18

7 4 1
                                    

ETHAN

Mi alma se partió en mil pedazos al igual que mi corazón al escuchar esas palabras dichas en un tono demasiado frívolo y pasé un trago grueso aceptando ese hecho. Sin embargo, algo en su mirada me dio esperanza, porque sus cuatro orbes de ese color azul tan hermoso, expresaban anhelo y deseo.

—Bien...— susurré queriendo irme de allí lo antes posible porque no era capaz de seguir mirándola a esos cuatro orbes que me tentaban a abrazarla con fuerza para dercirle al oído que estaría para ella aun si no me quería en su vida pero era demasiado duro aceptar que estaría condenado a desearla y amarla sin que me permitiera una vida a su lado, preferiría morir.

—Déjame terminar, alpha— me interrumpió desviando su mirada detrás de mí y bajé mi mirada al suelo frunciendo el ceño al sentir demasiado dolor en el pecho junto a un nudo en mi garganta que no me dejaba respirar con normalidad pero hice el esfuerzo de seguir escuchando sus palabras sin importar que en ese momento solo quería apartarme de todo y todos para ahogarme en el dolor de su inminente rechazo.— Si quieres que de verdad considere tener una relación sentimental contigo debes saber que para mí todo depende de la confianza— prosiguió antes de suspirar de manera pesada y entonces me di el lujo de relajarme, de tener esperanzas y de imaginar una vida a su lado como mi reina. Era obvio que no esperaba que ella quisiera una relación conmigo de la nada pero tenía grandes dudas gracias a su actitud tan distante.— Entienda que, aunque usted, mi padre y Lucían se conocen de toda la vida, yo lo conozco desde hace unas semanas atrás así que no pienso ceder solo por la marca en mi nuca.

Entendí su punto de vista de manera inmediata y, sonriendo me acercarme con el fin de abrazarla para calmarme con su aroma y con sus feromonas que en ese momento se tornaron ligeramente dulces, demasiado atractivas para mí.

—¿Entonces debo ganarme tu confianza?— pregunté cuando se soltó del abrazo con una mueca de disgusto que a mí me resultó adorable pues, sin ser consciente, arrugaba su nariz de tal forma que me hizo recordar un conejito, sin embargo, esa mujer era toda un fiera. En cuanto a mi pregunta ella asintió como respuesta y sonreí aún más.— Quiero que tengas en cuenta que desde el momento en que te marqué soy completamente tuyo, que pondré a tus pies al mundo entero si me lo pidieras y que acabaré con todo aquel que trate de dañarte porque te convertiste en mi mayor tesoro— algo en su mirada cambió en ese momento, era como si necesitara escuchar esas palabras, y tomé su mano derecha sintiéndola tensa, temblorosa y fría.— Eres mi reina, mi mujer y la única que podrá manipularme a su antojo si lo deseas porque, aunque tú no confíes en mí, yo sí confío ciegamente en ti.

—Sabes que te pusiste en bandeja de oro para mí, ¿verdad?— me cuestionó levantando su cabeza para mirarme a los ojos debido a la gran diferencia de estatura de casi medio metro.— Yo no soy como las mujeres que caen a tus pies por babosadas y cursilerías...

—No— la interrumpí ganándome un gruñido de su parte.— Jamás te compararía con otra mujer y menos sabiendo que eres la hija de Alexander, mismo que me castrará personalmente si te lastimo de alguna forma.

—¿Lo haces por temor a mi padre?

Aunque Alexander era un padre celoso y sobreprotector, no le temía pues era mi mejor amigo pero aun así me pidió cuidar de su hija como si fuese lo más preciado que pudiese tener y es que, así era. Zafiro representaba para mí una nueva etapa en mi vida, un estabilidad que por siglos deseé y con ella llegaba el deseo instintivo de ser padre pero estaba dispuesto a esperar a que deseara quitarse el jadelle cuando se sintiera preparada para ser madre.

—Jamás, conozco demasiado bien a ese cabron— respondí en broma ganándome  un buen golpe de ella y debía admitir que esa mujer tenía la mano pesada pero más allá de eso, rodó los ojos con diversión y terminé riendo un poco.— Lo que realmente te quiero dar a entender es que nunca pensaría en tirar un diamante para recoger una piedra, no podría dejar a una diosa para conformarme con simples mortales después de haber probado tu gloria y jamás me conformaré con el hoy estando a tu lado porque también quiero estar en tu mañana.

El Corazón de la princesa cazadoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora