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—No las quiero blancas, las quiero negras— le gruñí a la organizadora de bodas y ella tembló asintiendo mientras tomaba las muestras de las invitaciones.— Las letras serán en color oro para contrastar y necesito que me presentes una muestra mañana.

No me sentía muy bien gracias al maldito tratamiento del que ya tenía una semana consumiendo y que me provocaba mucho sueño. Además, quería follar y los malditos no se habían aparecido por lo que cargaba a una enfermera tras mi culo las 24 horas del día.

Ethan estaba a punto de llegar de México y Lucían había sido llamado por Gabriel así que estaría ocupado al menos una semana más por lo que volvería a verlo el día de la gala en Turquía. Por el momento me había entretenido con mi arsenal de juguetes y  las preparaciones para mi boda durante las pocas horas que me mantenía despierta y, a pesar de eso, había avanzado bastante en cuanto a decorativos para la recepción.

La boda era otra cuestión, sería algo sencillo y eso no le había agradado para nada a la organizadora pero me valía un pepino. Me casaría en las playas de arena negra de William Prince sound frente a su lago de aguas cristalinas y la hermosa vista de las montañas así como se lo propuse a Lucían cuando tenía siete años. Los únicos que acompañarían la ceremonia serían mis padres, mis hermanos y los más allegados a la familia así que la asistencia no pasaría de 50 o 60 personas.

—Princesa... el vestido...— habló la organizadora queriendo chismear pero solo me levanté y me retiré del lugar con rumbo a mi habitación, donde me esperaban las únicas personas en las que confiaba para hacer mi vestido.

Esa mujer y su hermano eran unos grandes artistas y entendían muy bien mi estilo de puta gótica-elegante, como mi hermana lo definía y no la culpaba. Conocía muy bien mi cuerpo y sabía que tenía buenos atributos así que me gustaba mostrar. Por otra parte, Lucía y Dhaniel, mis diseñadores, les encantaba trabajar para mí y si que tenían trabajo últimamente ya que eso incluía mis vestuarios para cada evento al que debía asistir, mi coronación y ahora mi boda.

—Me vas a terminar matando— gruñó Lucía al verme entrar a la habitación y sonreí juguetona. Ella se veía demasiado adorable cuando se enojaba, principalmente, porque su apariencia era la de una niña de ocho años debido a que a esa edad fue convertida junto con su hermano, Dhaniel.— Estoy hasta el cuello con el vestido de tu coronación y ahora quieres que haga el de tu boda en menos de dos meses.

No podía culparla por poner tanta presión sobre sus hombros ya que mi boda era en dos meses, aunque la fecha en concreta aún no estuviese fijada, y el vestido de mi coronación no era fácil ya que el tipo de tela que utilizaban para mis vestidos solía parecer metal aunque se tratara de una tela en extremo delicada y eso les llevaba bastante tiempo.

—Estás loca, Zafiro— habló su hermano con la misma frialdad de siempre pero solo me encogí de hombros.— Y nosotros mucho más por aceptar.

—¿Tienes alguna idea de lo que quieres?— habló Lucía con un cuaderno y un lápiz en sus manos lista para crear una de sus obras maestras. Admiré mi cuerpo en el espejo de cuerpo completo que estaba frente a mí y en mi mente resonó la voz de mi hermano.

Eres muy hermosa— recordé las palabras de mi hermano cada vez que me paraba frente a un espejo y me decidí.

Ella tomó en cuenta cada uno de mis deseos y los plasmó en la hoja de aquel cuaderno con una delicadeza extraordinaria dejando un resultado exquisito y, como siempre, muy acertado.

Casi dos horas después ellos se retiraron y yo decidí escaparme de la maldita enfermera para ir a la cascada que estaba en los terrenos de la gran mansión sin que nadie se diese cuenta. Necesitaba tranquilidad para procesar mis pensamientos y mis martirios así que no necesitaba de una cría que me persiguiera a cada segundo diciendome lo que era sano o no para mí en momentos así. Había sufrido de trastorno bipolar la mitad de mi vida y sabía muy bien lo que debía o no hacer.

—Al fin— suspiré al estar en la cascada respirando el aire puro que me brindaba la profundidad del bosque que rodeaba la propiedad.

Decidí quitarme toda la ropa para meterme  al estanque formado por la cascada y poco a poco mi cuerpo se fue relajando, siempre era así. Lugares como ese tenían un efecto muy tranquilizador para mí gracias al canto de las aves y el suave ruido del viento moviendo las ramas.

Vas a matar a tu madre de un susto— habló el alpha en mi mente y me di vuelta solo para admirar a la gran bestia de pelaje tan negro como el carbón que estaba parada a la orilla del estanque.— Y a mí también.

Esa bestia era enorme y extremadamente hermosa, nunca había visto un licántropo así y creo que no lo volvería a ver.  Esa bestia de dos metros de alto tenía un pelaje que brillaba con el sol y se movía suavemente con el viento demostrando que era muy suave por lo que daban ganas de restregarme contra él pero esos ojos tan rojos como la sangre intimidaban más que la altura que poseía y su aura... Dios... definitivamente era un alpha enigma porque la forma en que estaba parado demostrando que era un líder nato y la manera de mirarme como si me adorara me estaban provocando fuertes palpitos que no controlaba.

—Alpha— lo saludé con una pequeña inclinación de cabeza que él imitó y me di la vuelta al tener el impulso de sonreír.— No me gusta no hacer nada, me acostumbré desde muy joven a mis labores como monarca y el hecho de solo dormir me fastidia.

—Solo será un tiempo— lo escuché hablar detrás de mí y justo en ese momento mi piel se erizó como reacción a esa magnífica voz de tonalidades gruesas que me encantaba.— Además, podrías acompañarme a donde deba ir.

Suspiré sin poder evitarlo en cuanto sus brazos me rodearon de forma protectora y no pude evitar disfrutar del contacto de su piel caliente contra el frío que irradiaba la mía. Me gustaba esa combinación y ya no podía negar que el alpha también me gustaba porque en ese momento más que nunca tuve la necesidad de que él recorriera mi cuerpo entero mientras disfrutaba de sus feromonas que poco a poco me envolvían dejandome atontada y con la entrepierna humedecida.

—No puedo moverme sin la autorización de mi psiquiatra— le hice saber luego de varios minutos en los que él se dedicó a besar mi cuello y masajear con sumo cuidado mis pechos sensibles por el aire fresco y el agua.— Para... alpha...

Sus caricias me estaban atontando pues siempre me gustó que me acariciaran de esa manera tan suave y delicada como él lo hacía en ese momento, sin prisa alguna y sin importarle que su erección me maltratara la espalda y la mente con el deseo de que me hiciera lo que quisiera.

—Me gustas mucho, princesa— me susurró al oído con esa voz que solo la influencia de su bestia podría darle y me temblaron las piernas deseando abrirme para él.

Yo jamás había sido sumisa, era una alpha a pesar de que mi genética de licántropo fuese casi inexistente, sin embargo, él y Lucían tenían la capacidad de doblegar mi dominio de una manera que me aterraba pero que también disfrutaba porque jamás me gustó un hombre sumiso. En mis fantasías de adolescente mi hombre perfecto era aquel que no se dejara intimidar por las circunstancias o por mi carácter, un hombre fuerte, bien cuidado, atento, cariñoso y sobre todo que cogiera como dios. La vida se había encargado de no mandarme uno, sino dos hombres que eran todo lo que mis fantasias ansiaban y complacían no solo a mí sino a mi bestia y a mi parte espiritual.

—Alpha...— jadeé con los ojos cerrados cuando una de sus manos comenzó a bajar acariciando suavemente mi vientre y, como siempre, lo contraje porque no era una zona grata para mí ya que allí todavía quedaba una pequeña cicatriz de la herida que me arrebató a mi hija.

—Pronto— me susurró calmando mis ansias y eché la cabeza hacia atrás cuando su mano se detuvo justo en esa zona.— Un año, preciosa, después te prometo que tendrás un bebé aquí— asentí con mi corazón ardiendo en deseo como nunca antes y deseé que este año pasara rápido.— No sabes cuanto me gustaría verte con una pancita de embarazo, imagino que te verás hermosa.

—Por el momento, Ethan, te necesito entre mis piernas. Complaceme.

El Corazón de la princesa cazadoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora