—Tú conoces mis motivos, Lucían— susurré al verlo posarse a mis espaldas a través del espejo.— Tú más que nadie...— me vi interrumpida al soltar un jadeo debido a la fuerte nalgada que él me dio y que resonó en todo el baño avivando aún más esas ganas que me tenían con la piel ardiendo y con una creciente humedad entre mis piernas.
Estaba sensible debido a la necesidad causada por el lazo y su toque en mi piel fue el detonante que me hizo arder aún más en un deseo en el que no quería caer, o eso creía. Necesitábamos hablar y eso lo tenía claro pero también quería retrasarlo lo más que pudiera y por ello me estaba esforzando en evitarlos.
Quise darme la vuelta para verlo pero mis piernas no me respondían y, además, sabía que si algo más salía de mi boca no sería capaz de enfrentarlo, todavía, no con él mirándome a los ojos de aquella forma que derretía mi corazón y hacía hervir mi sangre recordándome lo mucho que amaba a ese hombre desde que era una niña.
¿De qué me servía negar que amaba a Lucían? Mi familia lo sabía, él lo sabía y no iba a pretender alejarme ahora que estaba marcada pero si quería algo de tiempo para sanar mis heridas así que por el momento nuestra relación debía ser netamente física.
—Quítate las bragas— ordenó con la voz ronca y jadeé ansiosa sintiendo mi coño humedecerse con solo sentir su tacto sobre mi ropa, su olor envolviéndome, su erección en mi espalda y el enlace ya formado haciendo un desastre en mi cabeza.— Primero aliviaremos la necesidad del otro y después hablaremos tranquilamente.
Asentí pasando un trago grueso y lentamente comencé a quitarme las bragas mientras él se abría el cierre de su pantalón y apartaba su ropa interior para liberar su miembro duro, largo y grueso... maldición, quería prenderme de esa erección que a cada segundo me hacía agua la boca y que me hacía sonreír al recordar aquella vez que lo paralice para hacer de las mías.
Cuando mis bragas estaban a mitad de mis muslos él me detuvo gracias a que una de sus manos me hizo inclinarme sobre el lavabo provocando que me desesperara por tenerlo embistiendo duro pero sus ojos no dejaban de mirarme como si tuviese algo de cristal entre sus manos y temblé ante la intensidad con la que el vínculo me hacía sentir su deseo, su anhelo... su amor.
—Hazlo ya, sin juegos previos— susurré admirando sus ojos a través del espejo y me ahogue con mi propia saliva viendo estrellas cuando él me obedeció.— ¡Diablos!
Me había embestido de golpe y el sonido de mis nalgas chocando con su pelvis al enterrarse hasta la base llenó la estancia. Eso había sido brutal, la forma en que mi vagina se había abierto de golpe para albergar el miembro de ese hombre fue demasiado delicioso y un poco doloroso pero ahora se movía de forma circular mientras jadeaba y sus manos amasaban mi trasero dejando sus manos allí marcadas sabiendo que eso me encantaba.
—Estás estrecha— gruñó entredientes y me embobe al verlo tan extasiado pero chillé cuando su pulgar comenzó a masajear mi entrada trasera.— Estás muy rica, preciosa.
Quise entretenerme con el movimiento de su miembro dentro de mí y, por un momento, toqué el cielo cuando rozó ese punto que me volvía loca haciéndome pedir más sin dudarlo. La profundidad de sus embestidas dolía como el demonio pero me encantaba que su miembro entrara con fuerza rozando mi punto G y llegando casi hasta la barrera que no le permitía acceder a mi útero. Sin embargo, él seguía con su dedo en mi culo y debía admitir que eso me ponía algo nerviosa.
—No— susurré queriendo que no me tocara el culo cuando sentí su dedo entrar pero su risa hizo palpitar mi corazón con demasiada fuerza.— Lucían... ¡mierda!— jadeé cuando me tomó del cabello para jalarlo y lograr que arqueara la espalda dándole a él un mejor ángulo para la penetración.— Lucían...
ESTÁS LEYENDO
El Corazón de la princesa cazadora
Manusia SerigalaZafiro Evans, nieta del mismísimo Lucifer y princesa de la especie más temida y respetada en un mundo futurista que había sido devastado por una guerra entre países. Ethan Dark, el alpha lider de los licántropos, y Lucían Demian, el señor de los m...