Prueba de embarazo

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Kakucho e Izana llevaban ya medio año como una pareja casada; pese a que Izana nunca pudo conseguir su objetivo de conquistar todo Japón, al menos había conseguido contruir un orfanato y varios refugios para gente sin hogar y niños que habían perdido a sus padres.

No le hacía falta nada más, Izana sentía que así estaba bien con la vida que habían conseguido, ahora tenía un hogar y alguien que esperaba su regreso cada vez que salía.
Su madre biológica le había abandonado, la mujer que lo crió realmente lo lastimó, perdió a su hermano mayor a quien apenas pudo conocer, pero en cambio había conseguido a alguien que podía llenar el vacío que esas personas dejaron en su corazón.

Ya no necesitaba nada más.

Al menos ese fue el pensamiento que tuvo, cuando una mañana al despertar su esposo ya no estaba a su lado. Era raro despertar y no verlo, por lo que de la cama salió y se encaminó a buscarlo por cada rincón de la casa.

Mientras tanto, Kakucho estaba encerrado en el baño mirando perplejo un par de pequeños objetos en sus manos. Trató de agitarlos con insistencia, como si eso pudiera ayudar de alguna forma a cambiar lo que sus ojos veían.

- dos líneas para positivo...- murmuró al leer por décima vez las instrucciones, que ya incluso de memoria se sabía.

Desde hace ya un par de semanas que había comenzado a sentir pequeños cambios en su cuerpo, al principio pensó que era algo de un rato, así que no le dió mayor importancia.
Pero los días pasaban y sus malestares no hacían más que empeorar, tenía una ligera sospecha de lo que podría ser, pero quiso negarlo y pensar que pronto se pasaría.
Sabía bien que a Izana no le interesaba tener hijos propios, siempre decía que con los niños del orfanato tenía más que suficiente, entonces ahora estaba en un terrible aprieto.

- no todo puede ser malo, existen los falsos positivos - se dijo así mismo, en un intento desesperado por tratar de ser optimista. Quizá si iba al médico podría aclarar su duda, no podía confiarse de un par de pruebas de embarazo caseras que compró a mitad de precio en el supermercado.

Por otro lado, Izana notó que Kakucho no estaba en el baño, no estaba en la cocina, en el jardín mucho menos, comenzó a desesperarse creyendo que había salido sin avisarle otra vez.

- ¡Kakucho! - alzó la voz desde la sala.

En el baño, Kakucho escucha el grito de su esposo y por el susto deja caer las pruebas de embarazo al suelo. No podía vivir encerrado en el baño, tarde o temprano debería salir y confrontarlo, quizá en el proceso lo haría cambiar de parecer con respecto a tener hijos propios.
Armado de valor, guardó las pruebas de embarazo en su bolsillo y salió por fin del baño.

- aquí estoy, perdón por la tardanza - dijo al s al salir del baño.

Izana al verlo hizo una mueca de molestia, y después caminó hacia hacia él para tomarlo de la cintura.

- ¿Dónde estuviste? Sabes que no me agrada cuando despierto y no te veo - habló malhumorado al verlo saliendo del baño.

- perdón, no pude aguantar - respondió el más alto, mientras de acomodaba la bata e iba a la cocina. - ¿Qué quieres de comer?

- un omelette y pan están bien - contestó Izana al tomar asiento en el comedor de la cocina.

Kakucho asintió y sacó todo lo que iba a necesitar, de sólo ver los huevos sentía mucho asco y ni siquiera los había tocado, pero le causaba repulsión imaginar el olor que desprenden al cocinarse le hacía revolver el estómago.

𝓢𝓲𝓮𝓷𝓭𝓸 𝓟𝓪𝓭𝓻𝓮𝓼 - 𝓣𝓸𝓴𝔂𝓸 𝓡𝓮𝓿𝓮𝓷𝓰𝓮𝓻𝓼 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora