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La fiesta había terminado casi tres horas atrás por lo que ya eran las siete de la mañana, la mayoría en el palacio aún dormía pues tenían el día libre pero yo no tenía ni una pizca de sueño, lo cual era bastante regular en seres con genética demoníaca, sin embargo, ese no era el por qué de mi insomnio.

Mi garganta ardía con fuerza, mis encías picaban y mis colmillos pinchaba mis labios recordándome que tenía una maldita sed que hacía mucho no podía saciar pues, lastimosamente, la sangre servida en mi copa no me apetecía. La que si me quería beber era la del maldito de Lucían y la del alpha que casi me enloquece al ser consciente de que podía escuchar claramente el sonido de su corazón junto al de Lucían ya que los dos estaban durmiendo en la misma habitación recordándole a todos que ellos eran bisexuales, sin embargo, la sangre de ellos tampoco me saciaría por muchas ganas que les tuviera  y eso me tenía impotente.

—Quita esa cara de culo y sube con ellos— escuché a mi espalda y sonreí de forma sarcástica.— Esa sangre no te va a saciar la sed, necesitas la de tus compañeros y te aseguro que ellos estarán más que dispuestos a que les conviertas el cuello en un colador— agregó Dominic Black tomando mi copa de sangre para beberla de un solo trago.— Si lo dejas para después te aseguro que tu bestia no va a poder controlarse.

—Hace casi dos décadas no bebo directo de la vena de una persona, ¿sabes?— le recordé con una pequeña risa juguetona y rodó los ojos sabiendo por qué lo había dejado de hacer.— Además, no he podido beber desde hace dos años— esa confesión hizo que se sorprendiera y frunciera su ceño.— Como puedes notar, no es por falta de sed y el control sobre mi bestia es algo que no pienso dejar a menos que sea demasiado necesario.

—Los necesitas— susurró como si no quisiera que lo escuchara pero en lugar de molestarme solo suspiré de manera pesada y asentí dejándolo pasmado. No quería que se enterara que tampoco podía beber de ellos así que debía llevarle la corriente hasta que descubriera la forma de curarme.

No estaba enferma y no me consideraba una sangre negra porque jamás me había deformado, mi sangre tampoco mostraba signos de ello pero si era sometida a exámenes muy rigurosos se podía ver claramente la forma en que mi sistema inmune trataba constantemente de eliminar la infección sin éxito alguno ya que se reproducía con la misma rapidez con la que mi sangre lo eliminaba así que no me curaba pero la infección tampoco avanzaba.

No era bueno que estuviera infectada pero tenía sus ventajas ya que mi resistencia era increíblemente alta, mis sentido podían ser agudizado hasta ser doloroso en ocasiones y la velocidad que podía adquirir no se comparaba con la de ningún otro ser. Sin embargo, mis más grande desventaja era la sed. Bebía de animales, si, pero eso no me aliviaba el ardor en la garganta y la sangre humana no me era suficiente, solo había una que pudo calmarme y esa era otra de las grandes razones para encontrar a Khail.

—Lucían me acompaña desde que estaba en el vientre de mi madre y el alpha...— mordí por un segundo mi labio inferior al recordar la forma en que me miraba durante la fiesta y quise ir a por él.— No puedo negar que físicamente necesito de ellos, sin embargo, se me hace un poco bizarra la idea de dejarme llevar por la necesidad y el instinto.

—Nunca lo hiciste, eres una persona que se caracteriza por su razonamiento e inteligencia y no me puedo imaginar verte dominada por el instinto de tu bestia— habló más para él como si quisiera entender mucho más mi situación pero luego de un rato solo negó.— Ve con  ellos, es preferible a que tu autocontrol se vea afectado y los ataques.

—¿Qué tan necesario crees que sea?

—Mucho, tus ojos están rojos, princesa, así que sube con ellos ahora— suspiré y asentí levantándome para retirarme del lugar e ir a mi habitación pues me negaba a ser yo quien los buscara y menos si no pensaba beber de ellos.

El Corazón de la princesa cazadoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora