II - Aroma

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Estuvieron hablando mucho a raíz de que el pelirrojo visitó más el restaurante, aprendiendo el nombre del otro, los horarios del otro, sus gustos, entre otras cosas. Habían ideado una especie de salida, nada fuera del otro mundo, solo caminarían hasta la estación de metro a partir del local y de ahí, cada quien se iría por el vagón que les correspondía. Aunque se agradaban bastante, no podían confiar así de alguien que técnicamente no conocían.

El peliblanco estaba emocionado, no solo porque se verían en un ambiente más que nada común, no importa si solo caminarían por ahí, ya era algo. Además, sería la primera vez que podría esparcir su aroma lo más libre que pudiera.

Casi siempre ocupaba un perfume que ocultaba su olor parcialmente, no le molestaba, y solía usar uno que era con aroma a tierra y lluvia, le gustaba molestar a los alfas que pudieron llegar a captarlo. Esto de hecho era una regla, centrada en no interrumpir la experiencia de los comensales que visitaran el restaurante, por lo mismo solo contrataban betas, pero la dueña era amiga de la novia de su amigo, aunque suene tonto, le había logrado conseguir palanca por eso, lo cual agradecía profundamente, puesto que necesitaba el empleo.

Pero hoy sería diferente, ya no habría una mezcla de su aroma natural, olor ajeno, comida, aceite y otros que pudo tener por trabajar en la cocina, solo sería él de la manera más natural posible. Esperaba que le agradará a ese alfa. Era la primera vez en su vida que buscaba esa aprobación, de una manera romántica al menos.

Al contrario de Jack, el pelirrojo nunca había ocultado su aroma, y era bastante fuerte por lo que le habían comentado sus amigos. Pero nunca lo había querido esconder, solo cuando tuvo esa tonta cita (que ahora agradecía, porque conoció a alguien mil veces mejor) y se arrepentía horriblemente.

Lo había escondido y ahora su aroma natural se mezclaba con el de otros tontos alfas que buscaban hablar con su omega. He impresionarlo haciendo que su aroma flote en el aire de manera repulsiva, al menos para él, nadie más parecía quejarse, ni siquiera Jack. Por eso pensó que su aroma no podría llegar a gustarle, y eso le asustó.

Se bañó, comió adecuadamente, mantuvo una actitud indulgente para que su aroma fuera lo más puro y bueno posible, se puso ropa corta para que no tapara tanto sus poros. Si lo iba a oler y juzgar, que fuera dándolo todo, así, si lo rechazaba, no importaría tanto porque sabe que él estaba en su mejor forma. Pero esperaba desesperadamente que sí le gustara.

También sería la primera vez que podría captar la fragancia de Jack en su totalidad, aunque se esforzará al cien por ciento no lo lograba captar del todo pura, puesto que la ocultaba, desgraciadamente. Pero eso cambiaría, hoy podrían conocerse más íntimamente.

Lo esperó afuera del restaurante para encontrarse. Ya sabía cuando terminaba su turno, pero aún así se lo dijo para no alarmarse si es que tardaba. Lo cual estaba haciendo.

Dentro, Sasaki y Hlokk (que después de pasar más tiempo con el omega le había agarrado cariño, y como no hacerlo, si su instinto no paraba de gritarle que lo protegiera) que eran los últimos, además de Jack en irse, le estaban dando ánimos para que saliera a encontrarse con su casi cita.

El problema es que este estaba luchando para ponerse el perfume que escondería su aroma, y eso era lo último que querían.

Sasaki no estoy bromeando ya suéltame- Se retorcía en brazos del susodicho- Solo una roseada, seguramente le gusta más eso que yo.

Deja de decir eso- Respondió comprensivo su amigo beta.

Deja de pensar que me importa- Dijo la alfa mientras lo vaciaba por el fregadero para lavarse las manos- Problema resuelto.

¡No! – No pensó que de verdad lo hiciera, le dolía sobre todo porque era caro y no tenía otro. Se puso flácido en los brazos que lo seguían agarrando- ¿Ahora que voy a hacer?

Salir de aquí y enfrentarlo como hombre-

Pero-

¡Sin peros! No parabas de hablar de esto, me molestaste, ahora sal de ahí y asume tu responsabilidad- Se calmó cuando el omega se encogió por las feromonas que empezó a esparcir de agresividad, así que intentó de nuevo, lentamente- Estoy segura que le gustará tu aroma, y si no, él se lo pierde.

Definitivamente amigo- Aunque el pelinegro quería que lo hiciera por su propia mano, y de manera voluntaria, algo le decía que no lo conseguiría- Si quieres, te puedo acompañar.

¿En serio? - Eso lo animo de inmediato- Vamos.

Se paró para tomar sus cosas e irse. Mientras que la alfa los veía a ambos con desaprobación, sobre todo a sasaki, que había traicionado su idea de que fuera solo, este solo se encogió de hombros y se disculpó en silencio, si no lo hacía de todas formas no habría cita.

Salieron tranquilamente después, Jack estaba prensado al brazo de su amigo, pero cuando diviso al otro alfa un poco más lejos en la acera, lo soltó de inmediato, parecía que se olvidaba por completo de él, yendo directamente a la otra dirección.

Hola- Se paró en frente del alfa, y habló bajito, seguía nervioso por su aroma, pero enfrente del imponente alfa parecía que nada podía salir mal.

Hola...- Estaba un poco enojado por verlo salir con un simple beta, del brazo, a solas, pero se olvidó de eso rápidamente al verlo ir hacía él de manera individual.

Ahora ambos podían captar el aroma del otro sin problema.

El alfa estaba, extasiado. Como ya era tarde se encontraban solos, en medio de una calle solitaria, donde solo corría el viento. Pudo capturar su aroma sin nada extra, sin esos extraños aromas a tierra o lluvia, o a la comida, ni siquiera tenía aromas familiares, era solo él, su pequeño omega.

Su cuerpo tembló ligeramente por la emoción, era de verdad exquisito.

Olía como a caramelo, a lo más dulce del chocolate, lo más rico de la miel, lo más picante de la menta, algo suave como el algodón, pero a la vez elegante como el de una gardenia. Un vino añejo que se disfrutaba lentamente, pero también a un té de extrema rareza. Era una tarde tranquila con vino y postres, olía a hogar, a lo familiar, o lo que podía amar.

Sin querer respiró más profundamente, sorprendiendo al omega, avergonzándolo por su acción, aunque quería preguntar no hacía falta, era obvio que le había gustado su olor.

Y el no se quedaba atrás, no había parado de memorizar su aroma desde que se paró a su lado.

Era fortaleza pura, como el de una bestia gentil, la más picante de las salsas, pero a la par, a una sidra para celebrar, a un fuego que no para de crecer. Era nadar en el mar sin temor a ahogarte, refrescante, y que te protegería siempre.

Eso lo hacía feliz, y su aroma lo hacía notar, soltando feromonas de felicidad sin querer, al no tener ningún otro olor en el aire, este se esparció sin problema. Alegrando al alfa que no se cansaba de tan dichosa oportunidad. Ni el perfume más caro y fino se le podía comparar, y eso era un pensamiento que ambos compartían.

Caminaron en silencio hacía la estación, embobados cada quien en el otro sin tener la necesidad de soltar palabra alguna, solo de vez en cuando para poder quedar otro día, pero no eran necesarias, era como si estuvieran sincronizados.

El omega tomó el brazo del alfa, mientras ambos tomaban su mano ajena, sin separarse. Caminando en la noche, agradecidos de esa simple acción, de ese simple aroma que se les permitió conocer. 

OmegacemberDonde viven las historias. Descúbrelo ahora