I - Voz

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La primera vez que la escuchó fue algo demasiado, impactante.

Era un viernes por la noche, y solo pensaba en terminar con su turno para irse a dormir lo más pronto posible y poder asistir a su trabajo de los sábados. Tiempos de escasez dónde el dinero le faltaba, y su explotación se volvió rutinaria.

Recuerda que era la última mesa en ese local, y Sasaki le rogó para que él la atendiera, puesto que necesitaba salir a dejar la basura y no le daría tiempo. Con mucho sueño fue a ella para pedir bendita cuenta y sentarse un momento después, pero en el instante en el que habló, fue como si sus energías volvieran a su cuerpo.

Buenas noches, ¿ya le traigo su cuenta?-

No, solo un poco más, por favor- Un escalofrío pasó por su columna y sus extremidades. Y fue cuando volteo a ver al hombre con más detenimiento, grande, fuerte, pelirrojo y extremadamente atractivo, su voz definitivamente hacía gala de su figura- Es que estoy esperando a alguien, y aún no aparece.

P-por supuesto señor, estaré al pendiente en caso de que cambie de parecer- No era propio de él salir corriendo, pero estaba demasiado avergonzado y su corazón golpeaba su tórax de manera extraña. Es que su voz era tan, hipnótica.

Pensó por un momento que había usado la voz alfa, pero no, todo lo que hizo fue hablar avergonzado por su falta de compañía, pero sintió como esa sueve voz lo envolvía como la más deliciosas de las melodías, y la más hermosa de las canciones. Se quedó con su pequeño acento un poco más, permitiéndose disfrutarla en la soledad de su noche, repitiéndolo una y otra vez en su cabeza, al menos hasta que lo volvieran a llamar.

No dejó que nadie más atendiera esa mesa, la cual se quedó más tiempo a pesar de estar ya ahí un bien rato antes de que lo atendiera, pero lo agradecía profundamente, lo llamó varias veces para muchas cosas absurdas, esto, lejos de molestarlo como normalmente ocurriría, le alegró de sobremanera y, cuando se fue se despidió con la mano de lejos, aceptando que sería la última vez que escucharía a esa persona.

Seguro tuvo una sonrisa pegada en su rostro todo el tiempo.

Por el contrario, el pelirrojo pensó que tenía que volver a ese restaurante lo más pronto posible.

Su noche estaba totalmente arruinada, su ''cita'' le aviso hora y media después que no iba a poder llegar, entonces se sentó ahí como un tonto por media hora más intentando llamar a alguien para que lo acompañara y no verse tan patético, pero fracasó, nadie pudo venir y ceno absolutamente solo.

Literalmente era la última mesa cuando se le acercó un camarero diferente al que lo había estado atendiendo, y que en su vida había visto porque era la primera vez que pisaba el restaurante. Pero por él se sintió como si de verdad valiera la pena.

Solo atino a decirle la excusa que había estado ocupando porque su cerebro dejó de carburar por un rato. Nunca había escuchado una voz tan profunda, y mucho menos de un omega, pero que a la vez fuera dulce, y sencilla como una flor, era como, una brisa fresca que necesitaba, definitivamente no lo merecía, pero lo necesitaba, lo consoló horriblemente. Y ni siquiera dijo gan cosa. Fue atrapante desde el primer momento y solo agrego más comentarios para que no se fuera, o para poder sacarle más plática, pero este huyo.

No era propio de él molestar tanto a los camareros, pero fue imposible no llamarlo todo el tiempo para poder seguir hablando, de hecho, este parecía absolutamente complacido con su actitud, incluso cuando seguía lleno ordenó y ordenó comida, así podría tontear un poco con ese lindo camarero. Quería que le siguiera hablando, y cuando lo llamó por su nombre fue como ganar el cielo.

Desgraciadamente, tuvo que irse puesto que ya iban a cerrar, pero no olvidaría esa voz, y mucho menos, esa sonrisa que le dio al despedirse.

De finitamente iba a volver.

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