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ZAFIRO

¿Cómo demonios habían entrado a la bóveda? Y, aún más importante, ¿cómo lograron entrar a Ciudad Negra?

Tenía horas intentando entender cómo había sucedido todo pero nada encajaba y por más que me rompiera la cabeza pensando siempre llegaba a la misma conclusión: Tenía que haber un cazador de por medio.

Primero que nada, la ciudad madre de los cazadores se encontraba bajo kilómetros de tierra en Indonesia. Segundo punto, la ciudad poseía un manto de lava que la protegía de intrusos y que solo dejaba pasar a cazadores además de que también se debía pasar por un río subterráneo custodiado por ocho cocodrilos jurásicos que, al igual que la ciudad, reconocían quienes eran cazadores y quienes no. Punto tres, la ciudad estaba tan abajo que un ser de la superficie moriría en milisegundos por la presión extrema a la que el cuerpo era sometido y a la que nosotros estábamos acostumbrados genéticamente.

Por otro lado, la bóveda estaba custodiada por al menos seiscientos maestros cazadores que solo le permitían el paso a la familia real y al consejero de la reina que éramos los únicos con acceso a tal sitio. Además, aunque se lograra eludir a los guardias, la misma bóveda tenía un dispositivo de reconocimiento por ADN y en su interior poseía cámaras de última generación que contaban con reconocimiento facial y corporal. En pocas palabras, era casi imposible entrar a Ciudad Negra si no eras un cazador y era prácticamente imposible entrar y salir de la bóveda sin ser detectado.

—Quiero los vídeos de las cámaras de seguridad y una una declaración de todos y cada uno de los maestros custiodios— le exigí al equipo élite, los cuales fruncieron su ceños ya que su tarea, por protocolo, debía ser investigar a Jhon y buscar evidencias en un caso tan delicado como este.— Yo me encargo del concejal.

—Princesa...

—Guarda tus palabras para otro momento— interrumpí a una de las cazadoras y ella bajó su mirada al suelo sabiendo que la máxima autoridad en la ciudad era yo en ese momento.— También quiero el historial digital de ingreso por ADN y un recuento de todo lo que hay guardado, desde el más mísero pendiente hasta el último expediente.

—Si, princesa— respondieron los de la élite y, sin perder más tiempo, se retiraron para cumplir con lo ordenado mientras que yo me dirigía a los calabozos a encontrarme con Jhon.

Los calabozos del gran palacio de Ciudad negra solían ser cuartos fríos y oscuros en los que cuatro o cinco capturados compartían celda. No era lugares mal olientes ni algo parecido a cualquier descripción típica de un calabozo. Eran más bien habitaciones con literas y un cuarto de baño, lo necesario para los reclusos. En los últimos tiempos estos cuartos eran usados pocas veces y, mayormente, eran ocupados por estudiantes revoltosos y problemáticos de los internados pero eso no quería decir que las salas de tortura que estaban allí abajo no fuesen usadas pues en esos lugares aprendían los que a penas iniciaban sus aprendizajes como practicantes de cazadores ya que, aunque tuviésemos la mejor tecnología, los cazadores también usábamos métodos antiguos en algunas ocasiones.

En ese preciso momento había calma y una oscuridad interrumpida por un claro al fondo del pasillo, donde estaba Jhon revisando su móvil como si estuviese analizando algo.

—¿Por qué estás aquí?— cuestioné luego de unos segundos de verlo sumergido en lo que hacía y pronto me mostró su teléfono.

—Aquí hay más silencio y puedo concentrarme más— respondió cuando tomé su móvil y observé con atención que se trataba de los vídeos de seguridad de las camaras del interior de la bóveda.— ¿Te has visto con Khail recientemente?

No podía ser verdad.

Khail ni siquiera podía entrar a la ciudad, la última vez que lo intentó sufrió hemorragias graves debido a la presión así que era imposible que él entrara. Por otra parte... en la imagen de vídeo se veía a una persona, no creía que fuese él, no podía ser él pero era idéntico a Khail, sin embargo, el cuerpo de este hombre era más tonificado y musculoso. No era Khail pero su parecido con el híbrido era impresionante y ahora quería saber quien era y como demonios logró entrar a la bóveda.

El Corazón de la princesa cazadoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora