V - Autocontrol

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Después del incidente con buda, la próxima vez que el alfa volvió a ver al Omega se disculpó profundamente, y le dijo que tenía un trabajo muy urgente que atender, y por eso se había ido.

El omega respondió que no importaba, y se alegraba que todo saliera bien. Aunque había pasado varias noches en vela pensando en que fue su culpa, eso no se lo dijo.

Así que siguieron con sus interacciones como antes. Por lo general, hércules al trabajar muy temprano, se daba una vuelta por el restaurante donde laboraba Jack, se compraba un café y le compraba otro al omega. Fue divertido la primera vez de esto, porque el peliblanco se entristeció al pensar que era para otra persona, y después estaba que no podía de la impresión al saber que era para él. Por las tardes volvía, aunque a petición de Jack, solo lo veía en su descanso, buscando evitar que gastara dinero cada vez que lo fuera a saludar.

Sus protestas fueron escuchadas, a pesar de eso, Hércules compraba algunas galletas de otro lado y las compartían mientras hablaban en la media hora que tenía el peliblanco para relajarse. Este nunca sospecho que era por él, lo cual alegraba al alfa, su inocencia era entrañable, y en ese momento, beneficiosa.

Pero donde si podían hablar más calmados, era la heladería en la que trabajaba el omega. Nadie los conocía adentro, nadie cercano al menos, y como no había mucha clientela por las tardes noches, que era cuando el alfa salía de trabajar, se sentaban tranquilamente mientras seguían hablando cual loros. Era el lugar favorito de ambos, puesto que no tenía restricciones en cuanto a las feromonas, y podían soltar su olor libremente. En esos momentos, Jack siempre tenía su rostro sobre sus manos y observaba embobado a hércules al hablar, y esto se volteaba cuando el omega contaba algo y el alfa no paraba de sonreír mientras lo veía.

Lo bueno de salir en estos ambientes era, por supuesto, que sus amigos o conocidos no podrían verlos, burlarse o separarlos, eran ellos solitos. Algo negativo, es que cualquiera podía observarlos desde afuera, y si este no era conocido por ambos, era fácilmente ignorado.

Este fue el caso de Buda. Iba todos los días a la misma hora, antes de entrar al trabajo, ya se le había hecho costumbre platicar con el encargado que siempre lucía cansado, además, el helado era excelente, y la fragancia a caramelo del omega que atendía era adictiva, pero nunca se quedaba mucho porque la gente lo hostigaba, así que se iba.

Un día le apeteció comer en otro lado, al terminar mejor regreso a dónde siempre, pero en la tarde noche porque se le hizo tarde, y fue cuando los encontró.

El omega siempre era muy formal y hospitalario, además de muy serio con su trabajo, ese día espero hasta que despertara de su ensoñación para que lo atendiera, tuvo suerte que enserio se le antojaba ese postre, además de tener estima por su amigo de ojos heterocromáticos, o si no se hubiera ido. Desde ahí se le hizo divertido visitarlo a esa hora, antes de que llegara Hércules (porque buda por lo general salía más temprano de trabajar), pedir algo, y disfrutar del espectáculo.

En cierto sentido se le hizo lindo. Se sentaban uno frente al otro y hablaban hasta que se cansaban, y un poco más, era como si estuvieran en su propio mundo, porque lo ignoraban completamente. Ni siquiera Hércules, que trabajaba con él, le daba una segunda mirada cuando estaba con ese Omega. Suponía que eso es lo que era estar enamorado. No le importaba, de todas formas podía hablar con ambos en otro momento.

Aunque algo que notó de inmediato, es la absoluta y casi absurda moderación con todo de parte de ambos. No sé tocaban, y si siquiera se llegaban a rozar, se alejaban rápidamente El omega mostraba una actitud recatada, llegando incluso a alejar su cuerpo, lejos de sus instintos que le decían que tenía que estar cerca de ese hombre. Inclinarse y ser sumiso con lo que dijera, no era realmente su estilo, lo conocía.

Al contrario, su compañero alfa sí que batallaba para controlarse. Más de una vez lo atrapó a punto de tomar su rostro cuando se giraba a ver qué nadie hubiera llegado, como si quisiera volteárselo y que solo lo viera a él.

Otras, se levantaba molesto cuando alguien de verdad llegaba, intentando intimidarlo para que se fuera, pasaba después a sentarse de inmediato avergonzado.

Lo que sobrepasó su límite fue cuando, en un arranque, golpeó la mesa al ver cómo se tardaba mucho en regresar de atender algo en la caja, en ese momento el Omega regresó asustado a buscar qué pasaba, el pelirrojo por supuesto que mintió, excusándose y disculpándose por el alboroto. Si no fuera porque las cosas se arreglaron muy rápido, pudo haber intervenido.

Y casi siempre lo iba a tomar de la cintura si el peliblanco estaba de pie y él se encontraba sentado, sus palmas flotaban unos centímetros antes de tocarlo, para finalmente caer sin siquiera acariciar su forma.

Fuera de eso las miradas de odio a cualquier persona que pasará y los viera eran muy comunes, el pobre pensaba que no se daban cuenta, pero es que las hacía ver muy explícitas, no tenía nada de control en sus expresiones. Cambiaban muy rápido, sobre todo si el Omega le llamaba la atención luego de hacer una.

Su pequeña diversión al ver al alfa batallar con sus instintos primitivos lo aburrió más tarde que temprano, era exasperante presenciar cómo querían algo y al final terminaban sin obtener nada, casi quería levantarse y chocar sus rostros para que se dieran un maldito beso, pero no lo haría, porque no era su asunto.

Esperaba que terminara bien para ambos, y cada uno tuviera su propia felicidad sin depender del otro, aunque por lo visto, lo estaban haciendo bien, solo les faltaba un poco de camino. 




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