XXIV - Púas en la lengua.

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Ya han pasado algunas semanas desde que todo mejoró. Hércules tenía menos trabajo pesado en la central porque había decidido poner su propio negocio con sus ahorros, empezó lento, pero ya se estaba posicionando.

Las noches en qué Jack se caía de sueño esperándolo habían terminado.

Por otro lado, el peliblanco empezó a ver a un psicólogo que lo ha estado tratando, iniciaron con un problema que siempre le había afectado el cual era la baja autoestima, y de ahí podrían tratar lo demás poco a poco. Aunque no lo pareciera, era agotador tener que lidiar con algo que llevaba arrastrando desde hace años.

Sumado a eso, había conseguido un trabajo para finalmente ayudar en los gastos, contribuyendo a la casa y ayudando a su alfa. Una agencia de bienes raíces lo contrató como secretario del CEO encargado de esa región, lo trataron con respeto y confianza, creyendo en sus capacidades, se sentía muy a gusto. Aunque todo fue muy cansado, no era nada que no pudiera manejar, así que estaba feliz de avanzar.

Por supuesto, siempre encontraban tiempo para pasarla unidos, tenían bien en cuenta que no podían descuidar ese aspecto, puesto que, a pesar de vivir juntos y estar enlazados, aún había posibilidad de separarse si no había ese cuidado. El enlace sufriría la mayor parte, sin mencionar el desgaste que significaría para Jack el deshacerlo, además que era su primera mordida.

No había problema, ya habían decidido que sería la última. No eran detalles, son acciones que asumieron una vez iniciada la relación, ambos lo tenían claro.

Así que disfrutaban de su tiempo juntos, pero también del individual. Se entendía mejor al ver a hércules estar viendo la televisión sentada, y Jack sobre sus piernas leyendo un libro, poniendo su cabeza abajo del mentón de su alfa, cada quien en su mundo y aún pegados. Era sorprendente lo empalagosos que solían ser.

Jack usaba lentes para leer, y estaba bastante a gusto con el ruido blanco que le generaba la televisión, sin mencionar que su alfa le acariciaba la cabeza y lo tenía agarrado de la cintura, ronroneando a través de su pecho, dándole una especie de masaje demasiado lindo. Se encontraba familiarizado con sus caricias, pero parece que no había terminado de descubrir los múltiples rituales que significaba el estar en pareja.

Su cabello empezó a ser peinado de una forma lenta, con algo que lo jalaba y calentaba la zona que tocaba, era como si lo peinara con alguna cosa que desconocía, pero era bastante cómodo. Ya no podía concentrarse de lo bien que se sentía el ser, ¿Cómo era la palabra? acicalado, si es que así se decía.

Esos movimientos avanzaron a sus mejillas, no se dio cuenta cuando cerró los ojos y la montura de sus gafas se le resbalaba, solo sentía como si algo lo rascara sin lastimarlo, dejando un camino de baba caliente que por algún motivo lo adormecía. Ya no era un misterio que lo estaba lamiendo, era una especie de caricia que nunca le habían hecho.

Bueno, Anne lo había intentado una vez, pero el rastro que dejó no fue de confort y pasividad, si no que le raspó la piel hasta casi sacarle sangre, además de incomodarlo demasiado, nadie más lo intentó después de eso.

Cuando estaba a punto de quedarse dormido, de repente le quitaron su gran comodidad, despertándolo como si le hubieran aventado agua fría.

¿Qué paso? - Carraspeó cuando su voz salió más adormilada de lo que deseaba- ¿Por qué te detienes?

Yo, no me di cuenta que empecé a hacerlo- Se veía genuino, así que le dio el beneficio de la duda, guardando silencio para que continuara- Emn, lo siento, ¿te lastime?

En lo absoluto- Se sentó mejor acomodando su cabeza en el hombro ajeno para que pudiera seguir donde lo dejó, el cual era su cuello- ¿Podrías continuar? por favor- Exhalo contra su piel, apreciando un estremecimiento de emoción.

Seguro que no...- Se detuvo al sentir una lamida en su mandíbula, soltando un jadeo.

¿Cómo te sientes? - Dio otra, su lengua no poseía nada en especial que la hiciera diferente, solo era una simple lengüita que le daba cosquillas donde seguía tocando- ¿Se siente igual de bien como tú me hiciste sentir?

Basta- Resopló riendo, al parecer si le gustó su acicalamiento. Estaba aliviado, temió haberlo lastimado con sus púas, no sería la primera vez que lo hiciera por accidente, ni siquiera había cuidado eso ¿Cuánto se relajó tanto como para hacerlo prácticamente inconscientemente? - Basta, basta, está bien seguiré- Alejó su rostro para impedir sus lamidas- Ahora, antes de que me babes, promete que me dirás si te lastimo, ok, no me molestaré.

Ok- Se quedó rebotando sobre sus piernas, esperando el contacto. Si seguía brincando así encima de su entrepierna podría empezar a reaccionar.

Tomó una de sus manos para seguirlo raspando con su lengua, su piel era tan lisa que era como lamer cristal. Una porcelana extremadamente fina, el hecho de que le gustara lo hacía mil veces mejor.

No tuvo que preocuparse por lastimarlo, su omega se quedó dormido casi al mismo tiempo que inicio, lo que delató lo mucho que disfrutó sus acciones. Es muy lindo ver como se quejaba entre sueños para que continuara.

Cual gato terminó con toda la piel expuesta, ansioso por seguir acicalando una vez pudiera estar consiente, preguntando en qué lugar era más placentero y en donde menos.

Si le gustaba a su omega, por supuesto que lo complacería y continuaría hasta que le dijera. Su felicidad siempre sería su prioridad. 

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