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ETHAN

—¡Mamá!— se escuchó fuera de la habitación pasados unos minutos de que la princesa se retirara con muestras de la sangre de Zafiro y me preocupé al verla entrar en la habitación con la respiración agitada y llamando a su madre a gritos.

La situación con Zafiro era delicada debido al tiempo que llevaba con altas temperaturas tomando en cuenta que su temperatura corporal habitual variaba entre los 10 y los 15 grados. Su cuerpo no estaba acostumbrado al calor y, según lo que había comentado Rubí, su temperatura más alta había sido de 20 grados y fue durante su primer celo que le provocó un golpe de calor que la dejó inhabilitada por casi cuatro días.

—Es el virus...— jadeó debido a la falta de respiración pero esas dos pequeñas palabras nos alteraron a todos.— Marquenla— nos ordenó caminando hacia su hermana para quitar las toallas frías con las que intentábamos bajarle la fiebre.— ¡Ahora!.

—¿Qué sucede, Rubí?— cuestionó la reina al ver el comportamiento errático de su hija y hecho de que quitara todo material que pudiera bajarle la temperatura, incluso los medicamentos intravenosos.

Algo debió haber visto en las muestras de sangre de Zafiro que tenía a la princesa tan alterada y actuando de esa forma tan poco propia de ella.

—Las muestras de sangre de Zafiro están casi limpias del virus y su sistema inmunológico está actuando para eliminar los pequeños residuos por ello la fiebre— se explicó con rapidez y miré a Lucían que al igual que yo estaba sorprendido.— Se debe actuar ahora o el virus no podrá ser exterminado.

—Pero, ¿como?— susurré sin poder creerlo pues hacía pocas horas me había enterado que ella estaba infectada y yo más que nadie sabía que ese maldito virus era imposible de exterminar.

—La sangre que bebió de Khail tenía una sustancia que no pude descifrar pero creo que era la cura o algo parecido— respondió rápidamente la princesa tomando otra muestra de sangre de su hermana.

—No podemos marcarla estando en este estado, la temperatura la mataría— alegó Lucían sin saber qué más decir ante la situación que a todos nos había dejado mudos.— Eso sin contar que entraría en celo.

—Tenemos que arriesgarnos— debatió la princesa quitando todos los monitores con ayuda del príncipe y dejándonos en completo suspenso.— Las toxinas de sus marcas combinadas terminarán de matar al virus pero es ahora o nunca.

Era una idea demasiado arriesgada. El proceso de eliminación del virus la tenía con una temperatura tan alta que tenía su cuerpo al límite y marcarla solo elevaría mucho más esa temperatura, algo a lo que su cuerpo no estaba acostumbrado y posiblemente pudiera causar efectos demasiado negativos para Zafiro.

—Lo haré— susurré sin ser consciente pero me importaba más salvarla a ella ya que si no hacíamos nada su cuerpo no mataría al virus y seguiría convulsionando por la fiebre.— Y Lucían tambien— sentencié cuando la princesa comenzó a recoger las toallas mojadas y las colchas llenas de sangre dejando todo limpio.

—Solo una cosa— advirtió mientras empujaba a su madre y a su hermano fuera de la habitación.— En caso de un paro cardíaco dejé cuatro dosis de medicamento en la mesita de noche, inyectenlo directo en su corazón— y con esas palabras se marchó cerrando la puerta así que respiré profundo para calmarme.

—Hagamoslo— habló al fin Lucían y asentí dirigiéndome a la cama para sentar a Zafiro y posarme detrás de ella.— Entierra los colmillos lo más profundo que puedas— me recomendó pasando un trago grueso y situándose frente a nuestra compañera dejando las piernas de ella al rededor de su cintura.

Debíamos marcarla al mismo tiempo o de lo contrario el lazo no se formaría correctamente así que nos preparamos mentalmente para lo que estábamos a punto de hacer.

El Corazón de la princesa cazadoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora