penetrarla.

Ella no se había negado a mi pedido, al contrario, le encantó y por ello ahora estábamos sobre la cama con ella tentando al lobo.

En algún momento fantasee con esta escena y ahora me parecía irreal que ella estuviese cediendo con tal entusiasmo al igual que lo hacía el alpha a pesar de que ella imponía su dominio sobre él.

Siempre era difícil para un lobo alpha no tener el dominio de una situación y él hecho de que fuese Zafiro quien dominara tenía indeciso a Ethan pero tendría que acostumbrarse pues esa mujer era un espíritu salvaje e indomable que tentaba a quien la mirara, ella era sensualidad pura y una alpha exigente.

—Nena— la llamó el alpha y rápidamente me situé detrás de ella para tomarla de la cadera al mismo tiempo en que dejaba besos dulces en su mejilla izquierda.

—Dejate guiar, preciosa— le pedí cuando me gruñó y con una sonrisa juguetona la levanté ligeramente con el fin de alinear el miembro de Ethan en su coño rebosante de humedad.— Te gustará– le susurré al abrir sus pliegues para acariciar su botón sensible.

Estaba muy consciente de lo estrecha que estaba Zafiro pero ahora veía en la cara del alpha un pequeño destello de dolor, mismo que veía en mi compañera a medida que la dejaba caer sobre la erección del alpha pero era algo que pasaría rapidamente ya que la había dilatado lo suficiente como para que no fuese tan doloroso.

—Duele— siseó ella con un ligero temblor en su cuerpo que la obligó a inclinarse hacia delante y lamí mis labios al ver que incluso ese pequeño grado de dolor le provocaba placer a ambos.— Es muy grande, demasiado.— jadeó moviendo un poco su pelvis para intentar acostumbrarse a la invasión bestial que significaba el alpha.— Está muy... profundo...

Si, conocía muy bien esa sensación y es que el maldito tenía 25 centímetros de un pene que daban ganas de chuparlo como paleta pero que resultaba casi imposible debido a su gran  grosor lo cual hacía de la penetración toda una odisea tan placentera como dolorosa.

Cuando al fin ella estuvo sentada sobre la pelvis de Ethan su respiración era errática, su cuerpo temblaba y su espalda estaba arqueada dejandome ver con claridad sus ojos fuertemente cerrados y el sudor recorriendo su piel mientras una pequeña mueca de incomodidad se instalaba en su cara.

Sonreí de forma juguetona al apretar muy ligeramente su cadera para presionar su pelvis contra la de Ethan con el fin de que profundizara aún más la penetración sacandole así un gemido fuerte mientras temblaba con fuerza. Sabía que ese movimiento la llevaría a la cumbre del placer rápidamente porque, estando en celo, ella era demasiado sensible y su cuerpo permitía que la entrada a su útero se abriera lo suficiente como para dejarla preñada con una sola corrida, eso era lo que le permitía a los licántropos quedar inmóviles cuando anudaban dentro de su pareja.

Lamí mis labios al verla retorcerse entre mis manos soltando gemidos y chillidos que se ahogaba en la piel del alpha que comenzó a mover su pelvis de forma circular, eso debía sentirse demasiado bien para ella por que era la primera vez que saciaba su celo y de seguro lo sentía bastante intenso por el efecto de nuestras marcas en su piel.

—¡Ah... por favor...!— la escuché balbucear con la voz entrecortada y aproveché su posición para alinear mi miembro en su delicioso trasero brillante por la humedad de su lubricante natural que le empapaba la pelvis al alpha indicando que no faltaba mucho para que volviera a correrse y terminar así con la primera ola de su celo.

El Corazón de la princesa cazadoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora