XVII - Celo alfa

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Eran las 11:52 PM. Y Jack no podía encontrar el sueño, estaba rebotando de expectativa.

Acostado junto a su alfa, espero ansioso cuando el reloj diera las 12, la razón, ese día sería el celo de su pareja.

Siempre lo pasaba con otras personas, por alguna razón odiaba eso, y está sería la primera vez que lo pasaría con él. Su Omega enlazado. Si pudiera, daría vueltas sobre la cama del éxtasis y el orgullo que le provocaba eso.

Habían hablado previamente, sobre todo; "Si quieres que pare lo haré" " Si no te sientes cómodo puedes decirme, no me ofendes, me preocupa más lo que tú sientas" " Si ya no quieres continuar, yo mismo te sacaré del cuarto para protegerte". Blablabla.

Y más cosas. Tenían una caja llena de comida al lado de su cama, para alimentar a su alfa evidentemente; habían avisado que desaparecerían un día entero, debido a que el celo empieza y termina desde que amanece hasta que anochece; se tomó el anticonceptivo porque pensó que sería incómodo usar un preservativo, además que Hércules le dijo que eso casi no funciona con lo que podría pasar, es decir, el otro le daba más confianza; y claro, se había aseado muy bien en todas partes.

Apretó la sábana en su pecho nervioso, era el primer celo alfa en el que participaba, los había visto, aunque por obvias razones lo alejaban lo más posible, pero hoy iba a participar, estaba emocionado.

Dieron las 12 y como resorte se levantó, en medio de la oscuridad, y espero. Su alfa no se movió, estaba muy cómodo durmiendo a su lado, parecía muy relajado luego de estar varios días con dolor de cabeza. Ni siquiera sintió su movimiento, a pesar de mover el brazo que se encontraba sobre su estómago con ese movimiento. Pasados unos minutos decidió que mejor iba a dormir un poco.

Estaba ya mojado, había fantaseado mucho durante el tiempo que tuvo, así que pensó que podría tocarse un rato.

Le dio la espalda a su pareja y dirigió sus manos a su entrepierna, solo había empezado a frotarse cuando una mano grande sostuvo su brazo, impidiéndole continuar.

¿Por qué te estás tocando? - Estaba exhalando, y su voz se hizo más rasposa, lo dijo cerca de su oído- Yo lo haré.

Un olor muy intenso lleno la habitación de repente, como si quisiera imponer su dominio.

Sintió como los colmillos se le clavaban en el cuello, los brazos ajenos se metían por debajo de su ropa, empezaba a rasgarla y a tocarlo torpemente. Acercó todo su cuerpo a él, y apreció una dura erección crecer detrás de él.

Ya había comenzado su celo.

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Las primeras horas siempre eran las más salvajes.

Esto lo comprobó Hércules una vez más, en esta ocasión con su pareja.

Lo tenía totalmente desnudo frente a él, dándole la espalda, empotrado en la cabecera de la cama, penetrándolo una y otra vez.

Sacaba su miembro en su totalidad y lo volvía a meter con más fuerza. No sentía ni siquiera rastros de cansancio.

Le fascinaba la vista de su Omega siendo penetrado por él, sin parar y sin descanso. El calor que siempre sentía en su pene era apaciguado al estar dentro de su pareja, esas ansias de tener algo eran consumadas cada que se inclinaba y mordía a Jack en diferentes partes se su cuerpo. Sabía delicioso sin importar donde encajara el diente, cuál animal voraz.

Y por supuesto, los sonidos que le regalaban eran magníficos, casi adictivos. Sus pieles chocando una y otra vez, junto con el sonido de la penetración, era tan sucio, pero tan bueno a la vez. Desde luego, la voz de su omega gimiendo y jadeando por aire fueron lo mejor. Lo hacía embestir más fuerte.

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