El Corazón de la princesa cazadora

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Los expedientes de la joven y su defensor ya estaban en mis manos  pero no había mucha información que me sirviera para resolver algunas dudas, entonces, solo quedaba una persona que podía darme la información que quería. Asmodeus no era alguien con quien quisiera hablar pero si era necesario lo haría.

—Trae al joven Jessek y a la señorita Alixer— le pedí al guardia que me había entregado los expedientes y este de inmediato se retiró, segundos después estuve acompañada de Jim, el alpha y Lucían que al ver a Ethan se acercó.

—Me has llamado.

—Sí, lo hice por dos razones. En primera hay dos jóvenes aquí que me causan mucha curiosidad— le informé a Jim que prestó suma atención.— Más que todo porque la chica está infectada y su hermano la protege sin importar a quien ataca o las consecuencias de sus actos.

—¿Infectada? No es posible que alguien pueda entrar a un internado si está infectado— me cuestionó y suspiré de manera pesada sabiendo que tendría que dar muchas explicaciones.— ¿Qué pretendes, princesa?

—Son híbridos demonios que no controlan su capacidad de transformación y esto les deja daños físicos— les hice saber y fue entonces cuando mi concejal entendió por donde iban mis dudas.— Esto ayuda a que el virus sea difícil de encontrar en su sangre.

—¿Quieres que llame a Rubí?— negué ante esa pregunta dejándolo confundido y le entregué los expedientes no sin antes sellarlos ante sus ojos.— ¿Estás segura?

—Son hijos de Asmodeus así que es necesario mantenerlos vigilados y en cuanto Rubí tenga tiempo se les harán los análisis necesarios pero nadie más debe revisarlos— ordené viendo el sello en esos expedientes y no tuve duda alguna de que esos dos serían muy buenas adiciones a mi equipo élite.— Encárgate personalmente de sus entrenamientos.

—¿Cuál es el segundo punto?— habló el alpha mirándome a los ojos y carraspeé un poco incómoda por lo que diría ya que usualmente no me sucedían este tipo de cosas.

—La chica posee un aroma muy peculiar que atrae fácilmente... no lo sé— Lucían quiso reír al ver mi incomodidad pero lo ocultó al ver mi molestia.— No estoy muy acostumbrada a que mi bestia se altere de tal forma y no quiero problemas innecesarios con otros estudiantes.

—¿Para eso me llamaste?— me cuestionó el alpha un poco molesto y rodé los ojos pero entonces me tensé cuando ese olor fuerte hizo que mi bestia se removiera con fuerza haciéndome dar un paso atrás.— Diablos— susurró el alpha mirando hacia la puerta y quise buscar aire fresco. Esa niña despertaba a mi bestia con demasiada facilidad gracias a su aroma.— Es una omega con feromonas bastante poderosas— hizo saber el alpha en cuanto la joven entró a espaldas de su hermano que tenía en su mano una pequeña navaja.

Jadeé ante el sofocante olor que estaba a punto de nublar mi juicio y, por primera vez, mis colmillos salieron a la vista sin que yo lo deseara por lo que Ethan se puso delante de mí. No sabía que hacer en ese momento porque mi genética licántropo no se llevaba muy bien conmigo así que solo me dejé llevar el impulso de abrazar a mi compañero por la cintura para inhalar el aroma de su piel logrando calmarme un poco.

—Guarda el arma— exigió Jim en inglés pero no fue entendido y solo cuando Lucían les repitió la orden en legua espiritual el joven obedeció con dudas.— ¿No hablan inglés?

—Son turcos pero solo hablan ruso y la lengua espiritual así que debo suponer que han tenido contacto con su padre— hablé en ruso para que los jóvenes entendieran y me dieran la razón ante mis últimas palabras.— ¿Por qué no están con él?.

—Llegamos aquí hace dos meses— habló Jessek de manera firme sin dejar de mostrar una pose protectora.— Hace seis meses fuimos atacados por los sangre negra en el norte y estos infectaron a mi hermana. Algo curioso era que había un hombre que parecía controlar a los deformados este quizo tomar a mi hermana a la fuerza debido a que es una omega que llama bastante la atención por su olor.