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ZAFIRO

—¡Zafiro!— ese maldito grito me hizo despertar de golpe y frunci mi ceño al escuchar los pesados pasos dirigiéndose a la habitación en la que estaba con los dos idiotas que se habían despertado tan alarmados como yo.— Maldición, mujer, esto es grave— gruñó mi hermano abriendo la puerta de golpe sin importar que estábamos en ropa interior.

—¿Quieres calmarte?— le gruñí de vuelta pero a él no le importó, en su lugar, corrió para tomar el mando del televisor y me quedé estática con lo que vi.

—¿Podemos confiar nuestro futuro en una mujer inestable?— se veía como subtítulo en las noticias mundiales y pasé un trago grueso.

Mi expediente había sido publicado por completo y allí mencionaban desde los cinco mil asesinatos de sangre negra desde que comencé mi labor como princesa hasta mis adicciones, los intentos de suicidio por depresión y mi estado de salud mental actual. Esto no sería bueno para mi imagen como monarca ante el mundo ya que muchos desconfiarían de mis capacidades pero en tanto mi familia y mi especie me apoyara seguiría siendo la heredera directa al trono.

Ésta madrugada he recibido una información bastante alarmante para la población humana y un motivo de desconfianza para las demás especies que habitamos este planeta— comenzó la reportera y me levanté de la cama con la respiración agitada sintiéndome abrumada por la situación.— Siendo cerca de las tres de la madrugada alguien en las redes ha publicado el expediente de la princesa cazadora y lo que más llama la atención ha sido el hecho de que se practicara un aborto a la edad de dieciséis años y seguidamente pasó por un tratamiento psiquiátrico de dos años con nueve meses por múltiples intentos de suicidio y trastorno bipolar severo...

El maldito aparato dejó de sonar gracias a que mis poderes destrozaron la pantalla con grandes trozos de hielo que salieron de adentro y respiré profundo antes de retirarme para ir a la ducha. Necesitaba despejar mi mente con urgencia.

—Zafiro...

—No quiero hablar ahora, Nicolás— susurré cerrando la puerta del baño con seguro y me dejé caer al suelo sintiéndome cansada de que en mi vida solo ocurrieran desgracias. ¿Acaso debía algo de mi vida pasada? La última década para mí había sido un total martirio y deseaba que todo acabara de una vez por todas.

—No hagas una locura— escuché tras la puerta pero mi hermano me conocía demasiado bien, sin embargo, en ese momento en el que hiperventilaba solo quería paz total y por ello cerré mis ojos intentando respirar profundo y concentrándome en mí.

La revelación de mi expediente podía traerme graves consecuencias que podían ir desde la incapacidad para ser reina por parte de la organización de salud mundial hasta el quebrantamiento de varios tratados de paz que podrían ser alarmantes para las especies y no podía darme ese lujo en estos tiempos en los que la paz era una necesidad.

Todo estaba ocurriendo tan rápido que me estaba confundiendo pero algo me decía que si quería respuestas debía capturar a Khail a como diera lugar porque esa persona que logró entrar a la boveda y que deseguro fue quien publicó parte de mi expediente era demasiado parecido al padre de mi difunta hija y tenía el presentimiento de que él conocía a esa otra persona así que me levanté de suelo de baldosas blancas con el fin de quitarme el sueño y, cuando estuve duchada y con mi uniforme puesto, decidí salir solo para darme cuenta de que mi hermano seguía en la habitación hablando con  el alpha y Lucían.

—Necesito a la élite— le ordené a mi hermano y frunció su ceño confundido.— Que Rubí se encargue de organizar la rueda de prensa en Alaska dentro de una semana.

El Corazón de la princesa cazadoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora