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Abrí mis ojos sorprendida ante la afirmación de Lucían y di un paso atrás sintiéndome un poco intimidada por la situación. Jamás me había imaginado en una relación de tres pero tampoco podía negar que me resultaba excitante, por otra parte, de un encuentro sexual al matrimonio... Diablos, eso sí era ir con todo.

—Ya lo decidimos— habló el alpha con una mirada depredadora en sus orbes y pasé un trago grueso sin poder decir nada.— Además, no nos puedes negar que la idea te gusta cuando podemos oler muy claramente tu deseo.

Era una maldición que mi cuerpo me delatara, y sí, estaba como olla de presión con el solo olor de los idiotas frente a mí pero quien me culpaba, hacía once años que no follaba como Dios manda aunque tampoco me le lanzaría al primero que se me cruzara.

—Lo que más gracia me causa es que ustedes crean que pueden decidir por mí— interferí entre su estúpida conversación que incluía mi futuro y los dos malditos sonrieron de forma juguetona.— No quiero un trío.

—Es tarde— canturreó Lucían y rodé los ojos queriendo irme de esa habitación para descansar de ese aroma embriagador.

¿De qué valía que me negara si mi cuerpo decía lo contrario de lo que mi cabeza pensaba? A la mierda, por el momento solo quería estar tranquila para no cometer locuras con esos tontos que parecían niños en dulcería al tenerme en frente.

—Hagan lo que se les de la gana— escupí queriendo largarme cuanto antes pero ellos me lo impedían.— A mí no me incluyan en sus cochinadas, no estoy lo suficientemente desocupada como para prestarles atención— sentencié saliendo por el balcón para tomar vuelo sin darles tiempo para agarrarme.

Estaban locos si creían que me quedaría hablar con ellos para después terminar follando como si fuese una novela romántica. A la mierda lo que el destino quería. Lo que interesaba era que yo hiciera justicia y lo haría, además, en el proceso buscaría una cura para el tormento que me tenía sin beber desde hace dos años.

ETHAN

—Ella no es así— susurró mi amigo cuando Zafiro salió por el balcón y lo miré fijamente queriendo saber si era una broma.— Casi siempre es peor. Si algo la atormenta lo suficiente como para rechazar mi sangre y mantenerla más que cansada entonces es hora de preocuparnos.

—¿Qué crees que oculte?

—La verdad, no tengo idea...— respondió pensativo sin dejar de ver por donde ella se había ido y cerré mis ojos al recostarme en la cama.— Aunque el tiempo coincide con...

—¿Con qué?— cuestione un poco ansioso pero lo vi negar antes de suspirar de manera pesada.

—Tal vez me esté haciendo ideas tontas— susurró más para sí mismo pero deduje que no me diría lo que pensaba y si así era entonces tal vez se debía a que se trataba de algo personal de Zafiro.— Son muchas cosas las que esa mujer oculta.

No quise ahondar más en el tema pues, Lucían, parecía bastante pensativo y eso me daba a entender que algo tramaba para tener entre nuestros brazos a la hermosa mujer que era nuestra compañera.

Esa mujer me tenía sorprendido desde el primer momento en que pisó el salón principal de la mansión, primero, por que llegó de la mano de su abuelo que sin duda alguna intimidaba con ese porte elegante pero rebelde que resaltaba su actitud ligeramente orgullosa y, segundo, porque no tardé en notar cuatro orbes tan rojos como la sangre que le daban a la princesa un aura mucho más intimidante que su abuelo y eso desató una sensación que hacía erizar la piel. Cuatro orbes, que casi siempre eran de un azul muy llamativo según me había comentado Lucían, ahora hacían saber la sed que la atormentaba y que por alguna razón que desconocía no podía ser saciada.

El Corazón de la princesa cazadoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora